En unos meses se va a conmemorar el cincuentenario de Mayo 68. Ya se han publicado decenas de libros y otros están en vía de ser publicados. M Le magazine du Monde anunció (6/01/1018) que Daniel Cohn-Bendit y Romain Goupil 1/preparan una película para la TV…
Entre Sarkozy que se propuso “liquidar de una vez por todas la herencia de Mayo 68” y quienes quieren reducirlo a una revolución cultural y sexual que habría modernizado nuestras costumbres, lo que prevalece es, sobre todo, el deseo de borrar del imaginario colectivo lo que representa la dimensión subversiva de lo que fue la huelga general más grande de la historia social francesa (en línea con la Comuna de Paris o la huelga de 1936) tanto para las generaciones que lo vivieron como para las posteriores. Es un intento de escribir una novela histórica francesa sin mención a la lucha de clases y a las masacres coloniales, en el que no quedaría más que Carlomagno, San Luis, Juana de Arco bajo su verdugo, Luis XIV, Napoleón, De Gaulle y… “Júpiter Macron”.
Este último duda si festejar Mayo 68. Duda entre la manifestación obrera del 13 de mayo (día de la huelga general masiva. Ndt) o el desfile reaccionario del 30 (manifestación convocada por los gaullistas En defensa de la República). Aunque, ¿por qué no festejarlo si, al haber dejado de existir la izquierda y la derecha, él encarna ambas al mismo tiempo,? Además, tiene a su lado a Cohn-Bendit y a Goupil o, como señala Le Monde, “De Mayo 68 a Macron, el viaje de una generación”.
Una de las huelgas más grandes de nuestra historia
Pues… ¡no! Nosotros no estamos por festejar ese Mayo 68, porque no estamos por enterrar lo que fue una de las más grandes huelgas de nuestra historia. Sin irritar a Dani, que logra juntar a toda la derecha del parlamento europeo con sus bromas y un liberalismo que nada tiene que ver con Mayo 68, ni a Romain, que se vanagloria de haber disfrutado de lo lindo y haber abandonado todo: “No soporto ver un militante político. Soy como los ex-alcohólicos. Me he vuelto intransigente”.
Y una vez más, ¡no!. Mayo 68 no fue la euforia de un momento o una crisis de pubertad. Tampoco tiene nada que ver, ni es compatible, con los renegados y sus pequeños chanchullos. No fue consensual y sigue sin serlo. No fue patriotera ni liberal. Nuestra generación, nacida durante la Segunda Guerra Mundial se levantó contra la pesadilla de las guerras de Argelia y Vietnam. Nos siguen dando náuseas las guerras que actualmente impulsan los países occidentales, entre ellos Francia, en África o en Medio Oriente. Queríamos un mundo no sometido ni a Washington ni a Moscú y queríamos dar al socialismo una imagen humana. La horrible cara del capitalismo nos sigue repugnando tanto como ayer.
Las banderas rojas en cabeza
Para nosotros, el 68 no se reduce a una revolución cultural ni a la liberación sexual, incluso cuando, sin duda alguna, se dio todo eso; de la misma forma que se da en cualquier movilización social en la que la gente se vuelve irreconocible por lo feliz que se encuentra. En Francia, Mayo 68 fue, sobre todo, 10 millones de huelguistas ocupando fábricas con las banderas rojas en cabeza, estudiantes ocupando sus facultades e institutos durante semanas, y personas discutiendo juntas por todas partes.
Nuestros recuerdos no tienen nada que ver con una gran fiesta o una farsa, sino fundamentalmente con un momento intenso en el que millones de personas comenzaron a existir. Guy Hocquenghem, que fuer nuestro editorialista en 1968, se enfrentó a una parte de esa generación que se pasó al otro bando en un libro escrito dos años antes de morir: Lettre ouverte à ceux qui sont passés du col Mao au Rotary,(1986, reeditado por Agona 2003). Pues bien, nunca hemos sido de esos y tampoco lo seremos ahora.
Es verdad que la situación ha cambiado: hoy en día se construyen muros y verjas en todos los lugares, hay miles de muertos en las carreteras, en los mares del exilio y bajo las combas de las guerras que se dan en todos los continentes, y en Francia, donde existen casi 10 millones de personas en paro y en precariedad.
Renault Billancourt ha desaparecido
Cierto, ya no hay 500.000 estudiantes sino cerca de dos millones, y la mitad tiene que trabajar para pagarse los estudios o el alquiler. Las grandes fábricas como Renault Billancourt [emblemática] han desaparecido, pero jamás la población explotada y excluida ha sido tan numerosa. Una población que no se reconoce ni en la derecha ni en la izquierda; la derecha que impulsa la política de la extrema derecha y la izquierda la de la derecha.
No… No vamos a enterrar Mayo 68. Al contrario, ahora mismo tenemos tantas o más razones para rebelarnos que entonces. Tras treinta años de ofensiva liberal que han permitido a la extrema derecha llegar a la segunda vuelta en las elecciones presidenciales y contaminar todo el debate político, el espíritu de Mayo 68 tiene más actualidad que nunca.
Para nosotros Mayo 68 continúa siendo lo que falta por hacer, pero siendo capaces de coordinar las luchas, de suscitar en las empresas y los barrios, las ciudades y el campo, un verdadero poder de las y los trabajadores, juntando a todo el mundo, a la gente no organizada, a las asociaciones o sindicatos, a los partidos, a quienes tienen empleo y a quienes no, a franceses y extranjeros, a quienes crean que otro mundo es posible y que quieran construirlo, sin fronteras, sin muros y sin odio, como afirmaba esta consigna de Mayo 68: “¡A la fronteras, que les den!”
La solidaridad militante, la esperanza en la revolución para barrer el viejo mundo, en un nuevo Mayo 68 del siglo XXI que, esta vez sí, logre sus objetivos… Sí, nosotros seguimos estando por ello.
Alain Krivine, antiguo miembro del buró político de la LCR, miembro del NPA.
Alain Cyroulnik, antiguo miembro del buró político de la LCR, membro de Ensemble!
Notas:
1/ Daniel Cohn-Bendit, uno de los líderes del Mayo 68, popularmente conocido como Dani el rojo, pertenecía a la corriente anarquista en aquellas fechas. A partir de la década de los 70 se aproximó a los Verdes alemanes y desde entonces pertenece al ala reformista del ecologismo y desde 1994 ha sido diputado europeo por el Partido Verde.
Romain Goupil cineasta francés, líder estudiantil en 1968, militante trostkista a principios de los 79, a partir del año 2000 evolucionó hacia posiciones neo-conservadoras.
Ambos apoyaron a E. Macron en las presidenciales de 2017.
Imagen: Daniel Cohn-Bendit durante el desalojo de la Sorbona, Paris, 1968.