En el proyecto de Presupuesto 2018
Presupuesto «miserable»: científicos critican duramente al gobierno por reducción en 15 mil millones para ciencia
EL MOSTRADOR por MARCO FAJARDO 16 octubre, 2017
La reducción en los fondos para la ciencia en el Presupuesto 2018 ha causado un nuevo encontrón entre la comunidad científica y el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet, en momentos en que se tramita en el Congreso el nuevo Ministerio del rubro.
«La partida para ciencia bajó de 697.982 a 682.542 millones», reitera Jorge Babul, presidente del del Consejo de Sociedades Científicas de Chile, crítica que se suma a la del Premio Nacional de Ciencias, Juan Asenjo que sostuvo que «por no invertir, nos farreamos la plata y ahora vamos a cometer el mismo error». Chile gasta en ciencia un 0,38% del PIB, mientras Argentina alcanza el 1% y la OCDE el 2,5%.
El senador Guido Girardi y varios científicos declararon «miserable» el presupuesto asignado. Acompañado por el bioquímico Alexis Kalergis, el prorrector de la U. de Chile, Rafael Epstein, y los Premios Nacionales Cecilia Hidalgo (2006), Girardi dijo que «se gasta más en el Transantiago que en la ciencia». «El Ministerio de la Ciencia será un elefante blanco si no va acompañado de los recursos necesarios», advirtió el legislador.
La polémica además desató un cuestionamiento de fondo a un esquema -creado durante la dictadura- donde los científicos en una lógica neoliberal deben competir individualmente por tiempos acotados y recursos limitados que fomentan la precariedad laboral, especialmente entre los investigadores más jóvenes.
«Nos parece urgente que los investigadores académicos, especialmente aquellos de mayor trayectoria y renombre, no solo levanten la voz a la hora de reclamar por mayores recursos para Fondecyt», señalaron Natalia Muñoz, representante de Ciencia con Contrato, y Claudio Pérez, ex presidente de la Asociación Nacional de Investigadores en Postgrado (ANIP), en alusión a unos de los principales fondos de financiamiento.
«A estas alturas, resulta imperativo que hagan un esfuerzo adicional por replantearse cómo utilizan los recursos que les entrega el Estado para la investigación en Chile, especialmente en tiempos de limitaciones presupuestarias y de una necesaria discusión acerca del propósito y los objetivos de la investigación nacional y su financiamiento».
Reclamo sectorial
A nivel sectorial, en una carta publicada el pasado jueves, titulada «Menos ciencia para Chile», dos académicos denunciaron una reducción de 30% en los Fondecyt en el proyecto de Presupuesto 2018, lo cual «significa también que la divulgación de la ciencia y su valoración es cada vez menos importante para los gobiernos».
Sin embargo, la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT ), encargada de los mismos, lo desmintió.
«Para el 2018 el gobierno hará un esfuerzo adicional con un incremento de 3.000 millones para este programa», aseguró el director ejecutivo (s) del organismo, Daniel Portales.
Un «espejismo»
En su misiva dada a conocer en el Diario Concepción, Nelson Lagos, director del Centro de Investigación e Innovación para el Cambio Climático (CiiCC) de la Universidad Santo Tomás, junto Cristian Vargas, director del Núcleo Milenio Musels e investigador del Instituto Milenio de Oceanografia (IMO) & Centro Eula, indicaron que la supuesta preocupación gubernamental por el sector era un «espejismo».
«Acabamos de conocer que el presupuesto de Fondecyt ha sido reducido en un 30%. Los científicos saben que la reducción de fondos significa que iniciativas de investigación asociadas a conservación del océano tendrán limitaciones. Significa también que la divulgación de la ciencia y su valoración es cada vez menos importante para los gobiernos», señalaron.
«Mientras no exista una voluntad férrea, el océano y la ciencia sólo serán parte del listado de chequeo que hacen los gobiernos cuando el barómetro ciudadano se los sugiere o exige. Un Ministerio de la ciencia sin financiamiento podría ser el próximo check en la agenda de la política científica de Chile, más que una oportunidad para que la ciencia en nuestro país, realmente juegue el rol que debería estar tomando en un país que dice estar saliendo del sub-desarrollo», remataron.
Nuevo esquema de financiamiento
Para otros miembros de la comunidad científica, sin embargo, el problema con los reclamos por mayor presupuesto es que estos muchas veces no se hacen por el deseo hacer más o mejor ciencia, y apuntan a la precariedad laboral que engendra este programa.
«Los asistentes de investigación, los estudiantes de postgrado, quienes son quienes realmente hacen los experimentos y las investigaciones, siguen en condiciones paupérimas de trabajo, sin contratos, y sin la posibilidad de ascender al no haber una carrera del investigador como tal, e incluso si hay más dinero, no es del todo seguro que este llegará mejorar nuestra cruda realidad», dice Gabriel Ascui, secretario general de Ciencia Con Contrato.
«Es urgente una política científica real, un plan de que hacer con ese aumento de presupuesto, y cambiar de una vez por todas la lógica de los proyectos concursables en ciencias, que solo a traído inestabilidad laboral y boletas a honorarios, pero nada de dignidad para los y las investigadores», dice.
Lo mismo critican los investigadores Ricardo Segovia y Felipe Villanelo, para quienes resulta clave cuestionar el tipo de instrumento que financia la investigación.
«La mera existencia de instrumentos como Fondecyt podría incluso ser considerada la causa de muchos de los problemas reales», dicen. «Por ejemplo, Fondecyt se basa en relaciones laborales precarias, donde los asistentes de investigación bajo acuerdos informales con los investigadores principales. También se relaciona con la falta de un plan nacional de desarrollo científico, porque simplemente no se puede tener un plan nacional sobre la base de la suma de proyectos individuales y de corto plazo”, señalan los investigadores Ricardo Segovia y Felipe Villanelo.
Ciencia neoliberal
El Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondecyt), como el principal fondo público de apoyo a la investigación individual en Chile, fue creado en 1982, en plena dictadura militar. Para estos científicos, responde a una visión de libre mercado que se impone sobre la educación y la investigación en universidades intervenidas.
«Con las lógicas de Fondecyt y otros instrumentos se desliga la investigación de las instituciones y se traspasa directamente a los investigadores, en tanto individuos, conformando una suerte de microempresarios de la investigación. Con el traslado del protagonismo desde las instituciones a los individos se acabó con una serie de relaciones de coordinación y planificación que tenían las universidades antes de la dictadura”, señalan.
En su visión, este esquema además contribuyó a la destrucción de la universidad pública, porque abrió la puerta al traspaso de recursos públicos hacia las universidades privadas, que hoy capturan más de la mitad de los recursos de Fondecyt.
Nuevos programas
En este sentido, los investigadores proponen la creación de una nueva estructura, más acorde con la sociedad actual.
El “Fondecyt debe quedar en el pasado, tenemos que pasar a un nuevo ciclo en la política científica chilena. Esto significa aumentar los actuales escasos recursos, pero pensando en nuevos instrumentos de financiación que rompan con la lógica de individualismo y competencia que impera actualmente. El desafío de hacer investigación de nivel mundial y con vocación social hoy día, requiere de instrumentos fundados en lógicas más potentes, como la colaboración y la planificación democrática”, señalan.
Coinciden en este sentido el físico Ignacio Ormazábal, presidente de la Asociación Nacional de Investigadores en Postgrado (ANIP), y el biólogo Cristian Undurraga, ex miembro de la directiva del mismo organismo.
Para ellos es clave la inserción en el sector público de miles de investigadores que deben retornar de sus becas de postgrado en el extranjero que ha sido financiada con recursos fiscales. De acuerdo a una encuesta de inserción de científicos de abril, se estima que un 12% de los jóvenes con doctorados no encuentran trabajo.
«Estos nuevos programas de inserción deben ser ejecutados tanto en las Universidades públicas, poniendo énfasis en las regionales, como en los diversos Institutos del Estado, que abarcan una amplia gama de especialidades del conocimiento. Ambas instancias públicas -Universidades e Institutos- pueden y deben hacer investigación para Chile y bajo una idea de país basada en la justicia, equidad, cooperatividad y con sentido social donde la dignidad humana sea un pilar fundamental. Y es ahí, donde los nuevos investigadores tiene mucho que aportar», expresan.