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¿Y ahora qué?

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CLARIDAD, Periódico independiente de orientación socialista. Uruguay

Por Julio A. Louis.

   ¿Cómo ubicarse en Nuestra América -la dependiente- ante la oleada reaccionaria? ¿Y en Uruguay, ante el próximo “gobierno multicolor” pro imperialista yanqui? Solamente recogemos un dato social revelador extraído de la CEPAL: la pobreza continúa creciendo y alcanza a un tercio de los habitantes de América Latina, siendo Uruguay el único país en que la desigualdad social no se ha incrementado.  

   En Uruguay y en las fuerzas de “izquierda” (sea dicho con amplitud, abarcando a los componentes del Frente Amplio), dos son las tendencias predominantes. Una es buscar acuerdos con el próximo gobierno para evitar daños mayores a las clases y sectores populares. Esos acuerdos, lógicamente, se harán en la medida en que cada vez más el Frente Amplio se aleje de sus  principios anti imperialistas y anti oligárquicos, y con ello fortalezca a las fuerzas reaccionarias. Camino seguido por la social democracia europea, convertida en defensora del sistema capitalista, atenuado de sus aristas más duras. Y que culmina generando el nacimiento de otras fuerzas anti capitalistas, como las presididas por Pablo Iglesias y Jean Luc Mélenchon en España o Francia.  

   Otra tendencia es radicalizar la lucha política y social organizando la resistencia. Actitud que implica fortalecer la conciencia de clase de los trabajadores y de otras clases y sectores populares y también su organización. Mientras, se debe procurar modificar el rol reaccionario, defensor del Estado pro imperialista, que cumplen las Fuerzas Armadas. Tarea muy difícil, puesto que el imperialismo traslada por mil conductos su ideología clasista a ellas, so pretexto de defender la  “soberanía nacional”.  

   Si no se logra modificar esa ideología clasista en las Fuerzas Armadas, y en la medida estricta que la lucha de clases se tense, es inevitable que la tarea complementaria será organizar también la lucha armada de esas clases y sectores populares, constituyendo milicias populares. Sin embargo, esto último requiere no apresurarse y evitar caer en el aventurerismo de los años sesenta y setenta del siglo pasado, para lo cual debe considerarse que “los fusiles sin masas no sirven y las masas sin fusiles no se liberan”. Pero además, en este mundo globalizado debe tenerse presente que el combate no será en países aislados y será a largo plazo, buscando aliados en el continente y en el mundo. Aliados estratégicos -cuya meta sea el socialismo- o meramente tácticos, que enfrenten en  circunstancias concretas, al enemigo principal, el imperialismo norteamericano. Para lo cual es imprescindible el seguimiento cuidadoso de lo que suceda en el mundo, particularmente en la República Popular China.

   Las nuevas alianzas estratégicas conducirán a separarse de conducciones reformistas, dominantes en el Frente Amplio, sin perjuicio de eventuales coincidencias tácticas. Y a diferenciarse de sectarismos ultra izquierdistas. En ese proceso parece atinado trabajar por la confluencia de  los revolucionarios que haya en el Frente Amplio, en otros partidos minoritarios, en colectivos políticos proyectados hacia el socialismo, teniendo especial consideración por los movimientos sociales y sindicales de vida real, dando en ellos la lucha en su interior, sin intentar crear minúsculas asociaciones y  sindicatos divisionistas.

   Simultáneamente -actualizando la consigna de “proletarios de todos los países uníos”- se precisa responder a la agenda belicista del capitalismo con otra que consolide una internacional promotora del socialismo, donde prime el debate democrático para lograr acuerdos, sin las imposiciones de supuestas vanguardias.      

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