Por Gustavo Espinoza M.
Con la “V” de la victoria, podrá cerrar este año la República Bolivariana de Venezuela, que acabar de arrancar de las cárceles del imperio a un alto funcionario de Caracas, Alex Saab, luego de varios años de prisión en Cabo Verde y en los Estados Unidos.
El hecho fue precedido por una larga negociación sostenida entre el gobierno de Nicolás Maduro y la administración norteamericana encabezada por Joe Biden.
Es importante subrayar esto porque constituye una vigorosa cachetada en el rostro a quienes negaban legitimidad al Gobierno de Venezuela considerándolo apenas una “dictadura” que no podría ser tomado en cuenta. Objetivamente, la Casa Blanca ha mostrado más perspicacia política que los detractores de Venezuela, siempre parapetados tras un muro de insultos contra todo lo que huelga a Revolución o Socialismo.
Alex Saab -es bueno recordarlo- como funcionario del gobierno de Maduro viajó en cumplimiento de tareas diplomáticas con destino a Teherán, en el empeño de proponer al gobierno iraní algunas medidas concretas para mejorar el intercambio entre Venezuela e Irán, dada la creciente hostilidad imperialista contra ambos países.
La Nave que lo conducía debió hacer una “escala técnica” en Cabo Verde, circunstancia que fue aprovechada por la policía local y la Interpol para apoderarse de la misma y tomar de rehén a Alex Saab pretextando una requisitoria internacional que nadie conocía. Desde ese instante Saab se convirtió en un virtual rehén del Imperio.
Debió permanecer casi dos años en las cárceles de ese país africano mientras sus captores llenaban los formulismos del caso para extraditarlo a los Estados Unidos, lo que finalmente lograron concretar.
En Washington, alegaron que se trataba de un “peligroso agente” que llevaba “instrucciones secretas” y “acuerdos ilegales” para convenir acciones contra los Estados Unidos en connivencia con el régimen iraní. Pero nunca pudieron promover causa judicial alguna ni dictar sentencia contra él. Simplemente, lo tuvieron tras las rejas como un modo de presionar o intimidar a Caracas. Por cierto, no lograron nada.
El hecho, llamó la atención del mundo por varias razones: Se trataba de un funcionario político que viajaba en cumplimiento de una misión encomendada por el gobierno al que representaba. Fue detenido en un país al que había llegado apenas por motivaciones técnicas. No existía acusación en su contra ni causa alguna abierta en ningún lugar. Era toda una farsa para hacer ver la capacidad operativa del Imperio.
Era un modo de decirle al mundo que Washington lo puede todo: detener a cualquier persona en cualquier rincón del planeta, acusarla de los delitos que quisiera, someterla a toda clase de vejámenes y tenerlo tras las rejas el tiempo que le plazca a sus captores.
En otras palabras, nadie podrá estar a salvo en su país o en cualquier otro. La garra del Imperio lo tomará allí donde esté.
La liberación de Saab en un canje por ciudadanos estadounidenses capturados en Venezuela demuestra, adicionalmente, que Washington mete sus manos impunemente en países soberanos e independientes. Y conspira contra gobiernos y naciones sin vergüenza alguna. Y que, por lo demás, busca librar a los suyos, es decir, a terroristas y provocadores que envía a “trabajar” en cualquier escenario.
Por lo demás, el hecho que en el “paquete” negociado se haya incluido a venezolanos contestatarios al gobierno de Caracas, confirma por enésima vez que la Casa Blanca se inmiscuye en los asuntos internos de nuestros países.
¿Por qué tendría que interceder el gobierno norteamericano por un ciudadano venezolano que afronte problemas con la justicia de su país? ¿Podríamos nosotros aceptar que la Casa Blanca nos prohíba investigar las acciones ilícitas de Patricia Benavides?
La liberación de Alex Saab constituye una victoria neta del gobierno de Venezuela, que se ha dado el lujo de estabilizar la situación interna y promover el desarrollo y la recuperación económica tal como lo reconocen los organismos financieros internacionales. Por eso, hoy retornan a su patria miles de venezolanos que salieron seducidos y embobados por la propaganda reaccionaria que les prometió el cielo en otras tierras de América.
Hace cinco años Venezuela lucía como un país convulso y violento. Y eso ocurrió por el accionar de Mafias que ya no están en ese país, ni en el gobierno ni en la sociedad. Hoy, vive un clima de orden y tranquilidad en el que se alienta el progreso y la paz. La Revolución Bolivariana lo está logrando.
Como bien dice el Gobierno Bolivariano, el rescate de Saab, es una victoria de los pueblos, del venezolano y de los que, en el mundo, levantaron esta bandera que logró simbolizar la lucha por la dignidad y la justicia.El desenlace de esta jornada confirma que, segura de su fuerza, Venezuela construye el futuro.