OJO CON EL LENTE
Por CIRO MORA WERTHER para Ojo con el Lente.
Para dar respuesta a esta inquietante pregunta podemos acceder a la psicopatología clásica y moderna. La Psicopatología es la Ciencia que ha estudiado clínicamente por largos decenios el comportamiento de unos de los trastornos más complejos de la personalidad humana, la psicopatía. El individuo portador de una psicopatía es capaz, entre otros rasgos, de sentirse autocomplacido y orgulloso de la ejecución de un acto de extrema crueldad que con frecuencia alcanza la muerte de la víctima. Y no sentir remordimiento por ello. Esta extraordinaria distorsión que compromete dramáticamente el campo mental, emocional y ético del individuo, sigue siendo objeto de intensos estudios que abarcan el campo de la neuropsicología y otras disciplinas. Sin embargo, no hay abordaje del fenómeno cuando abarca un ámbito colectivo. Las invasiones, las guerras, los grandes enfrentamientos entre naciones suelen poner en evidencia un fenómeno social asociado a lo anterior. Los gobiernos, los medios, la propaganda terminan por justificar los grandes crímenes de lesa humanidad. Y muchos individuos viven tranquilos con su conciencia y hasta orgullosos de aquellas verdaderas aberraciones humanas.
Hoy 09 de agosto, hace exactamente 75 años, EEUU dejó caer una bomba atómica sobre Nagazaki, ciudad japonesa donde murieron 80.000 habitantes, seres absolutamente inocentes, mujeres, hombres, ancianos y niños. Tres días antes había bombardeado la ciudad de Hiroshima, aniquilando allí a una población de 166.000 habitantes.
Hasta el día de hoy, oficialmente, no hay arrepentimiento.
Los órganos oficiales y oficiosos, hasta el National Geografic, insisten en que “era un mal necesario”, señalándolo como una “consecuencia” del ataque a Pearl Harbor y como una medida “eficiente” para neutralizar a Japón de la conflagración.
La historia del poder económico del mundo y sus inacabables guerras, genocidios, masacres y severas injusticias sociales es una historia psicopática, donde todo se argumenta debidamente apelando a conceptos como la paz, el orden, la democracia, la seguridad, cuando, en rigor, se trata de una defensa de intereses económicos.
Si se acepta como legítimo asesinar a miles de personas civiles absolutamente inocentes en una guerra y más aún, se evidencia cierto orgullo por ello, podemos comprender la defensa criminal del capitalismo en todos estos años por el poder político y el dominio económico en el planeta.