Declaración de Mana de Lucru, CIT/CWI en Rumania
Condenamos sin reservas los escandalosos abusos de la Gendarmería Rumana [policía antidisturbios] en la protesta de la noche del viernes, que resultó en cientos de heridos. Tal violencia aleatoria es típica de esta institución represiva, cuya función clave es proteger los intereses del establishment político contra la población civil. ¡Exigimos una investigación pública sobre estos abusos y la renuncia inmediata de los funcionarios responsables!
Con respecto a la protesta en sí, creemos que la indignación que empujó a la gente a salir a la calle es genuina y justificada. El PSD (Partido Socialdemócrata – descendiente del partido gobernante estalinista) es, sin duda, un gobierno al servicio de oligarcas corruptos, sin una preocupación real por los intereses de la gente común.
Creemos, sin embargo, que esta indignación debe ser canalizada contra toda la elite política rumana y las políticas neoliberales que obligaron a millones de rumanos a abandonar el país, y los que quedan aquí tienen que lidiar con bajos salarios, empleos inseguros y servicios públicos en ruinas. En cambio, podemos ver cómo los partidos de la oposición están intentando apoderarse del movimiento de protesta y usarlo en su propia batalla política contra el PSD. Sin embargo, cada vez que se encontraron en el poder, demostraron no ser una alternativa ni real ni distinta al PSD. La verdad es que ninguno de los partidos actuales nos representa, ni los que dejaron el país, ni los que permanecieron aquí. Ninguno de estos partidos ofrece un programa que aborde los urgentes problemas sociales y económicos a los que se enfrentan la mayoría de los rumanos.
Lamentablemente, ese programa, aunque sea mínimo, también falta en estas protestas, donde las únicas demandas claras -la renuncia del gobierno y las elecciones anticipadas- parecen no servir a nadie más que a los líderes de la oposición. La falta de una lista de demandas más claras y relevantes demuestra la falta de soluciones de la oposición, pero también la ausencia de una izquierda política y un movimiento laboral lo suficientemente fuerte y militante como para influir en el curso de estas protestas y vincular el tema de la corrupción con los otros asuntos en nuestra sociedad, desde las duras condiciones de trabajo hasta la crisis del sistema de salud.
Una alternativa genuina al PSD y al resto del establishment político solo puede venir de esta dirección, atacando la corrupción no como un fenómeno puramente político, sino como un elemento clave del proceso de restauración capitalista después de 1989, que vio a un puñado de personas convirtiéndose asquerosamente rico a costa del resto de nosotros. Necesitamos una alternativa socialista y anticapitalista que represente los intereses de la gente común y no de una facción u otra de la clase dominante, una alternativa que lucha por empleos y salarios decentes, derechos sociales, servicios públicos bien financiados, una economía en el servicio a las personas y el control democrático genuino de nuestra sociedad.
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