El Porteño
por Rolando Astarita
En Prensa Obrera del 10/05/2024 se publica la nota de Juan García “El paro fuerza a los mileístas a reconocer la plusvalía y la explotación”. Allí JG sostiene que “la riqueza tiene un único origen, el trabajo humano”. Piensa que esta es una realidad “simple e ineludible”. Agrega que incluso los voceros del capitalismo la reconocen “cuando valoran los costos del paro”. Recordemos que, según el Gobierno y el Instituto de Economía de la UADE, la pérdida por no trabajar el 9 de mayo habría oscilado entre los 520 y 544 millones de dólares. JB cita el cálculo de Nicolás Dvoskin, según el cual la parte de los salarios en las cuentas nacionales representa mensualmente unos 333 millones de dólares, contra 2380 millones del PBI. Sin embargo, lo más importante, desde nuestro punto de vista, es la afirmación de JG sobre que la única fuente de la riqueza es el trabajo humano. Lo dice y subraya en varios pasajes de su nota.
Un error elemental, y grave
Lo de JG es un error grave, que ya en otras oportunidades he criticado. Es que la riqueza, en la teoría de Marx, se identifica con los valores de uso, y con el trabajo en su aspecto de trabajo concreto. Como tal, es imposible de generar sin el concurso de los medios de producción. En El capital Marx es muy claro al respecto. Luego de definir que el valor de uso es el contenido material de la riqueza, señala que el trabajo “no es la fuente única de los valores de uso que produce, de la riqueza material” (p. 53, t. 1 edición Siglo XXI). También en Contribución…: “Es un error decir que el trabajo, en cuanto produce valores de uso, es la única fuente de la riqueza que ha producido, es decir, de la riqueza material” (Contribución a la crítica de la Economía Política, Siglo XXI, p. 19). Lo que sí sostiene Marx es que el trabajo, en su carácter de trabajo abstracto (gasto humano de energía) es la única fuente del valor, no de la riqueza (o del valor de uso).
En el mismo sentido, en la Crítica del Programa de Gotha, plantea: “El trabajo no es la fuente de toda riqueza. La naturaleza es la fuente de los valores de uso (¡que son los que verdaderamente integran la riqueza material!), ni más ni menos que el trabajo, que no es más que la manifestación de una fuerza natural, de la fuerza de trabajo del hombre. Esa frase se encuentra en todos los silabarios y sólo es cierta si se sobreentiende que el trabajo se efectúa con los correspondientes objetos y medios”.
Una concepción burguesa
La idea de que el trabajo es la única fuente de la riqueza está muy extendida entre los defensores de la ideología burguesa, pequeñoburguesa y sindicalistas reformistas. Por ejemplo, y en consonancia con el articulista de Prensa Obrera, Rodolfo Aguiar, dirigente de ATE, dijo que los 520 millones de dólares “perdidos” durante el paro mostraban que “quienes crean la riqueza son los trabajadores”.
Sin embargo… ¿no es progresivo decir que el trabajo es la única fuente de riqueza? ¿No se pone con ello el acento en la centralidad del trabajo? Respuesta: no, no es progresivo. Es que decir que el trabajo es la única fuente de riqueza es atribuirle propiedades que no tiene. En especial porque el trabajo, por sí solo, no puede sustituir a la naturaleza, la fuente última de los objetos y medios con que se produce. Pensar que el trabajo sin medios y objetos de producción puede generar riqueza es deslizarse hacia la ideología burguesa, mistificadora de la explotación capitalista. En palabras de Marx: “Los burgueses tienen razones muy fundadas para atribuir al trabajo una fuerza creadora sobrenatural; pues precisamente del hecho de que el trabajo está condicionado por la naturaleza se deduce que el hombre que no dispone de más propiedad que su fuerza de trabajo, tiene que ser, necesariamente, en todo estado social y de civilización, esclavo de otros hombres, quienes se han adueñado de las condiciones materiales de trabajo. Y no podrá trabajar, ni, por consiguiente, vivir, más que con su permiso” (Crítica del Programa…).
Esto es, al sostener que el trabajo es la única fuente de riqueza pasa a un segundo plano el hecho de que sin la unión del trabajo y los medios de producción (que son propiedad privada del capitalista) es imposible generar riqueza. Al hacer omisión de esta circunstancia, se sugiere que quien no tiene riqueza es porque no quiere trabajar y esforzarse. Una idea muy propia de la barbarie de los Milei y compañía.
Algunas precisiones sobre la contabilidad nacional
En su nota JG da a entender que a partir de la contabilidad nacional se puede llegar a una aproximación de la tasa de plusvalía. Coincidimos, pero es necesario tener en cuenta: a) la suma de salarios incluye ganancias que se pagan bajo la forma de salario (por ejemplo, a los directivos de empresas), b) están los salarios de trabajadores improductivos, o sea, que no solo no generan plusvalía, sino son pagados con plusvalía (aunque sean necesarios para el funcionamiento del capitalismo); c) no hay que tener en cuenta las materias primas (contra lo que parece sugerir JG); d) habría que basare en el producto neto, no en el producto bruto (los cargos por depreciación de capital fijo deben ser excluidos del cálculo); e) habría que precisar cómo se contabilizan los impuestos. En principio, deberían contar como plusvalía. Con estos elementos, en principio, se podría llegar a un proxi de la tasa de explotación. Pero no es un cálculo sencillo y, más importante, presupone claridad en las categorías teóricas; son estas las que determinan los datos a tener en cuenta.
La crítica a la Economía Política burguesa
Por lo discutido en los apartados anteriores, es claro que, contra lo que afirma JG, las cuentas sobre el paro en absoluto fuerzan a mileístas, austriacos, neoclásicos o keynesianos a reconocimiento alguno de la plusvalía. Menos todavía si ese “forzamiento” se piensa desde una perspectiva teórica burguesa, como es la tesis de que solo el trabajo genera riqueza. Un neoclásico, por ejemplo, dirá tranquilamente que en la producción anual de las mercancías intervino el capital (= maquinaria) al que le corresponde la ganancia (o el interés); y el trabajo (= “servicio”) al que le corresponde el salario. Si en el paro se resignó la creación de x millones de dólares, una parte corresponde a lo que se perdió por falta de trabajo, otra parte por el no funcionamiento de las máquinas. Así como las máquinas no funcionan sin trabajo, el trabajador no trabaja sin las máquinas o la materia prima, etcétera. Y un austriaco dirá más o menos lo mismo, pero partiendo del valor atribuido por el consumidor al producto final e “imputando hacia arriba” el valor de los “servicios”. Lo importante es que con cualquiera de estas respuestas estaremos obligados a ir a los fundamentos teóricos del valor, su generación y distribución entre las clases sociales. Una polémica no se gana con golpes de efecto, y menos todavía si los mismos se basan en ideología burguesa (como vimos en el sindicalista de ATE).
Lo que queremos decir con esto: la “batalla cultural” (la lucha de los socialistas en el plano de las teorías y las ideologías) no se puede llevar a cabo con éxito si no se comprenden las categorías científicas más elementales. Por eso es inentendible que se publiquen textos como este que comentamos sin que nadie ponga un freno, llame a un momento de reflexión; o pida arreglar cuentas con las tradiciones teóricas, si es que se discrepa con la teoría de Marx. Pero, por favor, no sigan pasando gato por liebre, teoría burguesa por crítica revolucionaria.
(Fuente: Blog de Rolando Astarita)