por Gustavo Burgos
El día de hoy iniciamos un proceso electoral que culminará en noviembre con las presidenciales y parlamentarias. Un proceso en el que los trabajadores y el pueblo tienen puestas unas limitadas expectativas de expresar su descontento y acabar con la Constitución de Pinochet. Sabemos que la Convención Constitucional ha sido preparada desde el poder, de forma de garantizar que la misma sea controlada por los partidos del parlamento y el arco político del Acuerdo por la Paz, el acuerdo que salvó a Piñera, que legitimó la represión y el encarcelamiento de miles de luchadores en las mazmorras del régimen. Por lo mismo la participación del proceso electoral estando condicionada por las expectativas populares en el proceso, debe estar determinada por la necesaria afirmación de la independencia de clase, del llamado a la movilización de los trabajadores y de la ruptura institucional en términos de revolución, de gobierno del trabajadores.