Por Gustavo Espinoza M., Perú
De modo general se sabe que por “tiempos de fronda”, se alude a un periodo convulso en la historia de Francia en años aciagos, en tiempos en los que imperaba la voluntad de Ana de Austria encaramada en Versailles, y Luis XIV cuando aún era niño. Para nosotros, la expresión tiene otro carácter.
Aquí, ella luce de otro modo porque se refiere a contrastes y derrotas, a retrocesos y repliegues, en los que asoman nuevamente diferencias en el campo popular; y la derecha bate palmas, azuzando a unos contra otros. Vale entonces evocar a Mariátegui hoy que se cumplen 94 años de su encuentro con la historia. Fue el 16 de abril de 1930, cuando el régimen de Leguía vivía sus últimos estertores, se apagó la vida del Amauta, quien fuera considerado por Henry Barbusse “la nueva luz de América”
Mucho se ha escrito acerca de él, de su vida y de su obra. Y mucho más habrá de escribirse más adelante. Y es que su legado constituye cantera inagotable no sólo para sus seguidores, sino también para todos los que honradamente buscan conocer la naturaleza de los problemas que agobian al Perú y América en estos años de prolongada crisis de descomposición del sistema de dominación imperante.
Corresponde a unos y otros precisar el sentido esencial de su mensaje, aquel que nos legara en uno de los periodos más convulsos de la historia nacional, cuando el Perú transitaba del viejo orden semi feudal y semicolonial hacia otro más moderno, a una incipiente y aún poco desarrollada sociedad capitalista,
Que la vida y la obra de José Carlos despierta creciente interés entre nosotros, se acredita con las publicaciones recientes. En los últimos meses han salido a luz tres libros de innegable importancia. Ellos constituyen testimonio vivo del interés que despierta su mensaje creador y revolucionario.
“Por la creación heroica”, se titula un dossier de imágenes y artículos sistematizados y compilados por Luis Gárate Sánchez, Director de “Comunicambio” y laborioso periodista que integra una nueva generación de mariateguistas. Allí se abordan las múltiples facetas del Amauta: Político, Pensador, Periodista, Escritor, Ensayista, Hombre de Cultura; y se perfila su pensamiento en temas muy variados que van desde su mensaje a los trabajadores hasta las tareas de la juventud y el papel de las mujeres. El material está acompañado por numerosas y bellas fotografías a color que engalanan una edición que no tiene precedente en la vida nacional.
“Sembrador de ideas” es una edición hecha en España por José Octavio Toledo-Alcalde, un peruano radicado en la Península Ibérica con amplios antecedentes intelectuales. En el libro, al que acompañan más de 60 fotos de una sugerente galería, se recoge un prolijo estudio referido al Amauta y su visión de los asuntos de género, tema que en lo fundamental, ha sido omitido por estudiosos e historiadores, En verdad, sólo María Wiesse, Angela Ramos, Sara Beatriz Guardia y Eloísa Arroyo y mas recientemente Aida García Naranjo, abordaron las concepciones de Mariátegui referidas al mundo femenino. Para los hombres, éste fue una suerte de “tabú”. Toledo lo asume plenamente.
“Mariátegui y Gamaliel Churata en el siglo XX”. Un trabajo referido a su correspondencia, literatura y militancia, resultan abordadas por José Luis Ayala, el poeta y prolífico escritor puneño, uno de los más asiduos estudios del Amauta, La edición -hecha por la Universidad Nacional del Alltiplano- recoge sobre todo la correspondencia sostenida entre estas dos vigorosas personalidades peruanas del siglo XX, y va acompañada por 28 fotografías de la época. Refleja el interés vivo que el autor de los “7 Ensayos…” tuvo por el dominio del sur andino.
Como se puede apreciar, hay siempre un mundo de elementos que ayudan a solventar el legado del Amauta. Es indispensable ocuparse de ellos, en lugar de pergeñar dificultosos devaneos tratando de “acomodar” las concepciones de Mariátegui a nuestras propias ideas o convicciones personales.
Se trata de juzgar al Amauta por lo que fue en vida y no inventar escenarios inexistentes. José Carlos Mariátegui fue un comunista clásico que respaldó sin reparos a la Revolución Rusa del año 17, que admiró sin reservas al Partido Bolchevique y a sus hombres, que mostró casi devoción por Lenin y por su legado histórico. Nadie podrá mostrar jamás un sólo texto en el que se refleje duda, suspicacia, recelo o rechazo, de Mariátegui respecto a Moscú o a su Mensaje. Suponer que fue crítico de Stalin, o seguidor incondicional de Trotski, es tan absurdo como creer que fue Maoísta, adversario de Hugo Chávez o enemigo del “foquismo”. Absolutamente nada podría acreditarlo. En todos estos casos, se trata de personas o fenómenos que asomaron en otro momento, vivieron en otros tiempos y épocas. A ellos, el Amauta no llegaría a conocer, ni a evaluar.
Estos tiempos en los que se pone otra vez de moda juzgar a las personas por lo que alguna vez dijeron, o por la filiación que se atribuye a sus padres, o por lo que quisiéramos que hubiese dicho alguien, no ayudan al movimiento popular.
Ante ellos, hay que levantar banderas de optimismo, de unidad y de lucha, recoger el legado de Mariátegui, y asumirlo como herramienta de victoria