Por Gustavo Espinoza M.
Recuerda Ricardo Palma que don Francisco de Carbajal en los años de la guerra entre los conquistadores españoles que se apoderaran de estas tierras, intimidó a los limeños para que aceptaran a Gonzalo Pizarro como gobernador; de lo contrario, los ahorcaría.
Asustados, todos se doblegaron y acataron la orden suscribiendo el reconocimiento. El Oidor Zárate, por su parte, se limitó a colocar 3 cruces en el documento que le fuera presentado. Inquirido por ello, se excusó asegurando que había obrado así por tres razones: miedo, miedo y miedo.
A partir de allí, el tema de las 3 razones del Oidor se hizo popular, y aún mantiene vigencia. Quizá porque se sintiera descendiente del ilustre Oidor de aquellos tiempos, la Clase Dominante peruana, en lo que va de la era republicana, sintió miedo pero más bien en 3 ocasiones.
La primera, fue en los años de Velasco Alvarado. El rugido de los tanques y la voz metálica del militar que prometiera cambiar el rostro del Perú, asustó a los tagarotes de entonces, que quedaron helados cuando en los campos de Talara se arreó la bandera de las barras y estrellas y se izó , en cambio, el símbolo patrio.
Pero eso alcanzó un nivel superior cuando se hizo la Reforma Agraria y, sobre todo, cuando el régimen resolvió expropiar los medios de comunicación para entregarlos a los sectores sociales organizados.
La segunda, cuando Ollanta Humala -un Comandante de pocas agallas y escasa fibra- amenazó con retomar ese camino y actualizar las reformas del 68. En ese circunstancia, el miedo, que inicialmente le escarapeló el cuerpo a la casta oligárquica, le duró poco porque el uniformado de Locumba, mostró pronto sus precariedades, incoherencias y limitaciones
La tercera, fue más reciente. Y se registró cuando un sencillo Maestro de Escuela, provinciano y rondero con apenas una episódica experiencia sindical, se hizo del gobierno luego de los comicios celebrados entre abril y junio del año pasado. Ese miedo, hasta ahora le dura. Y explica, ciertamente, lo que hoy se registra en el escenario nacional.
En los últimos días ocurrió lo que bien podría considerarse una suerte de aluvión fiscal. Como si se tratara de una novela de Dostoievski, comenzó con el allanamiento policial a una vivienda habitada por la madre del Jefe del Estado, una anciana recientemente operada, que entró en crisis ante el inusitado incidente.
En verdad, se trataba de un hecho esperable. Ya había sido intervenida y encarcelada la hija del Mandatario, acusada su esposa, perseguidos sus sobrinos, en fin, el clan familiar acorralado con un sólo propósito: arrancarle una declaración incriminatoria contra Pedro Castillo.
Luego vendría otra acción: la intervención a viviendas y oficinas de 11 amigos y colaboradores del Jefe del Estado y la detención de 5 de ellos, acusados todos de ser integrantes de una Organización Criminal que opera desde Palacio de Gobierno bajo el liderazgo del Gobernante.
También en el caso, la medida respondió al mismo esquema: Si defiendes a Castillo, es por tu condición de miembro de la organización criminal. Irás preso por dos o tres décadas y te pudrirás en la cárcel. En cambio, si “nos colaboras” y lo acusas, te daremos la protección que tanto anhelas.
En el mismo marco se produjo la agresión contra “los niños”, los parlamentarios de Acción Popular que se negaron a votar la vacancia cuando ella fue presentada. Los acusan, entonces, de integrar la organización criminal. Allanaron sus viviendas y sus oficinas, y los amenazaron con el “desafuero” parlamentario para reemplazarlos por sus “accesitarios”.
En el caso, funcionó un esquema similar. Pasarás las de Caín si defiendes a Castillo. Por el contrario, si lo acusas, serás “colaborador eficaz” y quedarás libre de toda sospecha.
¿Se podría llamare chantaje a todo eso que se ejerce contra familiares colaboradores, amigos y parlamentarios renuentes a sumarse al circo de la Mafia? ¿O tal vez extorsión?
Poro pronto, lo que sorprende es que al Fiscal de La Nación se haya permitido asegurar sin dobleces que no es tarea de ella asumir la presunción de inocencia. Ella, sólo admite la de culpabilidad. Y a la sombra de tan lúcida interpretación jurídica, su adjunta Barreto ha sostenido que “si los acusados dicen ser inocentes, tendrán que probarlo”.
Una manera rotunda de invertir la administración de justicia: Si puede acusar a alguien de cualquier cosa, y él, en todo caso tendrá que probar que es inocente. ¡Ni en el Derecho Romano los Cónsules asumían ese brulote!
Cerrando el círculo, la Fiscalía presentó ante la Mesa de Partes de Congreso, la “Acusación Constitucional” contra Pedro Castillo. El todopoderoso Oficial Mayor, convertido en hacedor de todo, la remitió de inmediato a la Sub Comisión de Acusaciones Constitucionales, sin haber pasado siquiera por la Mesa Directiva del Congreso.
Tan sólo omitió darle 24 horas de plazo para que haga suya la acusación Fiscal, a fin que nadie crea que sus integrantes son -todos- “miembros de la Organización C.riminal”
Y por si fuera poco, el Pleno del Congreso resolvió “interpelar” al Canciller Landa como si los parlamentarios no supieran que la Política Exteriores de exclusiva responsabilidad del Presidente de la República. Lo saben, por cierto, y por eso lo acusan por lo que dijo Castillo en la ONU: Las Malvinas son argentinas, Saharaui es una República, los Palestinos tienen derechos ¿En qué país del mundo habrá ocurrido un hecho igual?
Y claro, en ese marco, la Tele resplandece con flamígeros llamados alentando la vacancia, ¡pero ya…! El miedo, no los deja vivir.
No hay duda, no es el Oidor Zárate el único que escribe cruces por tres razones. El miedo por triplicado también le quema las neuronas a la Mafia Fujiaprista. ¡Qué duda cabe! (fin)