Por Gustavo Espinoza M.
A comienzo de los años 90 del siglo pasado, la Red O’ Globo de la TV brasileña presentó una muy exitosa serie titulada “La Reina de la Chatarra”. Escrita por Silvio de Abreu, y dirigida por Jorge Fernando, tuvo como protagonistas estelares a Regina Duarte y Tony Ramos y mostró las turbiedades de los nuevos ricos y la corrupción galopante de la decadente élite paulista.
Si hoy en el Perú alguien parodiara esta obra, podría mostrarnos una reina que goza de otra chatarra, y que muestra la misma frivolidad y decadencia no propiamente de los ricos en dinero sino porque ostentan un Poder que les cayó por arte de birlibirloque y lo usan con fines deleznables y objetivos perversos.
La reina a la que aludimos no tiene siquiera la fuerza que ostentaba Regina Duarte en la telenovela del País del Carnaval. Es apenas una caricatura que tiene por chatarra lo más endeble de la sociedad de nuestro tiempo y que busca afanosamente perdurar en la memoria de los peruanos, aunque muestra una inmadurez sencillamente alarmante.
Dina Boluarte, en efecto, revela una edad mental de pocos años- Cuando el país guarda luto por el asesinato de un músico popular, opta por entonar una canción infantil en lugar de mostrar congoja; para luego -poniendo cara de mala sin ningún esfuerzo- asegurar que está “pensando seriamente” en matar, es decir, restablecer la Pena Capital en el Perú de nuestros días.
Pareciera que este es otro tipo de reina de chatarra, que se vale de la inmundicia y los desperdicios sociales para administrar una gestión que cae sola porque está podrida por dentro. Ella, y sus colaboradores más inmediatos, ven cómo se derrumba lo poco que han forjado, pero no se dan cuenta que eso ocurre.
Siguen soñando convencidos que este es “el mejor gobierno” que ha tenido en el Perú en el nuevo siglo porque está “presidido” por una mujer, la primera en 14 mil años de historia desde el advenimiento de la primera comunidad humana en el suelo que hoy es el Perú.
Con reflexiones de esa naturaleza no podría sorprender que tuviéramos ministros como los que ostentan el fajín, o “partidos políticos” con notabilísimas figuras que brillan con luz propia en el luminoso firmamento peruano y que son muy conocidos apenas en sus casas. Gracias a ellos, el Perú está a punto de convertirse en una “primera potencia mundial” (López Aliaga dixi).y recibir vagones de obsequio, que nos costará la friolera de 24 mil dólares.
Estos magos de la política criolle han dispuesto que se instale en el Perú -otra vez- el “Estado de Emergencia” para combatir el sicariato y la extorsión. Y han procedido entonces marcialmente a disponer que efectivos militares patrullen Larco Mar, el lujoso descanso de la plácida burguesía miraflorina.
Ciertamente más pragmática y expeditiva, la Fiscalía resolvió intervenir el domicilio de los principales sospechosos de estos delitos, y comenzó por la vivienda del ministro del Interior, José Santivañez ¿Cuál de las dos habrá tenido la mejor pista?
Como ocurrió no hace mucho, el titular del portafolio de Córpac será apapachado en medio de aplausos, que le brindarán los otros 17 ministros y la Boluarte. Los 18, serán su paño de lágrimas. Y es que, más allá de las cuestionables decisiones parlamentarias, que pueden variar de un sentido a otro, es muy claro que a ese señor lo censuró el Perú entero.
Lo ocurrido recientemente en Lurín constituyó una prueba palpable de ello. Fue la voluntad ciudadana la que habló en esa circunstancia.
Para organizar su “trabajo”, esta reina y los suyos han creado un “Cuarto de Guerra”. Allí coordinará acciones y movilizará centenares de efectivos policiales y militares. Pero no será para enfrentar a los delincuentes, custodiar los barrios populares, ni proteger la seguridad ciudadana.
Será para impedir las Marchas que se organicen contra el gobierno, o critiquen a la presidenta. Todo se podrá permitir -dice ella- menos que duden de que “tengo las manos limpias”.
Ese “Cuarto de Guerra” será tan expresivos como el “Estado de Emergencia”, las cirugías “no estéticas”, “la honradez” del régimen o “el Menú” del Congreso. En otras palabras, una frase sin sentido que servirá para ocultar latrocinios de diverso orden.
Es claro que para el Congreso lo importante no es tampoco la Seguridad Ciudadana, sino la firma de Fujimori en la Constitución vigente y el cobro de bonos para incrementar los ingresos de los parlamentarios, aunque el tema de la firma del dictador no se sepa dónde colocar, porque la Constitución ha sufrido tantos cambios que -salvo el régimen económico- no se parece en nada a la del 92, que ni Senado tenía.
Recientemente alguien le preguntó al congresista Bustamante (Fuerza Popular) si no le preocupaba el hecho que fueran asesinadas seis personas cada día, y respondió que no, que esa era una cifra muy baja. Está convencido que debieran morir más. En esa línea, el régimen busca otorgar contenido político a la protesta ciudadana.
Y por eso dice que la movilización popular “es política”. Y más aún, es “Caviar”. Y es que Dina no recuerda el Gabinete “Caviar” de Mirtha Vásquez, que ella integró feliz durante el gobierno de Pedro Castillo.
En verdad, la convicción de Bustamante, se demostró ya en los tiempos de la Pandemia cuando él y los suyos se empeñaban en rechazar la vacuna contra el COVID. Gentes de esa calaña forman parte de la troupe que acompaña a esta “reina de la chatarra”