POLITIKA
Imagen: Christine Lagarde – Presidente del Banco Central Europeo
escribe Luis Casado
Cuando los paladines del libre mercado, del neoliberalismo y de la globalización impusieron – entre
otras burradas – la independencia de los bancos centrales, nadie abrió la boca.
Unos y otros se apresuraron en poner manos a la obra, en cambiar Constituciones, leyes y
reglamentos con el encomiable propósito de no caer en el selecto grupo definido por la elocuente
frase ‘maricón el último’ (con el perdón de la comunidad LGBTIQ++ y las letras que siguen).
Desde que la genial idea germinó, hasta ahora, hubo que esperar más 65 años para que un jefe de
Estado se hiciese la pregunta que caía de cajón:
“¿Para qué sirve y a quién le sirve la independencia de los bancos centrales?”
La tardanza revela a qué punto estuvieron acojonados –durante más de medio siglo– mandatarios,
ministros, parlamentarios, economistas y ‘expertos’ de todo pelaje, que no osaron (no osan) poner en
duda el dogma ante el cual se inclinaron.
Quién se atrevió a formular la interrogante fue Donald Trump: no satisfecho con haber remplazado
por cojones el dogma neoliberal-globalizador por prácticas discriminatorias y proteccionistas
acompañadas de chantajes y extorsiones, se propone centralizar todo el poder civil, monetario y
judicial bajo su augusta autoridad.
Aún cuando el Banco Central de Chile, fundado en el año 1925, fue desde el inicio un engendro a
geometría variable…
(El Banco Central abre sus puertas al público con un capital nominal de 150 millones
de pesos de los cuales, aproximadamente 13% era aportado por el Estado, 40% por los
bancos comerciales nacionales y extranjeros que operaban en Chile, y el 47% restante
por el público mediante la suscripción de acciones. Sus principales funciones eran de
tipo monetarias.(https://www.bcentral.cl/el-banco/gobierno-corporativo/historia))
tuvo que esperar el golpe de Estado de septiembre de 1973 y la llegada de la dictadura para acceder
a la eminente cualidad que consiste en poder pasarse al Estado por sus sagradas emisiones.
En el año 1979… “Se modifica la Ley Orgánica estableciéndose que el Banco Central en ningún
caso podría adquirir para sí pagares descontables de la Tesorería General de la República u otros
documentos de crédito emitidos directamente por el Fisco, como tampoco otorgar créditos directos
a las entidades y empresas, de los sectores público o privado, con excepción de las instituciones
financieras.” (Ibid).
La autonomía del Banco Central de Chile con relación al Estado en el que opera, quedó establecida
en la Constitución de 1980. El texto constitucional impuesto en dictadura y aún en vigor…
“Dispone (…) que (el BC) no podrá adquirir documentos emitidos por el Estado, por sus
organismos o sus empresas y que no podrá financiar ningún gasto público, excepto si el Consejo de
Seguridad Nacional considera que el país está en guerra exterior o en peligro de ella.” (Ibid).
Como puede verse, en materia crediticia, el Estado y las instituciones públicas fueron transformadas
en clientes forzados de un monopolio privado, importante ladrillo en el edificio neoliberal.
Luego, en octubre de 1989, se publicó la ley que permitió en la práctica su funcionamiento
autónomo, mediante un plebiscito constitucional, ese dudoso acuerdo tras las bambalinas entre la
dictadura y los demócratas que le abrió las puertas el poder a Patricio Aylwin y a la Concertación.
En ese momento el Banco Central pasó a ser un organismo autónomo dentro de la estructura del
Estado. Así se construyó, sin que la inmensa masa de la población lo advirtiese, uno de los pilares
del modelo económico neoliberal adoptado y profundizado por el progresismo.
Quienes obraron para lograrlo sostuvieron y sostienen aún que la independencia de los bancos
centrales se tradujo por un mejoramiento de la gestión macroeconómica.
La independencia de los bancos centrales debía limitar el acceso de gobiernos irresponsables al
abuso de emisiones monetarias excesivas –motor de la inflación–, que se traducen por déficits en
los presupuestos fiscales, la agravación del endeudamiento público y una mala gestión de los
sistemas impositivos.
Un gurú llamado Milton Friedman denunció el uso de la política monetaria con fines puramente
electorales. En su opinión, al llegar las elecciones, si el Banco Central es controlado por el poder
político, las autoridades públicas suelen adoptar una política monetaria inflacionista.
Sin embargo, la prensa financiera europea pudo comentar:
“Si un amplio consenso parecía imponerse en favor de la independencia, este fue sin embargo
debilitado con la crisis financiera de 2007-2008. Por una parte la independencia de los bancos
centrales no impidió la crisis (la alimentó… Nota del autor) y por otra parte, la estabilidad de los
precios ya no es (y no puede serlo más) el único objetivo de las políticas monetarias.”
Efectivamente, la realidad era y es inocultable: todos los países que ostentan las más grandes y
graves deudas soberanas, y de paso los mayores déficits presupuestarios fiscales, disponen de
bancos centrales independientes…
La lista es larga: Japón, Singapur, Qatar, Francia, Grecia, Italia, Irlanda, Bélgica, EEUU, Canadá,
Bahrein, Austria, Reino Unido…
Los guaripolas en la materia son los EEUU, –acostumbrados a darle lecciones al mundo entero–,
que ostentan una deuda soberana que gira en torno al 120% de su PIB y supera ampliamente los U$
37 billones, la mayor del mundo (U$ 37.000.000.000.000). Para darte una idea de su dimensión, la
deuda pública de los EEUU supera 112 años de PIB chileno. Más de un siglo…
(https://www.cbo.gov/system/files/2024-02/59710-Outlook-2024.pdf)
Según la Comisión Presupuestaria del Congreso (CBO por sus siglas en inglés) “Si los factores
(que crearon la deuda) persisten más allá del año 2034, impulsarán la deuda federal aún más
arriba, y llegará al 172% del PIB en el año 2054”.
Afortunadamente para él, Milton Friedman murió en el año 2006, y ya no tiene que dar
explicaciones a propósito de ninguna de sus estrafalarias teorías que, en Chile al menos, tienen
muchos seguidores conocidos como los Chicago boys.
Otro ejemplo que reconforta es el de Francia, cuya deuda pública alcanza ya el 114% de su PIB, y
asciende a 3,345 billones de euros, un tercio de los cuales fue contractada durante el gobierno de
Emmanuel Macron, antiguamente apodado “el Mozart de las finanzas”.
En la realidad Macron nunca fue más allá de ser un compraventero (trader) en el Banco Rothschild,
experiencia que fue muy útil para privatizar, y/o ceder a multinacionales extranjeras lo que quedaba
de industria francesa y palpar jugosas comisiones, como denunció repetidamente el respetado
diputado Olivier Marleix, quien apareció suicidado el 7 de julio pasado en su domicilio. Marleix fue
jefe del grupo parlamentario de derecha Les Républicains, formación política que participa en los
gobiernos macronistas. No hay peor astilla…
Nada de todo esto disuadió a la economista francesa Jézabel Couppey-Soubeyran, quien defiende
mordicus la tan mentada independencia de los bancos centrales:
“Atacando brutalmente a la Reserva Federal (de los EEUU), el presidente estadounidense
alimenta las críticas contra las tentativas de control de los bancos centrales por parte de los
Estados. ¿Debemos no obstante dejar esas instituciones en manos de los expertos y de los técnicos?” https://www.lemonde.fr/idees/article/2025/09/06/trump-contre-la-fed-a-quoi-et-a-qui-
sert-l-independance-des-banques-centrales_6639153_3232.html
La economista agrega:
“La independencia de los bancos centrales protege a los Estados de la inclinación inflacionista, sobre todo cuando recurren a políticas discrecionarias de relance de inspiración keynesiana.
Sobre estas consideraciones, los nuevos clásicos de los años 1970 et 1980 (Finn Kydland y Edward Prescott, Robert Barro y Robert Gordon, cuyos preceptos habitan los manuales de macro-economía) instalaron la idea que las políticas económicas ya no deben ser dejadas a la discreción de los Estados, sino apoyarse en reglas y ser confiadas a agencias independientes, y por lo tanto con credibilidad”.
Frases que despojan de toda legitimidad a los gobiernos nacionales, a las instituciones estatales, a sus estructuras políticas, y a los aportes teórico-prácticos de economistas de la envergadura de John Maynard Keynes. Todo ello en beneficio de “reglas” predeterminadas y de la omnisciencia de las llamadas “agencias independientes”.
Sin ánimo de incordiar… ¿Quién define las reglas, con qué autoridad y con qué legitimidad?
Si seguimos las disquisiciones de Jézabel Couppey-Soubeyran, por y gracias a la ciencia infusa de
Finn Kydland, Edward Prescott, Robert Barro y Robert Gordon, depositarios de la verdad revelada.
¿Y por qué no Bernard Madoff, Angelo Mozilo (apodado el dios Sol…), Joe Cassano (director de
AIG), John Thain (presidente de Merril Lynch) y Sir Fred Goodwin (presidente del Royal Bank of
Scotland, apodado The Shred por su afición a reducir costos…)?
Estas luminarias, verdaderos amos de Wall Street, aprovechando la independencia de la Reserva
Federal, la permisividad de los controles y la nula regulación de los mercados financieros (lo que
preconizaba Milton Friedman…) fueron los responsables de una de las más gigantescas crisis
financieras de la Historia en el año 2008.
¿Cual fue el costo de la crisis del 2008 –también llamada crisis de los subprimes– finalmente
pagado con dinero público por Estados despojados de la autoridad financiera? Según quien haga el
cálculo las cifras varían:
“…una pérdida de más de U$ 2 billones (U$ 2.000.000.000.000) para la economía mundial. La
deuda hipotecaria de EEUU en relación al PIB pasó de una media de 46 % en los años 1990 a 73
% en el 2008, alcanzando U$ 10,5 billones que se transformaron en unos U$ 14,6 billones en el
año 2023 (U$ 14.600.000.000.000).”
Los adoradores del “crecimiento” debiesen tomar nota…
Según los expertos del FMI, que suelen tener el despertador atrasado y la calculadora sin pilas, sólo
la exposición de los bancos del sector hipotecario les hizo perder U$ 565 mil millones, a los que
conviene sumar otros U$ 945 mil millones por el costo total de la crisis, estimación del 2008 que
más tarde fue aumentada a U$ 1,5 billones… (U$ 1.500.000.000.000). Bendito FMI…
Los gurús de la Escuela de Chicago decían desconfiar de gobiernos con tendencia a gastar más de lo
necesario (¿quién define lo que es necesario?). Sin embargo confiaron en especuladores financieros
cuya irresponsable actividad representa más del 99% de las transacciones financieras bursátiles,
contra menos del 1% para las inversiones productivas.
Como siempre, los Estados pagaron el desastre con dinero público: 40.930 víctimas (especuladores)
en 127 países fueron indemnizadas a concurrencia del 93,7% de sus pérdidas (The Times).
Para dar un ejemplo, Bernad Madoff fue condenado a 150 años de prisión… pero el esquema
financiero que consagra la especulación y la independencia de los bancos centrales sigue vigente.
Así como la actividad especulativa –para el ejercicio de la cual no hacen falta ni estudios ni
diplomas de ningún tipo– que le permitió esta semana a Larry Ellison, mandamás de Oracle,
aumentar su fortuna en U$ 100 mil millones en… ¡un día!. https://es.kiosko.net/fr/np/echos.html
Mientras tanto Donald Trump sigue enmarañado en un combate destinado a poner la Federal
Reserve (FED) a sus pies. No habiendo logrado destituir a Jerome Powell, presidente de la FED, su
última movida consiste en intentar expulsar una de sus gobernadoras, –Lisa Cook–, acusada por un
esbirro del presidente yanqui de fraude en un crédito hipotecario. El blanco último de este ataque es
el propio Jerome Powell y la disputa se terminará en el Tribunal Supremo.
Poner la FED bajo la autoridad del gobierno central tiene méritos y deméritos. En este caso
conviene examinar qué hace, y cómo hace, la FED, cuyas misiones esenciales están centradas en el
control de la inflación y –no siempre es el caso de los bancos centrales– en sostener el empleo.
“La FED tiene un objetivo de inflación anual del 2% (¿por qué no 3% o 1% u otra cifra?…
misterio) . En mayo, el índice de precios al consumo –el índice preferido de la FED– fue de un
2,6% superior al de hace un año. El mandato dual de la FED que consiste en asegurar la
estabilidad de los precios y el más alto nivel de empleo está en mejor equilibrio hoy, dijo Powell.
La creación de empleo continua pero la tasa de desempleo ha crecido en los últimos meses.
Alcanzó un 4,1% en junio, permaneciendo en un bajo nivel histórico. ‘ Uno ve un mercado del
trabajo que está equilibrado, mucho más de lo que estaba en el año 2019. No es una fuente de
amplia presión inflacionaria para la economía en este momento, pero es sin embargo un mercado
del trabajo fuerte’, declaró Powell. ‘Si viésemos que el mercado del trabajo se debilita
inesperadamente… tendríamos que responder a eso también’”.
Powell, que defiende su bistec, concluyó diciendo:
“Una FED independiente se traduce en una mejor economía. Es literalmente esencial.”
Generalmente, si la tasa de inflación sube más allá de los objetivos predeterminados, un banco
central normalmente constituido decide un alza de las tasas de interés. Esta medida tiene efectos
recesivos (el costo del crédito aumenta, ergo disminuye la actividad económica) entre los cuales se
cuenta una reducción de la demanda interna visto que aumenta del desempleo.
¿No es bella la economía?
Por eso Jerome Powell asegura, cara de mármol, que… “Una FED independiente se traduce en una
mejor economía. Es literalmente esencial.”
Cuando un empresario como Larry Ellison ver crecer su fortuna en U$ 100 mil millones en 24
horas, sin haber producido un cuesco ni haber creado un solo empleo… la explicación es simple:
“Una FED independiente se traduce en una mejor economía. Es literalmente esencial.”
Con el Banco Central Europeo (BCE) y su inenarrable presidente Christine Lagarde sucede más o
menos lo mismo, con la notable diferencia que cada uno de los 27 países que componen la Union
Europea tiene una economía diferente, desequilibrios diversos y variados, y por consiguiente
necesita una política monetaria diferente. Pero en la materia mandan los alemanes…
Natürlich!
La moneda dura, un banco central independiente, reglas rigurosas (menos de un 3% de déficit
presupuestario, una deuda pública inferior al 60%, etc.) han logrado poner a Alemania en recesión
desde hace tres años, mientras Francia logra penosamente un crecimiento del 0,8% anual (sumando
incluso 3 puntos de actividad relacionada con el narcotráfico…). Las dos principales economías de
la UE sufren crisis tras crisis, –política, económica, diplomática…–, sin que los dogmas neoliberales
sean cuestionados, puestos en duda, ni siquiera criticados.
Francia, ya se dijo, bate récords en sus déficits presupuestarios que se suceden desde hace 50 años,
así como en su deuda pública… a pesar de que el BCE es independiente. Francia dista mucho de ser
el único país con tales cifras:
Como puede verse, la deuda pública de Grecia es de un 153,6%, la de Italia de un 135,3%, la de
Bélgica un 104,7%, la de España un 101,8%, la de Portugal un 94,9%, etc.
La deuda pública de la UE como un todo es del 81% del PIB comunitario, aún cuando –lo repito–
los acuerdos de Maastricht impusieron un límite del 60% del PIB.
En julio de este año 2025, la tasa de cesantía, corregida de variaciones estacionales, en la zona
euro , alcanzó un 6,2%. (Eurostat, departamento de estadísticas de la UE).
En otras palabras, 10 millones 805 mil personas no tenían un trabajo en julio de este año.
¿Dónde está “la mejor economía” que debía traer consigo la independencia de los bancos
centrales?
Por lo demás, comparada con EEUU la situación es aún peor. Quien preside el BCE es designado a
dedo, como todos los miembros del gobierno de la UE, llamados Comisarios.
En lo que el BCE no se distingue de ningún otro banco central es en que ningún presidente le rinde
cuentas a nadie. Democracia que le llaman.
Las almas pías me objetarán que en el caso de bancos centrales sometidos a la autoridad del
gobierno también se producen los fenómenos descritos y llevan razón. La diferencia estriba en que
–a priori– los gobiernos deben rendirle cuentas al Congreso y, a fortiori, en última instancia al
pueblo que los eligió. Nimia diferencia, un simple detallito, pero de envergadura. Que nos lleva a la
siguiente reflexión.
A estas alturas te estás preguntando de qué coños sirve elegir un presidente de lo que queda de
República, si todos los instrumentos de política económica están en manos de los especuladores, de
los mercados financieros, de los bancos centrales independientes y de otros filibusteros.
Tal evolución buscó, y obtuvo, limitar y hasta eliminar cualquier posibilidad de definir y de poner
en práctica alguna política económica que tenga en cuenta al personal, o sea a la mano de obra, a los
pringaos, a quienes producen la riqueza llamada PIB (aunque le moleste a los detentores del gran
capital).
Pringaos que, por añadidura, gracias a la estafa de las AFP, aportan el capital que otros usan en los
mercados especulativos e incluso –un poquito– en la inversión productiva.
Los trabajadores asalariados, en este esquema, no son sino una variable de ajuste. Mientras la tasa
de lucro debe aumentar siempre para garantizar la atractividad del país para con la inversión
extranjera, la masa salarial debe reducirse como condición sine-qua-non de una mejor rentabilidad.
En el día de hoy (11 de septiembre 2025) leemos en la prensa de Santiago:
“Desoyeron las advertencias”: Expertos critican al Gobierno por impacto del salario
mínimo y 40 horas en empleo.
El Banco Central, en su IpoM de septiembre, señaló que medidas de la agenda laboral
“explican la mayor parte del alza de los costos laborales y han incidido negativamente
en el empleo” (Emol).
Los “expertos” se pasan de rosca habida cuenta que este gobierno, como todos los de nuestra muy
curiosa democracia, han consolidado el modelo económico neoliberal.
He ahí el porqué de la estafa de las AFP, de la independencia del Banco Central, de una política
monetaria restrictiva, en suma del control de todos los mecanismos financieros que nadie ha osado
tocar ni con el pétalo de una rosa.
Si todo esto se acompaña de una buena guerra… ¡Miel sobre hojuelas! La misma Emol publica:
“De hasta 80% en una década: Fuerte expansión del gasto global en defensa
beneficiaría a Chile. Según el Banco Central el efecto alcista que esto tiene sobre el
precio del cobre deja a Chile ‘en una posición más favorable’ frente a otras economías
emergentes.”
Nótese que el aumento del gasto militar tiene lugar en países ya fuertemente endeudados, que
niegan las necesidades sociales (EEUU), o bien que hasta ayer pretendían que no hay dinero para
las escuelas, los hospitales, las pensiones, las infraestructuras, los servicios públicos… (la UE).
Ursula von der Leyen, la presidente de la UE nombrada a dedo, plegándose ante las exigencias de
Donald Trump anunció que la UE debía gastar la modesta suma de 850 mil millones de euros en
armamentos provenientes mayormente de EEUU, y al mismo tiempo comprometerse a invertir en
los EEUU no menos de 600 mil millones de euros más.
Como se ve, los pueblos son desechables, sacrificables a voluntad. Pero si el aumento de la
demanda es generada artificialmente con el pretexto de una guerra que nadie desea… todo bien. Para
eso hay plata.
Mientras los bancos centrales sean independientes se puede gastar sin límites, emitir dinero a
destajo, agravar los déficits presupuestarios y ostentar una deuda pública acromegálica.
Si no sabías para qué sirve y a quién le sirve la independencia de los bancos centrales… ahora lo
sabes.