por Isaac Bigio
Para el primer ministro hebreo Benjamin Netanyahu su tabla de salvación es Donald Trump, a quien siempre describe como el mejor presidente norteamericano ante Israel. Sin embargo, en su segunda visita a La Casa Blanca (lunes 7), él sufrió un poco de la humillación que Trump antes propinó contra Volodymyr Zelenski, el presidente judío de Ucrania.
Mientras declaraba a la prensa, Trump anunció que EEUU estaba iniciando conversaciones de paz con Irán, lo que agarró desprevenido a Netanyahu, quien estaba a su costado y puso cara de shock. Si Joe Biden o Barack Obama hubieran hecho lo mismo, Netanyahu hubiera saltado, pero tuvo que aguantarse, pues sabe que su futuro depende ahora de Trump.
A inicios de febrero, cuando Netanyahu devino en el primer mandatario en ser invitado a Washington por la nueva administración, él estaba feliz pues veía ello como un espaldarazo contra la Corte Penal Internacional que demanda arrestarlo y porque Trump levantó todas las restricciones para proveer a Israel de toda clase de armas. Netanyahu abrazó la propuesta de Trump de expulsar a 2 millones de gazatíes para transformar dicha franja en una Riviera. Pese a los miles de israelíes muertos y heridos y a los miles de millones de dólares invertidos en dicha guerra, Tel-Aviv estaría dispuesto a entregarle a EEUU su primer enclave en el Mediterráneo, sin que esta mega-potencia haya tenido una sola baja.
Trump le tendió una trampa. Tras cooptar a la derecha sionista y presentarla como entreguista, él utilizó su plan Gaza para presionar a sus aliados árabes para que pongan otra propuesta, pues ningún país quiere recibir dos millones de refugiados o invertir en lo que sería la mayor limpieza étnica del milenio. El propio ejército israelí se niega a ser empleado para deportar civiles, pues no quiere arriesgarse a tener más uniformados suyos requeridos en distintos tribuales por crímenes de lesa humanidad.
Antes Washington empleó a Zelenski para guerrear contra Rusia diciendo que le iba a permitir entrar en la OTAN. Empero, Trump dio un viraje total. Tras ver que Kiev es incapaz de ganar a Moscú, ahora quiere que esta acepte perder 20% de su territorio y que nunca integrará dicha alianza militar.
Al igual que Zelenski, su correligionario Netanyahu quiso utilizar a Trump, pero ha ocurrido lo contrario. La Unión Europa secunda a Zelensski, pero no a Netanyahu, a quien le demanda reconocer al Estado palestino. Sin el apoyo de Washington, Tel-Aviv no podría sobrevivir.
Delante de Netanyahu, Trump se refrió al presidente turco Recep Erdogan (quien acusa al mandatario israelí de ser peor que Hitler) de ser su gran amigo y le felicitó por haber sido el primer en domesticar a Siria. A poco de ello, el analista turco Hakan Bayrakci afirmó que su ejército podría tomar a Tel-Aviv en solo 3 días de lucha.
Al retornar a casa, Netanyahu recibe la pésima noticia de que la Corte Suprema le impide remover a su rival Ronen Bar como jefe del Sin-Bet (servicio secreto interno), mientras que avanza el juicio por corrupción contra él y crece el descontento en la población y la tropa ante la guerra.
Isaac Bigio.