por Adán Salgado Andrade
La sobreproducción de mercancías, es decir, producir más de lo que se consume, se debe a que en el capitalismo salvaje, la poca ganancia individual que deja cada objeto producido, debe de compensarse fabricando cientos, miles y hasta millones de productos. Por la férrea competencia, los precios se reducen lo más posible, con tal de conservar esa mínima ganancia.
Por tal razón, se trata de reducir los gastos lo más posible, para que se tengan ahorros de producción y transportación, pues todo lo producido debe de ser llevado hasta su punto final de venta.
Y es la razón por la que se idearon los transportes masivos: camiones, tráileres, ferrocarriles, aviones y, sobre todo, barcos mercantes, pues tienen éstos, mucha más capacidad de carga, comparados con los aviones. Esos barcos, cada vez más enormes, pueden transportar en un solo viaje lo que harían 10,000 o más aviones de carga.
Por eso, como dije, se hacen cada vez más gigantescos, con los problemas que su enorme tamaño, conlleva.
Un buen ejemplo es el barco Ever Given, propiedad de la empresa japonesa Shoei Kisen KK. Ese enorme carguero, mide casi 400 metros de lago y casi 60 metros en su parte más ancha. Su casco, se mantiene hundido 14.5 metros y es capaz de transportar 20,124 contenedores de seis metros de longitud, de los que son estándares en la industria de la transportación (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Ever_Given).
Esas moles son tan pesadas que, en el caso del Ever Given, su velocidad máxima es de 22.8 nudos (42.2 Km/h). Por lo mismo, son incontrolables, una vez que se pierde la maniobrabilidad.
Justo fue lo que sucedió con ese carguero, cuando el 24 de marzo del 2021, que estaba cruzando el muy transitado canal de Suez, aparentemente, fuertes vientos, hicieron que la tripulación del barco perdiera el control, el barco virara y quedara encallado de la proa contra una de las orillas del canal.
La mole acuática, estaba cargada al máximo, precisamente, como dije antes, para llevar lo más que se pudiera de mercancía. Y no fue el primer “accidente” que sufrió. En el 2019, en un muelle de Alemania, el Ever Given, tuvo otro “accidente”, al irse contra un ferry que transportaba pasajeros, el cual estaba anclado allí. No hubo heridos, afortunadamente, pero ese barco quedó muy dañado. Fue también por la falta de maniobrabilidad (ver: https://apnews.com/article/egypt-africa-red-sea-shipping-suez-canal-b96a9007a57d3c54439a4ecd967cb545).
No sólo la mercancía a bordo del Ever Given se ha retrasado en llegar a su destino, sino la de decenas de barcos, que tuvieron que esperar a que aquél fuera desencallado u optaron por la ruta larga, o, sea, rodear África. Todo eso, “ha costado mucho dinero a varias empresas y a las autoridades egipcias que controlan el canal, por las cuotas que dejaron de cobrar durante el bloqueo, y los dueños del Ever Given, deberán pagar, sostienen dichas autoridades. Y la penalización la han establecido en mil millones de dólares, ‘si desean que su barco vuelva a la circulación’ ” (ver: https://jalopnik.com/egypt-to-ever-given-owners-pay-us-1-billion-or-you-ar-1846651458?utm_source=gizmodo_newsletter&utm_medium=email&utm_campaign=2021-04-09).
La falta de maniobrabilidad sucedió, igualmente, con el petrolero Exxon Valdez, cuando, casualmente, un 24 de marzo, pero de 1989, chocó contra un arrecife, frente a las costas de Alaska. La falta de mantenimiento, tripulación inexperta y su gran calado – pues era un súper tanque, capaz de transportar 1,260,000 barriles de petróleo crudo –, ocasionaron uno de los peores desastres ambientales, al derramar 260,000 barriles de petróleo al mar, afectando a especies marinas, terrestres y aéreas de todo tipo. Es un desastre ecológico del que, a 32 años de haber sucedido, persisten los daños ambientales, muchos permanentes, que ocasionó (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Exxon_Valdez_oil_spill).
De nuevo, la necedad de transportar mucho más, con mucho menos, fue la causa.
Es lo que sucede, también, con los tráileres que transportan dos remolques, lo que los vuelve sumamente incontrolables y peligrosos. En México, se han dado varios casos de terribles accidentes, con decenas de víctimas y millones de pesos en daños materiales, en los que estuvo envuelto un transporte de ese tipo (ver: https://www.eloccidental.com.mx/policiaca/noticias-se-volco-pipa-de-doble-remolque-con-gas-lp-6062614.html).
Una de las desventajas de sobrecargar a los barcos mercantes, es que pueden hundirse, como ha sucedido con varios de ellos. El fondo marino, está lleno de naufragios, lo que incrementa la basura de todo tipo que, de por sí, va a dar a los mares (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/12/naufragios-de-barcos-cargueros-mas.html).
El otro problema, cuando no se hunden, es que mucha de esa carga cae al mar, lo cual ocasiona pérdidas para los fabricantes. Y, varias veces, superan a los “ahorros” que buscaron obtenerse. Es lo que expone el artículo de Wired, titulado “¿Dónde están esos zapatos que usted pidió? Revise el fondo oceánico”, firmado por Aarian Marshall, quien agrega, como subtítulo, que “Más contenedores han caído de los barcos en los pasados cuatro meses, de los que se pierden, en promedio, en un año cualquiera. Cúlpese al tráfico pesado y a fuertes oleajes” (ver: https://www.wired.com/story/where-shoes-ordered-check-ocean-floor/).
Una fotografía abre el artículo, señalando que el barco ONE Apus, en noviembre del 2020, perdió 1,800 contenedores, de los mencionados arriba, “en la que se considera una de las mayores pérdidas nunca antes vistas”.
Eso explicaría porqué, en efecto, muchas veces, lo que se pide, no llega o tarda demasiado en hacerlo. Y es hasta que se hace la reclamación, que la empresa buscará reponer el producto y reenviarlo, si es que realmente lo hace.
Dice Marshall que, “desde fines de noviembre de 2020, estas cosas han caído al fondo del océano: aspiradoras, al menos $150,000 dólares de camarón congelado y tres contenedores llenos de ropa para niño. Richard Westenberger, de la empresa confeccionadora de ropa de niños, dice que si alguien tiene acciones en empresas de rescate marino, allí tendrán muy buenos hallazgos. Usted puede culpar al tiempo, a un fuerte aumento en importaciones estadounidenses, debido a la pandemia o a un fenómeno llamado balanceo paramétrico. Por lo que sea, pero, al menos, 2,980 contenedores han caído de barcos cargueros en el Pacífico, desde noviembre. Eso es más del doble de contenedores perdidos anualmente entre el 2008 y el 2019, de acuerdo con el Consejo Mundial de Transportación Marina”.
Y las empresas, culpan principalmente al clima. De ser así, es, también, una de las consecuencias del cambio climático, pues tormentas, huracanes, oleajes y vientos, han tendido a ser más frecuentes y potentes. Eso llevaría, quizá, a reconsiderar mejor los tiempos en que fuera más seguro el transporte marítimo, se puede pensar.
“El Essen, de la empresa Maersk, perdió 750 contenedores, que iban de China a Los Ángeles, ‘debido a fuertes mareas durante su cruce por el Pacífico Norte’. El Eindhoven, también de Maersk, sufrió ‘muy mal tiempo’. Y el mencionado ONE Apus, igualmente perdió 1,800 contenedores por marejadas y fuertes vientos”.
Eso ha llevado, incluso, a una escasez de contenedores, “por lo que se han debido usar unos muy viejos y usados, que son menos seguros al sujetarse y que son los que más caen al mar”.
Es irónico que, por la pandemia, las importaciones de países como Estados Unidos, provenientes de China, hayan crecido. Lo digo porque China, es el país considerado el epicentro del covid-19. Esto es indicativo de que, por un lado, Estados Unidos, cada vez produce menos, se está desindustrializando, lo que muestra su decadencia.
China se ha convertido en su maquiladora, pues gran parte de los productos importados, son subsidiarias de empresas estadounidenses, como Apple, Adidas, Nike, Ford, General Motors y otras (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2014/05/decadencia-y-desindustrializacion-de.html).
Por otro lado, como en China, la pandemia, hasta cierto punto, está “controlada”, ha reanudado, con inusual ímpetu, su producción industrial – sus índices de contaminación, están peor que antes de la pandemia – y está surtiendo lo que otros países, que siguen con baja actividad industrial, requieren, como artículos sanitarios, tales como tapabocas, caretas u otros, de uso cotidiano, como zapatos, ropa, electrodomésticos y así.
Por eso, no es casual que la mayoría de los cargueros, procedan de China.
“Los barcos están retacados. Lars Jensen, un consultor de transportación marítima, dice que ‘no sólo tenemos grandes barcos y mal tiempo, pero muchas veces, van cargados al máximo posible’. Un barco lleno, puede tener la longitud de cuatro campos de fútbol y capaz de cargar hasta 24,000 contenedores de seis metros de largo, apilados en filas de cinco o seis. Por eso es que son muy dados a experimentar un fenómeno llamado balanceo paramétrico, un raro, pero brusco, violento movimiento, que puede enviar a bloques de contenedores a la cubierta o al mar. Este fenómeno sucede cuando el tiempo que transcurre entre dos olas adyacentes, coincide con la frecuencia de balanceo de un barco, algo que es más frecuente que suceda con mal tiempo. Es una falta de diseño, como señala Adrian Onas, profesor de arquitectura naval, que es difícil de detectar, cuando comienza y, luego, devastador. En cubierta, el balanceo paramétrico se siente como un abrupto movimiento lateral, que cambia rápidamente, de sólo unos pocos grados a 35 o 40 en cada dirección”, señala Marshall.
Sí, no es difícil imaginar. Hay videos que muestran qué pasa en el interior de los “cruceros de lujo” – suspendidos en esta época por la pandemia –, cuando son presa de una tormenta, todas las cosas y la gente cayendo, ésta, tratando de sostenerse de donde se pueda, por las bruscas inclinaciones experimentadas por el barco, debido a la tormenta (ver: https://www.youtube.com/watch?v=hK17cIdcuyA).
Ahora, imaginen eso mismo, sucediendo en la cubierta de un carguero. Evidentemente, si no están bien sujetos los contenedores, caerán. Incluso, supongo que aunque lo estén, si las fuerzas de empuje resultantes son muy altas, los anclajes no resistirán, pues se combina el peso de la carga, con el empuje. Y eso sucede, justamente, como explica Onas, pues “seis pisos de contenedores, hacen que el balanceo sea mayor en las filas más altas, que son las que no resisten tanta presión y caen. Aunque es raro el balanceo paramétrico, ahora está incrementando, debido al mal tiempo y, los directamente afectados, son los cargueros”.
Dice Marshall que las empresas navieras no están interesadas en hacer cambios a los diseños de sus embarcaciones, “pues llevaría tiempo y, sobre todo, dinero, y es lo que menos les interesa perder”.
Como comenta, es maximizar utilidades, aunque, para ello, deban seguir cargando de manera insegura a esos barcos. Aunque, pienso, si van a estar perdiendo tantos contenedores, les va a salir más caro al final. Y es cuando tendrán que hacerlo. O que se les fuerce, como una medida de protección ambiental, sobre todo, porque todo lo que cae al mar es basura y contamina.
O también, en que se establezcan nuevas reglas sobre cómo asegurar tantos miles de contenedores.
Mientras tanto, seguirán cayendo al mar y esas pérdidas, deberán ser pagadas por las empresas aseguradoras, las que hacen completas investigaciones, con tal de echarle la culpa a otros y no pagar. Claro, esas aseguradoras, antes de tener toda la disposición de “pagar las pérdidas”, se aseguran de que no haya sido cometido un error humano, para hacerlo. De lo contrario, serán otros los que cubran las pérdidas, como la empresa mercante. O quizá traten de hacer como solían operar las aseguradoras en el pasado, que no cubrían pérdidas ocasionadas por fenómenos naturales, como temblores o huracanes (son cláusulas que se han suprimido pues, por ejemplo, en México, ante tanto sismo, la gente compra seguros, justamente, para reponer su propiedad, en caso de pérdida por un terremoto).
Cita Marshall a otras empresas que han sufrido pérdidas, entre las que están Ikea, Williams-Sonoma, Adidas, Puma y Hasbro.
Finalmente, todo esto es también consecuencia de todo el daño que le hemos hecho al planeta, lo cual ha llevado a más extremos climáticos. Si ahora las tormentas en el mar son más frecuentes e intensas, se debe a dicho daño.
El capitalismo salvaje debe de entender que no sólo se trata de “optimizar costos” y “maximizar ganancias”.
La salud ambiental del planeta debe de estar por encima de todas esas mezquinas consideraciones.
Contacto: studillac@hotmail.com