EL PORTEÑO 18/09/2024
por Juan García Brun
Comprensiblemente o no, hay quienes se sorprenden del viraje del Partido Comunista y lo atribuyen a la irrupción de los liberales de Vallejo y cía en la conducción del aparato del PC. Sin embargo ni Vallejo, ni Cariola, ni Barraza, fueron puestos a la cabeza del PC por obra del «Espíritu Santo», como diría una Suprema hace algún tiempo en referencia a la corrupción en el máximo tribunal.
En efecto, los liberales llegaron a la cabeza del PC de la mano de la conducción de Teillier quien a su turno no hizo más que ser consecuente con una inveterada tradición electoralista, legalista y de colaboración de clases, propia del estalinismo criollo.
La imagen que acompaña esta nota revela este aserto y para las nuevas generaciones: allí se ve Teitelboim y Baltra (creo al medio o me corrigen) estrechando la mano de Aylwin, uno de los máximos impulsores del Golpe del 73, un feroz anticomunista y responsable político indiscutido de la Dictadura que barrió con miles de comunistas, con dos Comités Centrales completos y con desaparecidos hasta meses antes de esa foto.
Tal capitulación selló la suerte del levantamiento popular iniciado el 83 y que puso término a la Dictadura Militar, abriendo paso a la interminable transición de los 30 años que perpetuó el régimen de Pinochet sin Pinochet.
Se nos dijo entrecerrando los ojos y aludiendo a una supuesta flexibilidad «marxista» que «la contradicción principal era democracia o dictadura» y que ello obligaba a resignar los reclamos populares para garantizar «elecciones libres» y derrotar al fascismo. Sabemos como terminó esa historia.
En muy unos pocos meses más el lugar de Teitelboim lo ocupará Carmona (es probable que al centro se ubique Vallejo) y el de Aylwin lo ocupará Tohá. Se nos dirá igualmente que hay que impedir que gane la Derecha y que por ello es necesario instalar a Tohá en La Moneda, la dilecta responsable de la militarización del Wallmapu, de los presos políticos, de los montajes como los de Villa Francia, de los desalojos a los pobladores en toma, de la criminalización de la protesta social y de ser el rostro duro de uno de los más consistentes ataques al pueblo trabajador de que se tenga memoria.
La responsable del trabajo sucio, de empoderar al General Yáñez y al aparato represivo con la Ley Naín Retamal. Esa es Carolina Tohá, cuya trayectoria política, marcada convenientemente por la corrupción, las cuentas oscuras en la Municipalidad De Santiago y las relaciones íntimas con el yerno de Pinochet, Ponce Lerou. Por esa reaccionaria y represora (o alguien de la misma alcantarilla política) llamarán a votar.
No olvidemos quiénes son «los presidentes de los comunistas». En 1946 nos llamaron a votar por González Videla, en 1989 por Aylwin, hace tres años por un derechista como Gabriel Boric. Todos esos «presidentes» terminaron en derrota para la clase trabajadora. Ahora se preparan para una nueva convocatoria extorsiva. No olvidemos.
Por eso comunista no es quien pertenece al partido comunista, sino el que abraza la idea comunista por voluntad propia y convicción. También comunista es el que tiene claro que la izquierda verdadera es aquella que ondea la bandera del Marxismo leninismo hengeliano troskista. Es necesario hacer una diferencia entre un comunista que no tranza con la derecha de ninguna manera, ni siquiera por un acuerdo por la paz; y el «comunista» que llega a la Moneda interesado por el sueldo que va a recibir, no importando traicionar los principios que hacen a un comunista defensor de los derechos de los pueblos por sobre los intereses personales. La «señora» Tohá como presidenta podría ser un detonador, tal como lo haría cual derechista, de un levantamiento popular con resultados impredecibles. Mañosamente la derecha podría apoyar su candidatura con tal que gane, así desprenderse de la responsabilidad de lo que pudiese pasar. Pero sabemos que siempre esta detrás de toda represión, la derecha, la oligarquía, la plata. No olvidemos.