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Marie de Gournay escritora, filóloga, traductora, poeta y filósofa francesa adelantada de los Derechos de la Mujer

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Marie de Gournay

(6 de octubre de 1565, París, Francia

13 de julio de 1645, París, Francia)

Escritora, filóloga, traductora, poeta y filósofa francesa de los siglos XVI y XVII y la fille d’alliance o «hija adoptiva» de Michel de Montaigne, cuya tercera edición de los Ensayos publicó en 1595, con todas las correcciones manuscritas del filósofo. Como escritora erudita, optó por vivir de sus escritos. Como escritora académica, eligió ganarse la vida con sus escritos.

Es autora de Igualdad de los hombres y las mujeresAgravio de damasApología de la que escribe y Copia de la vida de la doncella de Gournay, donde analiza la tradición filosófica y el mundo en el que vive, argumentando acerca de las causas de la desigualdad y los mecanismos de desautorización femenina. Por su obra está considerada como una de las precursoras históricas del feminismo. Tras haber compartido ideas y opiniones con Michel de Montaigne, publicó en 1595 la tercera edición de los Ensayos, más todas las correcciones manuscritas del filósofo.

A pesar de las críticas que recibió en vida que la convirtieron tanto a ella como a su obra como polémicas, fue reconocida; y, gracias a ello, entró a formar parte de las compilaciones de loas y vidas de mujeres y hombres ilustres. Perteneció a la aristocracia de Picardía (Francia), lo que favoreció su ambición intelectual en las artes y letras.

Fue en 1583, alrededor de los dieciocho años, cuando descubrió la primera edición de los Ensayos de Michel de Montaigne que “la transportaron de admiración”, dijo. Tras haber leído sus obras mostró un especial interés por conocerlo y dialogar con él.  En 1586, a la edad de 21 años, Marie de Gournay abandona su casa de Beauvaisis y se traslada sola a París.

En 1588, envía a Montaigne una nota expresando su ardiente deseo de verle. Se encuentran al día siguiente. Ella tiene veintitrés años y él cincuenta y cinco. Su entrada de forma pública en la vida intelectual de París comenzó con el estrecho vínculo que estableció con Michel Montaigne.

En la primera toma de contacto, Montaigne se impresionó por el hecho de que una mujer mostrara tanto interés en dialogar de temas que él creía que no solían incumbir a las mujeres. Se trasladó con ella a su residencia en Gournay. En los meses siguientes, Montaigne realizó varias estancias de una semana en el castillo de Gournay; y, durante meses, llevarán a cabo un intenso intercambio de ideas y opiniones.

No solo Montaigne influyó en Gournay; también ella influyó en la obra y el pensamiento de él como demuestran algunos cambios sustanciales que Montaigne realizaría en su obra. En especial, en asuntos relacionados con la relación entre los sexos, como se demuestra en la obra de los Ensayos, cuya edición fue atribuida a Gournay junto con su biblioteca personal, según el testamento de Montaigne. Una vez que Montaigne dejó la residencia familiar de Gournay, ella escribió una obra llamada Le promenoir de Monsieur de Montaigne par sa fille d´alliance (publicada en1594), una historia ficticia de amor que levanta sospechas sobre la relación que mantuvieron.

Quizás tuvieron una relación sentimental porque él escribe «queriéndola mucho más que paternalmente», « ya no miro en el mundo más que a ella», habla de su cariño «más que sobreabundante», en la « manera vehemente con que me amó y me deseó durante mucho tiempo» y elogia su destreza intelectual. Al menos fue un amor intelectual a primera vista que surgió de la amistad y la admiración mutua. En el capítulo XVII del libro II de los Ensayos le atribuye el título de «hija adoptiva».

Marie ya no tuvo la oportunidad de volver a ver a Montaigne. Sin embargo, mantuvo correspondencia regular con él. Montaigne murió en 1592, pero Marie de Gournay no se enteró de su muerte hasta quince meses después. Françoise de Montaigne, viuda del filósofo, le envió una copia comentada de los Ensayos de 1588 y le pidió que se hiciera cargo de la publicación.

La filósofa se puso manos a la obra para publicar la primera edición póstuma de los Ensayos, complementada con un largo prefacio en el que defiende las ideas de Montaigne (así como su singular manera de combinar latinismos y neologismos) y añadía pasajes de traducciones latinas. Realiza un trabajo notable sobre los ensayos de Montaigne traduciendo las citas latinas, aclarando las referencias, anotando y aclarando el texto.

Tras la muerte de su madre en 1594, viajó con Jean d’Espagnet y su esposa, luego permaneció quince meses en Montaigne, con Madame de Montaigne y su hija Léonor, su «cuñada». «Cuando un hombre es lo suficientemente generoso como para no querer que nadie esté triste cuando muere, es de los que dejan inconsolables a sus seres queridos.»

Cuando Marie de Gournay afrontó graves dificultades financieras, su hermano Charles se vio obligado a vender las propiedades familiares, en particular Gournay en 1608. Fue ella la encargada de gestionar las deudas familiares, provocadas por las guerras religiosas en Francia y los gastos de la formación de su hermano mayor; casar a sus hermanas y administrar la formación militar de sus hermanos. Tras la muerte de su madre, se mudó a París.

Vive en París y está interesada en temas políticos y sociales. Frecuentaba al erudito y hombre de letras y ciencias Henri Louis Habert de Montmor. Juste Lipse, otro famoso estudioso, la presentó a toda Europa como una mujer culta. Pero, en aquella época, era muy difícil para una mujer hacer valer su derecho a “pensar”. También hizo traducciones de Salustio, Ovidio, Virgilio, Tácito, versos sobre sus gatos, sobre Leonora y Juana de Arco, criticó las “Précieuses”, adaptadas por Ronsard, escribió siguiendo instrucciones de los Príncipes.

Se convirtió en una estudiante autodidacta, aprendió las lenguas clásicas y se formó en obras de autores clásicos como Plutarco, Séneca y otros autores del estoicismo, estudió Física, Geometría, Literatura Francesa e Historia. Gracias a estos conocimientos, pudo participar en debates intelectuales, políticos, religiosos y culturales del momento.

Formó parte de los Salones de la Ilustración permitidos a mujeres, donde entró en contacto con otras eruditas europeas que participaban en la vida política y cultural parisina del momento, las denominadas salonniers. Se interesó en temas políticos y sociales. Frecuentaba al erudito y hombre de letras y ciencias Henri Louis Habert de Montmor. Juste Lipse, otro famoso estudioso, la presentó a toda Europa como una mujer culta. Pero, en aquella época, era muy difícil para una mujer hacer valer su derecho a “pensar”.

Utilizó géneros diversos como, por ejemplo, la poesía, la ficción y el ensayo. A través de ellos expresó ideas y sentimientos polémicos, usando la ironía y el sarcasmo. Esto, junto con algunas relaciones con la Corte que mantuvo por interés, la convertiría en una personalidad conocida. También hizo traducciones de Salustio, Ovidio, Virgilio, Tácito, versos sobre sus gatos, sobre Leonora y Juana de Arco, criticó las “Précieuses”, adaptadas por Ronsard, escribió siguiendo instrucciones de los Príncipes.

A pesar de las constantes calumnias (tanto sobre su vida personal como sobre su obra), fue muy prolífica. Se aseguró de construir una red de protectores ofreciendo su pluma a la reina Margarita de Valois, a Enrique IV, a María de Médicis, a Luis XIII, a la marquesa de Guercheville, a los ministros Villeroy y Jeannin, a Richelieu… Obtuvo así el privilegio de publicar sus propias obras. Richelieu le ofrece una modesta pensión real.

Tras haber reflexionado sobre los mecanismos que desacreditaban la palabra de las mujeres, denunció públicamente la sumisión de su sexo, desmontó estereotipos misóginos que menospreciaban a la mujer e identificó estos mecanismos que la infravaloraban. La autora utilizó una técnica ingeniosa con el fin de demostrar la valía de sus palabras, a pesar de la connotación de ser mujer en esta época. Esta técnica consistía en que la autora se basaba en textos o escritos de autores masculinos, clásicos o contemporáneos, y a partir de las obras de estos afianzaba sus palabras. Esto podemos verlo en la interpretación que hace de obras como Virtudes de mujeres del autor Plutarco.

Tras haberse inmiscuido más a fondo en un entorno intelectual comenzó una importante producción literaria, liderada por su voz y crítica propias, acerca de la desigualdad basada entre los sexos; lo que provocó la oposición de los críticos más conservadores. Estos fundamentaron sus ataques en una supuesta modificación de los Ensayos de Montaigne, utilizando como documento comparativo el Ejemplar de Burdeos para demostrar que Gournay había cambiado la obra original de Montaigne para su propio beneficio.

Vivió y pensó como una feminista; y utilizó un recurso propio de autores y autoras de la época como era destinar sus obras a personajes con autoridad en aquel momento; como es el caso del Tratado de Igualdad de los hombres y las mujeres (Égalité des hommes et des femmes, 1622) y, en 1626, Mujeres y duelo de damas (Les Femmes et Grief des Dames) en los que defendía la igualdad absoluta entre los sexos, ni la misoginia ni la «filoginia». En el primer libro, estudia especialmente las diferencias jerárquicas entre los sexos, invitándonos a superarlas. Llevó a cabo una compilación de sus obras bajo el título Les advis ou les presens de la demoiselle de Gournay, publicado en 1641.

Un factor imprescindible de su obra es el hecho de cuestionar un orden establecido que perjudica a la mujer; y reclamar una construcción histórica de la memoria femenina. Fue partidaria de fomentar un espacio de diálogo basado en el respeto y en el rigor intelectual, evitando la agresividad y las ofensas misóginas.

Cuando en 1595 escribió el Prólogo de los Ensayos de Montaigne desde el comienzo, se dirigía de forma decidida a un lector varón y hostil7 con lo que iba a leer, por lo que era totalmente consciente del rechazo que iba a despertar su figura como mujer y escritora.

En la obra Le promenoir de Monsieur de Montaigne (1594) realizó una importante denuncia al matrimonio, como limitación a la mujer condicionada por la supremacía masculina.

La vida de la doncella de Gournay (1616) se trata de una obra autobiográfica en la que narra su vida y experiencias personales; aunque, debido a la polémica que levantó entre los más conservadores de la época, una vez que fue publicada la modificaron estos opositores a Gournay, dejándola en una posición pública que la ridiculizaba. Como respuesta a este ataque, Gournay publicó una copia de La vida de la doncella de Gournay (1641), con la que intentaba recuperar esa buena imagen pública que tenía hasta antes del incidente.

Tratado de Igualdad de los hombres y las mujeres (1622) es una ardua crítica contra el sistema patriarcal, en este tratado defiende que las mujeres y los hombres solo se diferencian físicamente y que si las mujeres no están capacitadas para abordar cuestiones como la ciencia o la filosofía o la política es simplemente porque se les ha vetado el acceso al conocimiento.

En 1626 publicó el ensayo Quejas de las mujeres apostando por la igualdad absoluta entre sexos. Defendió el acceso igualitario de las mujeres a la educación y a los puestos públicos y atacó la corrupción de las cortes, el clero y la aristocracia.

En Agravio de damas (1626) criticó la falta de lectura de los hombres de los textos de mujeres, de ahí la ignorancia con la que hablan de ellas y las condenan a la inferioridad intelectual.

Y, finalmente, en Apología de la que escribe (1626) denunció los prejuicios y obstáculos a los que se enfrentaba la mujer desde la experiencia personal: el hecho de ser mujer, situación económica complicada e interés por conocer y ser reconocida.

En definitiva, los factores que según Gournay explican la subordinación de la figura femenina son: la crianza en un ambiente misógino, la educación y el lugar de nacimiento. Por esta razón, defenderá un sistema educativo que incluya a las mujeres en la vida pública; y que, gracias a ello, pueda contar con una independencia económica del varón, pudiéndose permitir dedicarse a proyectos intelectuales, más allá de la tradición impuesta como esposa y madre.

Soltera por elección en nombre de la escritura, se mantenía sola. Católica, era hostil a los protestantes, pero se codeaba con libertinos como Théophile de Viau, Gabriel Naudé y La Mothe Le Vayer, a quien legó su biblioteca, que había heredado de Montaigne (quien a su vez la había anotado y heredado de La Boétie).

Marie Le Jars nació en París, probablemente no antes del 6 de octubre de 1565. Su padre fue Guillaume le Jars, quien procedía de una familia noble de la región de Sancerre; su abuelo materno y su tío paterno fueron escritores reconocidos. Su madre, Jeanne de Hacqueville, era de familia de hombres de leyes. Su padre llegó a ser consejero y tesorero del rey, compró un castillo y un señorío en Gournay-sur-Aronde antes de morir en 1578. Marie, la mayor de seis hermanos, sólo tenía trece años.

 Por problemas económicos familiares, tras la muerte de su padre, Gournay y su familia se trasladaron al principal señorío del núcleo patrimonial de la familia, un castillo en Gournay-sur-Aronde, de donde tomará su apellido. Sin importarle las disposiciones intelectuales de su hija, su madre educó a Marie siguiendo el «código femenino» de la nobleza de la época, es decir, enseñándoles catecismo y costura. Marie no parece estar satisfecha con ello. Eligió sumergirse en los libros y aprender latín y griego por su cuenta.

Murió el 13 de julio de 1645, a los 79 años, sin haberse casado, rompiendo con la tradición; ya que, como bien indica a lo largo de su obra, consideraba el matrimonio un lastre que impediría una vida dedicada al estudio, por lo que se acogió al celibato. A pesar de las burlas que suponía no haberse casado, se autodenominaba demoiselle (en español, damisela), en forma de protesta contra el impedimento que concebía el matrimonio.

Los movimientos feministas de finales del siglo XX recuperaron su figura y lograron que fuera reconocida no solo como fille d’alliance («hija adoptiva») de Montaigne, sino por el valor por sí misma como escritora, filóloga, traductora, poeta y filósofa.

Escritos sobre la igualdad y en defensa de las mujeres: En este libro se presentan por primera vez en lengua castellana textos fundamentales de un debate que ha recorrido la historia del pensamiento occidental: la polémica de los sexos. En ellos, Marie de Gournay no solo vindica los deseos, necesidades y expectativas de una mujer que buscaba ser dueña de su propia vida, sino que elabora una argumentada defensa de la dignidad y de las capacidades intelectuales de las mujeres. En Igualdad de los hombres y las mujeres y Agravio de damas, analiza la tradición filosófica y el mundo en el que vive argumentando con gran ironía. En Apología de la que escribe y Copia de la vida de la doncella de Gournay, desvela a partir de su propia experiencia los mecanismos de desautorización femenina. Partiendo de un discurso de razón defiende la igualdad de hombres y mujeres e introduce una idea innovadora que abre un nuevo horizonte en el debate de su tiempo: rehúye la polarización de las posturas dominantes y, frente a quienes proclamaban la superioridad de ellas, manifiesta que «se contentaba con igualarlas a los hombres». La autora sostiene que las causas de la desigualdad se asientan en el pensamiento secular clásico, en el religioso y en el ordenamiento político, pues ni la naturaleza ni Dios han declarado a los hombres más valiosos o superiores a las mujeres. Esta teoría incipiente tuvo una enorme proyección durante la Ilustración y se encuentra en la base de múltiples reelaboraciones posteriores que finalmente la han situado en el centro del pensamiento contemporáneo.

 

«Bendito seas, lector, si no eres de ese sexo, al que se le prohíben todos los bienes y la libertad.» –Marie de Gournay

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