por Samir Amin //
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Las elecciones italianas de marzo de 2018 abren un período caótico cuya salida permanece incierta. El país, que hace pocos años era conocido por ser uno de los más “eurófilos” es ahora “euroescéptico” en un 50% o más; la extrema derecha, abiertamente nostálgica del fascismo ha regresado con fuerza, y la derecha parlamentaria clásica imagina sin dificultad su alianza con ella (como en Austria, por ejemplo); el “populismo” (en este caso el Movimiento 5 Estrellas) se caracteriza por una confusión sin precedentes que impide saber cuál es su verdadero programa, si es que tiene alguno; la izquierda está claramente en declive.