Patricio Guzmán S.
El Diario Financiero del 18 de mayo titula: «Anuncio de entrega de alimentos se convierte en un dolor de cabeza para el gobierno» y en la bajada agrega «la gente se agolpó en algunos municipios buscando las cajas de víveres, pero ni los alcaldes ni nadie sabía los detalles. Piñera debió precisar que el despacho será a domicilio. Según el mercado no hay capacidad para repartir 2,5 millones de cajas rápidamente».
Ha habido muchas criticas por la promesa de entrega de dos millones y medios de cajas con alimentos de emergencia, por haber hecho el anuncio sin tener nada preparado, ni las cajas ni la intendencia para distribuirlas. Hubiera sido mucho más rápido distribuir los $30.000 en que valoran cada caja en depósitos o cheques, o que los recursos se entreguen a los municipios. Pero con esto no se podría hacer un negociado a costa de la necesidad de la gente.
El negociado
La caja del gobierno, la valoran en $30.000 pero según los expertos en el Mercado cuesta $19.070. Se quedan de ganancia $10.930, por cada caja con el sobreprecio sobre el precio de mercado.
Por 2.5 millones de caja, calcular lo que gana el empresario por el sobreprecio es sencillo, basta multiplicar los $10.930 por el total de cajas. Eso significa que la sobreganancia es la cifra de $47.675.000.000 que irá al bolsillo de inescrupulosos.
El número de cajas no da
Sebastian Piñera, dijo que se repartirían estas cajas de alimentos al 70% de las familias. Pero los números no dan. De acuerdo con la proyección del INE en Chile hay más de 18 millones de habitantes, de acuerdo con el último censo el tamaño promedio de la familia en Chile actualmente es de 3,1 integrantes. Eso significa que en el país tenemos cerca de 5.800.000 familias,
Dar una caja al 70% de los grupos familiares significa que sería necesario repartir más de 4 millones de cajas. Como es tan evidente que los números no dan los funcionarios del gobierno han salido rápidamente a decir que donde el presidente dijo una cosa en realidad quería decir otra.
Si el anuncio de las cajas era para mejorar la alicaída imagen del presidente Piñera y del ministro Mañasich por el fracaso de sus cuarentenas parciales, y ante el problema creciente de la falta de dinero de muchas personas para poder adquirir los bienes de primera necesidad y pagar las cuentas básicas, y el resultado: la desesperación y el hambre que amenazan nuestra sociedad.
Pero si lo que querían era calmar a la gente y evitar nuevas protestas, lo que resultó fue todo lo contrario cuando las personas se dieron cuenta que todavía no había ninguna caja para repartirles, muchas sintieron el golpe de un engaño y decidieron salir a la calle a protestar contra el hambre y los abusos, a pesar de la cuarentena obligatoria.
Hay más de un millón de personas que quedaron sin trabajo, despedidos y suspendidos de su empleo sin ninguna compensación, gracias a la mal llamada ley de Defensa del Empleo que aprobó el Congreso incluida la supuesta oposición. Esos trabajadores, o la mayoría de ellos, están cobrando un porcentaje de sus anteriores salarios, pero eso será solamente mientras dure el dinero que tenían ahorrado en sus fondos de cesantía, y se les acabará en tres meses, al mismo tiempo el 23% de los y las trabajadores se mantenían por cuenta propia en labores informales están ahora sin ingresos. Estamos ante una bomba de tiempo de corta mecha alimentada por la insensibilidad e ineficacia del gobierno de los grandes empresarios.
El capitalismo es parte de la pandemia.
El coronavirus es solamente la primera de una serie de epidemias globales que nos amenazan favorecidas por los recortes permanentes y la privatización en la Seguridad Social y los sistemas de salud, combinado con la globalización, el crecimiento del transporte internacional de pasajeros y el turismo La pandemia ha venido a develar que el capitalismo agrava los problemas de salud globales. Necesitamos con urgencia políticas públicas socialistas para reforzar el sistema de Salud Público junto al acceso a medicinas a bajo precio, para tener educación gratuita universal de buena calidad, salarios y pensiones que nos permitan a todos vivir con dignidad, para poner fin a la depredación del medio ambiente y la miseria que multiplican los focos de transmisión de patógenos, virus o bacterias, nocivas desde animales salvajes al ser humano. No es asunto menor, la próxima pandemia puede ser más mortífera. El capitalismo es parte de la pandemia.