La crisis diplomática abierta con Cuba engendró la ruptura del sistema público de atención médica de primera necesidad en Brasil, que estaba en parte basado en la presencia de médicos cubanos. Reportaje realizado en Oiapoque, en la frontera con la Guyana francesa, donde la situación es crítica para miles de amerindios.
Marion Briswalter, enviada especial *
Mediapart, 2-4-2019
Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa
El barrio de Nueva Esperanza en Oiapoque no ha sido todavía aplastado por el calor del mediodía. A esta hora, en esta ciudad fronteriza entre la Guyana y el Amapá, el Estado más septentrional del Brasil, padres y niños van y vienen por la calle con bolsas en la mano. Otros, terminan el café de la mañana compuesto por un pequeño café con leche muy azucarado y un sándwich caliente de jamón y queso.
Sentado en canapé de la puerta, en la farmacia donde trabaja, Juan Antonio Lora comienza su jornada tranquilamente bajo el tintineo de las gotas que caen del equipo de aire acondicionado en un balde plástico de margarina reciclado para este uso. Este diplomado en urología de unos cincuenta años, tuvo que reconvertirse por la fuerza hace algunos meses.
Como muchos de sus compatriotas, este nativo de Santiago de Cuba, llegó a Brasil en 2015, en el marco del plan “Mais médicos”, votado por la ex presidenta Dilma Rousseff. El programa abarcaba la atención sanitaria de base de las familias de manera gratuita y tenía por objetivo el de enviar profesionales médicos a los centros de salud que por entonces que no contaban con personal. Los médicos eran sobre todo extranjeros y venían de Cuba y el Caribe.
Pero, durante la campaña electoral, el candidato Jair Bolsonaro encendió la mecha criticando repetidamente la gestión del dispositivo por el régimen cubano. Las declaraciones del que sería más tarde, a partir del 1° de enero de 2019, el jefe del Estado Federal, provocaron a fines del año pasado el llamado a La Habana de más de 8.000 doctores, según la prensa internacional.
En la comuna de Oiapoque, con sus 26.000 habitantes, unos diez cubanos ejercían antes de la crisis diplomática. Hoy, quedan solo dos y ya no prescriben ni auscultan más, pero decidieron quedarse por razones de familia. Jair Bolsonaro había prometido a los expatriados cubanos que les permitiría postular nuevamente a ejercer como médicos, pero la promesa no se ha transformado aún en realidad.
“A fines de diciembre, esperábamos obtener un puesto, pero el gobierno federal se los otorgó a brasileros recién diplomados, en el país o en el exterior. Luego, en diciembre, tendrían que haberse publicado las listas de validación de nuestras demandas, lo que fue postergado a febrero. Tendríamos que haber empezado a trabajar el 26 de febrero, pero no ha pasado nada”, cuenta Juan Antonio.
Aunque el régimen cubano se quedara con 75% de su salario mensual, Juan Antonio lamenta que su contrato no haya sido renovado. Al cabo de tres años de ejercicio, decidió irse del pueblo amerindio de Kumarumã, con cerca de 2.000 habitantes, ubicado en la selva fluvial, a casi un día de distancia de la ciudad mercantil y pesquera de Oiapoque. Ahora, ningún médico trabaja en el centro de salud de Kumarumã, en el que solo quedan enfermeros.
La situación crítica se vive en otros parajes autóctonos de la localidad. “Es problemático porque las condiciones sanitarias se ha degradado en esas zonas. Hay muchos niños. Hay muchos casos de gripe, de diarrea, de mordeduras de serpientes y de escorpiones. Hay también mujeres embarazadas que necesitan un seguimiento médico. La medicina local le da un lugar primordial a las parteras, pero yo estaba allí para los casos de urgencia”, sigue diciendo quien ejercía como médico.
Cuando se enferman, los habitantes de Kumarumã no tienen más remedio que ir hasta el centro de Oiapoque, “pero no siempre tienen combustible para la piragua”, comenta Juan Antonio. También habla de una atención “discriminatoria” de los nativos porque cuando necesitan consultar a un especialista en Macapá, capital del Estado de Amapá, deben viajar medio día de autobús durante la estación seca. Más de 24 horas cuando las lluvias torrenciales devastan la carretera departamental, de roca de laterita
“¡Aquí, la situación sanitaria fue siempre muy complicada, pero desde hace unos meses es peor aún! Si una mujer necesita una cita con un ginecólogo, tiene que esperar dos o tres meses”, dice Simone, una vendedora de tapioca y de harina de mandioca en el mercado de Oiapoque. La precariedad es flagrante en esta localidad, así como la deficiencia de los servicios públicos, muy por debajo de las necesidades de la gente.
Según el Instituto Brasileño de Geografía y de Estadísticas (IBGE), la mortalidad infantil promedio es de 13 por 1.000 (tres veces más elevada que en Francia).
La presencia de profesionales, aún para casos de rutina o de “base”, es esencial en ese rincón de la Amazonia, desierto de especialistas y entregada a las clínicas privadas prohibitivas. “Es cierto que hubo puestos vacantes, pero hoy no hay más problemas. De los seis puestos vacantes, solo nos falta un médico”, relativiza la coordinadora de los centros de salud de Oiapoque, Fernanda Soares. La “perspectiva” del secretariado de la salud de Oiapoque consiste en proveer la comuna, a mediano plazo, con “once médicos”, o sea el doble de la cifra actual.
En Vila Vitória, los habitantes esperan desesperadamente los refuerzos desde que se fue la doctora cubana. “La población espera con mucha impaciencia”, nos cuenta Patricia, la enfermera del dispensario. Vila Vitória es un barrio de unos 1.500 habitantes que surgió de la nada hace algunos años. Está a diez minutos en piragua a motor, aguas abajo del centro, frente al hermoso pueblito guyanés (francés) de Saint-Georges-de-l’Oyapock.
En un entorno natural particularmente agradable y bonito, ese barrio aislado no cuenta con infraestructuras atractivas. A los profesionales jóvenes no les interesa instalarse en él. Esa situación recuerda la situación de miles de guyaneses (franceses) de los pueblos fluviales situados en el interior del territorio.
“Necesitamos un jefe en este centro de salud. La gente no puede ir al hospital sin una orden. Hay mujeres embarazadas, personas hipertensas y diabéticos que necesitan tratamiento y vigilancia regulares. El mes pasado, una doctora de Oiapoque vino dos veces. Pero solo atendió los casos más graves”, recuerda Patricia.
“Bolsonaro quería demostrar que no necesitaba de Cuba, pero algunos médicos brasileros no respetaron nunca su nominación o, a veces, vinieron y se fueron enseguida porque estaban demasiado lejos de sus casas o no tenían el confort al que pretendían, ni tampoco internet. Hay 2.000 puestos vacantes actualmente, y más de 2.000 cubanos que se quedaron en Brasil…”, dice amargamente Juan Antonio, quien afirma que sus compatriotas y él mismo están dispuestos a trabajar. “Hemos sido formados para trabajar en todas las condiciones posibles, incluidos los lugares de pobreza extrema.”
En la calle, el sentimiento de los transeúntes es similar. Varios habitantes de Oiapoque alaban las cualidades de los profesionales cubanos. En cambio, sus compatriotas brasileros no son apreciados. “Solo vienen por el dinero, el dinero, el dinero”, dice en el mercado un hombre de unos setenta años.
En Amapá, un Estado pobre y más vasto que la Guyana –donde uno de cada tres electores votó por Bolsonaro en la primera vuelta de las elecciones de 2018-, 73 médicos extranjeros, según O Globo, fueron nombrados el año pasado en el marco del programa “Mais médicos”, en una cuenca poblacional de 700.000 personas. Entrevistado por Mediapart, el secretariado de la salud de Oiapoque, no quiso indicar la cantidad de puestos vacantes en el territorio de la comuna.
El 7 de febrero, el ministro de la salud, Luiz Henrique Mandetta, prometió en una entrevista a O Globo, que “el Brasil profundo” sería especialmente considerado, o sea, algunos estados del norte, “Roraima, Acre, Amapá”. En Brasil Novo, uno de los barrios de la periferia de Macapá, ciudad por la que pasa exactamente la línea imaginaria del ecuador, unos 13.000 habitantes “no tienen médico desde hace dos o tres meses. Ya no hay más visitas a domicilio, tampoco”, dice una profesional de la salud entrevistada por Mediapart.
* Periodista independiente radicada en la Amazonia francesa. Trabaja sobre temas que particularmente cuestionan los Hombres, sus raíces, la economía y el medio ambiente.