Los «días de julio» – ricos en lecciones para hoy día
La revolución nunca se desarrolla en línea recta
Peter Taaffe, Secretario General del Socialist Party, Londres
Entre febrero y octubre de 1917 hubo muchos giros agudos en la situación en Rusia. En abril, el gobierno de coalición de «socialistas» – Los Social Revolucionarios (SR) y Mencheviques (minoría), con los ministros capitalistas, continuaron la sangrienta primera guerra mundial.
Sin embargo, la masa de trabajadores, junto con los campesinos, especialmente los diez millones de soldados, estaban absolutamente exhaustos por la guerra y anhelaban el fin de la masacre, pero incluso el consejo de obreros y campesinos, el soviet, que era dominado por los SR y mencheviques, apoyaban en realidad la continuación de la guerra.
Esos partido también eran hostiles a las demandas de los obreros, por ejemplo, por el día de ocho horas. Inicialmente los capitalistas retrocedieron frente a esta antigua demanda de los trabajadores. Muchas veces en la historia, enfrentados con la avalancha de las masas, las clases poseedoras se han inclinado con el viento, solo para socavar más tarde cualquiera fueran las «reformas» que hayan concedido temporalmente. Lo vemos en Francia, hoy en día, con la llegada al poder del gobierno derechista de Sarkozy, como las 35 horas concedidas antes por el gobierno socialista de Jospin, serán destruidas si el gobierno consigue su propósito.
Una jornada laboral más corta es vital para la participación de las masas en la toma de decisiones y su implementación en la práctica, especialmente en un periodo de revolución. Si la clase trabajadora está encadenada a la fabrica o a la oficina, como es el caso, hoy en día, hay poco o nada de tiempo sobrante para participar en la «vida cívica», en los sindicatos o en los partidos políticos. Gran Bretaña tiene la semana laboral más larga en Europa Occidental. Muchos trabajadores se ven obligados a tomar dos e incluso tres trabajos para mantener su cabeza sobre el agua.. Y, sobre la base del capitalismo, podría empeorar mucho. «Estamos en las primeras etapas de una tendencia hacia jornadas más largas que podría durar por los próximos 30 años o más» (Hamish McRae, The Independent).
Una posición de principio
El primer congreso pan ruso de los soviets el 3 de junio de 1917, dominado por los SR y Mencheviques, se negó a ratificar la jornada de ocho horas diarias. Este y otros asuntos indignaron a las masas, especialmente en Petrogrado, y provocaron el aumento del apoyo a los bolcheviques. Al comienzo de la revolución, como explicó Trotsky: «No solo en los soviet de soldados, sino también en los soviets de obreros, la fracción bolchevique generalmente constituía el 1-2%, a lo más el 5%. A los cuerpos dirigentes de la democracia pequeño burguesa [Mencheviques y los llamados Social Revolucionarios] les seguían por lo menos el 95% de los obreros, soldados y campesinos que participaban en la lucha».
Desde el comienzo, los bolcheviques fueron atacados sistemáticamente porque expresaban los verdaderos intereses de las masas por el pan, la paz, la tierra y la libertad. A pequeña escala, hay un elemento de esto presente hoy en día, especialmente en los sindicatos en Gran Bretaña. Los miembros del Socialist Party y otros militantes son los destinatarios de los ataques tanto de los empleadores como de la burocracia sindical conservadora.
Por ejemplo, en el sindicato nacional de profesores antiguos «izquierdistas» han tendido a unirse con la dirección. Los miembros del Socialist Party en ese sindicato se han mantenido en contra de sus embustes sobre el asunto de una pronta votación sobre la huelga por un aumento salarial. Esto les ha válido la acusación de «sectarismo» por parte de esta «coalición» que incluye prácticamente cualquier otra tendencia política en el sindicato.
Irónicamente incluye al Socialist Workers Party, famoso por su real sectarismo asi como su aproximación denunciatorio hacia otros. Pero los marxistas siempre han sido acusados de ser «sectarios» siempre que se atreven a decir la verdad a la clase trabajadora. Esto invariablemente va asociado con intentos de perseguir a los marxistas en los sindicatos, como ahora es el caso en UNISON.
La clase obrera
Los bolcheviques ignoraron a los parlanchines parlamentarios en la cumbre del movimiento de trabajadores y concentraron su atención en las masas y particularmente en los millones y decenas de millones más oprimidos. Toda la prensa, incluidos los periódicos de los Mencheviques y Social Revolucionarios desarrollaron una brutal campaña contra los Bolcheviques.
Incluso durante los primeros meses después de febrero, hubo un torrente de calumnias, sugiriendo que transportes cargados de oro habían sido entregados a los Bolcheviques en Alemania y que Lenin se ocultaba en un aeroplano alemán. ¡Esto incluso llevó a soldados y marineros a amenazar con pasar por la bayoneta a Lenín y otros dirigentes del Bolchevismo!
Pero la brutal experiencia de las masas en las trincheras y las fabricas provocó la desilusión con los otros partidos. La indignación de ayer del soldado y el marinero contra los Bolcheviques se transformó en devoción apasionada por ellos y la disposición desinteresada a seguirlos hasta el final. Y, por otro lado, el odio de las masas por el partido capitalista Cadete fue transferido inevitablemente a sus aliados, los Mencheviques y SR.
En la lucha contra el impuesto por cabeza [poll tax] en Gran Bretaña a fines de 1980 y comienzos de 1990, y en la épica lucha de 1983-1987 de Liverpool, Militant, ahora el Socialist party, experimentó algo similar. De una pequeña fuerza, pasamos a ser la tendencia política dominante en la lucha de Liverpool.
Esto no se consiguió mediante maniobras, como siempre han argumentado nuestros oponentes de derecha y reformistas, en ese momento y desde entonces, sino ganando apoyo a través de argumentos y acciones de masas de trabajadores con perspectivas, programa , estrategia y tácticas correctas, y la disposición de «ir hasta el final» en la lucha contra Thatcher. Lo mismo se aplica en la lucha del impuesto por cabeza, donde fue Militant, no las organizaciones de la pequeña izquierda dedicada a la palabrería, que existía entonces y existe hoy día, y ciertamente no los «parlanchines» del Partido Laborista parlamentario, quien condujo un movimiento de 18 millones de no-pagadores – un movimiento de masas sin precedentes. Esto no solo derrotó el impuesto por cabeza sino redujo a Thatcher y a su gobierno a escombros.
Cambios en la conciencia
En 1917, las masas trabajadoras, que aprenden rapidamente en una revolución, transfirieron sus esperanzas a los Bolcheviques, que crecieron rapidamente. De 2.000 miembros en Petrogrado en febrero de 1917 – algunos historiadores llevan ala cifra a 3.000 – crecieron a 16.000 (con 79.000 a nivel nacional). Para los días de julio, los miembros del partido Bolchevique llegaban a 200.000.
La indignación de las masas contra el gobierno se reflejó en junio; el 18 de ese mes una masiva manifestación de entre 500.000 y 800.000 trabajadores marchó a través de Petrogrado. La mayoría Menchevique y SR se había visto obligada a convocar la manifestación, como una manera de adelantarse a otra propuesta por las masas de Petrogrado bajo la influencia de las bases Bolcheviques. Pero erraron el calculo completamente.
Cuando los «delegados al congreso reunidos en los Campos de Marte, leyeron y contaron las banderolas» (Trotsky). Durante la manifestación, los primeros lemas Bolcheviques fueron recibidos con medias risas por los dignatarios del soviet, pero «los mismos lemas se repitieron de nuevo, y de nuevo. ‘Abajo con los ministros capitalistas’ y, más importante, ‘Todo el poder a los Soviet’ (Historia de la Revolución Rusa de Trotsky)
Historiadores pro capitalistas reaccionarios sugieren que la revolución surge ya sea de la «conspiración» o como resultado de la «agitación» de un partido revolucionario. Sin embargo, la revolución tiene lugar de acuerdo con claras leyes. La masa de la población puede desconocer esas leyes pero los cambios en la conciencia de masas resulta en primer lugar de desarrollos objetivos. Esto se puede anticipar y explicar de antemano con la teoría marxista.
Los días de junio de 1917 condujeron directamente a la «semi-insurrección» de julio. Esto fue similar a lo que ha pasado en revoluciones anteriores: los ‘días de junio’ en la revolución de 1848, el ‘levantamiento espartaquista’ de enero de 1919, y los ‘días de mayo’ en Barcelona en 1937.
Las masas trabajadoras son concientes de haber hecho una revolución, derrocado al viejo régimen, pero las conquistas les están siendo arrebatadas de las manos. Por lo tanto salen a las calles para impedirlo. Esto es lo que ocurrió a principios de julio de 1917, especialmente en Petrogrado.
Más que una indicación que los Bolcheviques estaban, en esa etapa, dispuestos a «tomar el poder», como sostiene el historiador derechista Richard Pipes, los Bolcheviques y Lenín en particular hizo cuanto pudo en esa etapa para poner los frenos.
Había una impaciencia masiva en las filas de la clase trabajadora que exigía: «¿Porqué no se ocupan ustedes de esto?», teniendo en mente no solamente a los Mencheviques y SR, sino también los cuerpos dirigentes de los Bolcheviques. Pero un intento de derrocar al gobierno provisional en esa etapa era prematuro.
La revolución de 1905, un ensayo general para 1917, había fracasado en parte porque los campesinos no estaban preparados para apoyar completamente a los obreros. En julio de 1917 Petrogrado estaba a la cabeza del resto del país. El 21 de junio, Lenin llamaba en el periódico Pravda a los obreros y soldados de Petrogrado a esperar hasta que los acontecimientos «nos deberían traer las reservas pesadas al lado de Petrogrado»
Al mismo tiempo el gobierno estaba tratando de mover a los destacamentos revolucionarios desde Petrogrado al frente de guerra. El estado de ánimo de la clase obrera subió hasta un estado de agitación extrema, con exigencia de acción por los soldados armados: ¡Vamos, pongámoslos en movimiento!». Cuando los Bolcheviques trataron de frenara a los obreros, hubo gritos de ¡Abajo con esto! Otra vez ustedes quieren posponer las cosas. ¡No podemos soportar esto por más tiempo!
Los Bolcheviques entonces hicieron un zig-zag. Reconocían que los obreros impacientes de Petrogrado, que dieron dos tercios de los votos en los soviets a los Bolcheviques a principios de julio, estaban determinados a salir a las calles para enfrentar al gobierno. Debido a eso, concluyeron que tenían que colocarse a la cabeza de la manifestación.
Lenín es condenado por el historiador Pipes como un «vacilante desesperado», incapaz de decidir su mente en junio y julio. Por el contrario, Lenín se opuso a la manifestación al comienzo pero luego, reconociendo el estado de ánimo de las masas, instó a los Bolcheviques a dirigir la manifestación con objeto de mitigar el daño.
Cuando la masiva manifestación del 4 de julio tuvo lugar fue acompañada por una furiosa ofensiva de propaganda capitalista denunciando el «intento de toma del poder» de los Bolcheviques. Lenin y los Bolcheviques estaban en posesión de «fondos alemanes» y las manifestaciones callejeras de julio habían sido «dirigidas por los alemanes».
Los manifestantes fueron tiroteados y fue lanzada una ola de represión, incluyendo la muerte de un joven bolchevique. Esto con el apoyo de «toda la prensa socialista», esto es los periódicos de los Mencheviques y los SR. Un editor de un periódico escribió confiado en ese entonces: «Los Bolcheviques están comprometidos, desacreditados y quebrados. Más que eso, han sido expulsados de la vida rusa, sus enseñanzas se han demostrado un fracaso irreversible» (Los Bolcheviques llegan al poder, por Alexander Rabinovich)
La represión y el «mes de la gran calumnia» fueron lanzados contra los trabajadores y los Bolcheviques. Algunos de ellos, como Lenin, se vieron obligados a pasar a la clandestinidad y otros fueron encarcelados. Otro historiador. Orlando Figes, acusa: «Lenín siempre fue propenso a sobrestimar los peligros físicos contra sí mismo; en este sentido el era algo cobarde. No se puede decir que su vida estuviera alguna vez en riesgo directo durante ese apurado verano.
El mismo historiador «objetivo» escribe un párrafo después: «Sin embargo, dad la frenética atmósfera anti-bolchevique, no es difícil ver porqué Lenín debía estar tan preocupado por su seguridad personal. Este fue un tiempo de ley de linchamiento y la prensa tabloide estaba llena de caricaturas mostrando a Lenín en el patíbulo».
Lenin se rehusó a presentarse ante las cortes en esa etapa, que hubieran estado compuestos de los más implacables enemigos de la clase obrera, los campesinos y los Bolcheviques, lo que era enteramente correcto. Como comentó Trotsky: «Es suficiente recordar el destino de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg». Estos dos grandes líderes de la revolución alemana fueron asesinados por Junkers reaccionarios, lo que efectivamente decapitó la revolución alemana. Lenín se escondió no por preocupación consigo mismo sino porqué lo que estaba en cuestión para la revolución. Para él, los intereses de la revolución eran supremos. Si ni Lenín ni Trotsky hubieran sobrevivido, la revolución rusa hubiera naufragado.
El látigo de la contrarrevolución
El periodo posterior a julio fue un ‘festival de la reacción’. Pero las fuerzas de la contrarrevolución no eran suficientemente fuertes para aplastar a los Bolcheviques y las organizaciones obreras.
La campaña de injurias contra los Bolcheviques tuvo algunos ecos – pero por supuesto no en la misma escala – en todos los grandes movimientos sociales y de clase pasados en Gran Bretaña. Miren las calumnias de Arthur Scargill y los mineros por el periódico The Sun, la Televisión y la radio durante la heroica huelga de 1984-85. Tony Benn fue descrito como ‘Hitler’ cuando se presentó para la dirección del Partido Laborista a comienzos de los años 80.
De manera parecida, todos los periódicos capitalistas nacional y localmente calumniaron a los Militant de Liverpool durante su lucha épica, llegando a su cima cuando Kinnock atacó a Militant en 1985. Esto no impidió que los marxistas de Liverpool ganaran cada elección bajo la denominación del laborismo – que era un partido obrero en la base en ese periodo – cuando estaban en el poder durante los años 1980.
Asimismo, la represión y las injurias no quebraron a los Bolcheviques o a la clase obrera rusa. Algunas veces, como señalo Kart Marx, la revolución necesita el látigo de la contra-revolución. La contrarrevolución posterior a julio de 1917 culminó en el intentó del general derechista Kornilov – el corazón de un león y el cerebro de una oveja – de tomar el poder del gobierno en agosto de 1917.
Pero el golpe de Kornilov fue derrotado por la clase obrera con los Bolcheviques jugando el papel más prominente. Hubo un desarrollo similar en la revolución portuguesa cuando el general derechista Spinola intento tomar el poder de la coalición socialista-comunista en marzo de 1975. Fue derrotado por la deserción de sus propias tropas. Como las tropas de Kornilov en 1917, se negaron a pasar a la acción apoyando a Spinola una vez que les explicaron la verdadera situación.
Los acontecimientos de agosto de 1917 llevaron a la preparación de la revolución de octubre, que será el tema de un próximo artículo. Sin embargo, como todas las fases de la revolución rusa, los días de julio son ricos en lecciones para futuras luchas. Por supuesto, Rusia en 1917 estaba lejos de los países industriales avanzados de Europa, japón y los EEUU hoy día – era un país atrasado dominado por campesinos.
Pero las leyes de la revolución y la contra revolución bajo el capitalismo tienen relevancia en todos los países y épocas. En los últimos 90 años, ha habido muchas oportunidades para la clase trabajadora de seguir los pasos a los obreros rusos de 1917. Pero, a diferencia de 1917, debido a direcciones erróneas no se aprovecharon las oportunidades de efectuar el cambio. Incluso algunos comentaristas capitalistas hoy día tienen la vaga preocupación que debajo del brillo y los fuegos artificiales económicos su sistema es inseguro.
Jeremy Warner, en la sección de negocios de The Independent del 23 de junio, explica «Porqué desempolvé mi «Das Kapital» «. Él dice: «El mundo como era entonces [la revolución industrial del siglo XIX] no carece de paralelos en la economía sobrealimentada de hoy día, y, después de décadas de salvajismo, es posible que algunas de las ideas centrales de Kart Marx podrían gozar de algún renacimiento». Él se apresura a añadir: «No estoy hablando aquí acerca del comunismo revolucionario». Dios no lo permita!
Pero el capitalismo está preparando el terreno para las ‘rupturas sociales’, esto es, movimientos de masas con la amenaza de la revolución, por todo el globo. El mismo Warner escribe acerca de «nuevas y bastante inesperadas formas de conflictos de clase y envidia».
Rupturas, revolución social, no solo son posibles sino probables en el futuro. Serán diferentes de muchas maneras a 1917. Pero los procesos serán similares a los grandes acontecimientos de 90 años atrás.
La nueva generación de jóvenes y trabajadores en particular deben prepararse para esos acontecimientos estudiando la verdadera historia de la revolución rusa.