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La necesidad de una orientación revolucionaria y la urgencia de la unidad inaplazable

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por Faber Diaz
Junio 2024

Hace ya, casi un siglo uno de los grandes hombres que nos muestra la historia escribió lo siguiente: «La crisis de la humanidad es la crisis de la dirección revolucionaria».

Esta reflexión original y magnífica de Trotsky, cruza ya dos siglos y su impronta propositiva sufre, aún, su espasmo doloroso, tanto en lo referente a su enseñanza estratégica demostrada, como en la ausencia de su comprensión fundamental y necesaria, para llevar adelante las luchas por la emancipación social y su victoria revolucionaria.

Cuando un teórico, político, estadista y combatiente revolucionario de esa estatura planetaria, entregaba ese desafío para ser incorporado a nuestros saberes políticos, ponía en el tapete de su presente y de su posibilidad como futuro, todo el panorama del siglo que le tocó vivir y que hoy, en su porfiada permanencia, nos invita a entender esa elaboración y previsión revolucionaria.

Un hombre visionario como él, supo comprender la esencia, fortaleza y continuidad contradictoria del capitalismo.

Y junto con esa lucidez didáctica manifiesta, supo proporcionar, también, los instrumentos conceptuales y políticos, que podían debilitar y romper la maquinaria acerada, de este sistema de explotación.

Supo visualizar un sistema con su propia fuerza viva y muy cambiante, que arrastraba y sigue arrastrando con él , su implacable realidad y su insustancial apariencia. También, su botín de ganancias privadas, y como contrapartida socializada, sus miserias andantes, en el carro de la ignorancia, la explotación, las injusticias y los dolores, que afectan a todos los que viven de su trabajo.

La humanidad ha sido y sigue siendo, testigo de todos los vaivenes y bandazos del capitalismo, en su irregular desarrollo, que abarca ya, distintos siglos.

Su naturaleza y dinámica continúa proyectando, hoy en día y a cada paso, su esencia y forma, desprovista de humanidad y desgastada por el paso del tiempo.

En todo su devenir sistémico pardusco, contradictorio y brutal, ha mostrado y sigue mostrando lo que en esencia es, como realidad y forma de vida.

Un sistema capitalista, dúctil y acomodaticio, a todas las variantes, exigidas por el sinuoso transcurrir de un mundo siempre cambiante, sigue estando aquí, como modelo sangriento y pertinaz, lastimando la razón de los siglos.

Este armatoste caníbal y oscurantista, ha logrado superar todos sus conflictos propios, y en cada crisis, adecuarse a su presente, con relativa tranquilidad, modificando sus formas, pero manteniendo su naturaleza.

Esto lo ha podido lograr, exclusiva y fundamentalmente, porque no ha tenido enfrente, (con escasas e históricas excepciones), una contraparte poderosa, que armada con la fuerza transgresora del conjunto de los trabajadores, le cierre el paso a su recomposición y se levante como un instrumento real de lucha, inversamente proporcional a sus designios dominantes y siempre mortales.

Esta silenciosa orfandad comprobada de su ausencia objetora y revolucionaria, ha significado, para la misma clase trabajadora y el pueblo, un inmenso salto hacia atrás, indesmentible.

Y este retroceso histórico, no sólo se continúa midiendo de acuerdo a su estancamiento social y político palpable, también, y muchas veces, en relación a su retroceso comprobado, en todos los ámbitos de la actividad humana.

Y junto, con esta realidad expuesta y conocida, debemos agregar, todo lo que concierne, a su nivel de conciencia colectiva, que alguna vez tuvieron, y pusieron a prueba.

Si hacemos un desglose necesario, para entender los pasajes nebulosos recorridos, en los cuales se desnuda la falsa mancomunion, entre el sujeto político práctico, y el llamado sujeto histórico, podemos desbrozar y mostrar una realidad, muchas veces, maquillada o tratada de borrar, en razón a oscuros intereses ocultos de ciertos aparatos partidario , en una época, ya vivida.

Desde hace mucho tiempo, hemos sido testigos, que en el transcurrir de ciertos procesos de cambios, nacionales e internacionales, han pasado inadvertidos, procedimientos políticos premeditadamente soslayados, que deben ser tomados en cuenta y reconocidos.

Precisemos y enfrentemos la cuestión ¿Acaso, no han sido, las proposiciones de emancipación social, surgidas desde los mismos trabajadores, las cuales, al ser frustradas, en su devenir político, han permitido dar tiempo e insuflar nuevos aires a las clases patronales? ¿Qué papel han jugado en estas iniciativas abortadas, los aparatos partidarios, que han vociferado ser, por gracia divina, los únicos representantes confiables del proletariado a nivel local y mundial?

Los pequeños armadores de múltiples fracasos del pasado, hasta hoy, no sueltan prenda, se encogen de hombros y miran hacia otro lado. Pero, su responsabilidad, ya sea por ineptitud, ya sea por resguardar sus propios intereses, ajenos a la clase trabajadora, ha quedado marcada en el transitar de las luchas sociales.

La historia no desmiente, su papel solapado de falsedad, escamoteo y utilización de la misma clase, a las cuales se ufanaban de representar. Han sido, sin lugar a dudas, los aparatos partidarios largamente reconocidos aquellos de las consignas falsas y banderas descoloridas, los absolutos responsables ,de las derrotas populares de ayer, y por cierto, no admitidas.

Hoy, esos mismos con presencia representativa ínfima, mantienen, todavía, colgando del recordatorio de su pasado ,una historia que es ya, ajena e irrecuperable.

Se impone, entonces complicidad de una amnesia insultante. Siendo éstos, los grandes responsables de esos fracasos históricos, el olvido y la desfachatez de hoy, reemplazan el disciplinado entusiasmo aparatista del ayer. Guardan silencio de un pasado, en el cual, arropándose en ese insustancial «subjetivismo histórico» y presumiendo ser los preclaros portadores de la conciencia de clase, condujeron a los trabajadores y a las masas, a estruendosas derrotas, e incluso, a derrotas estratégicas.

Esas mismas iniciativas de transformación, prematuramente abortadas y finalmente, dejadas de lado, han posibilitado que las clases dominantes burguesas, en su momento, confundidas e inquietas frente al peligro de una crisis inesperada, hayan podido vadear una situación compleja, sostener el impasse y renovarse como clase patronal dominante.

Las clases dominantes saben por experiencia propia, que cierto tipo de renovación, siempre es posible y necesaria, sobre todo, cuando está en juego la propia sobrevivencia. Y esta renovación urgente de los dueños del poder, se ha expresado en temas, contenidos, nuevos centros de influencia social y dominio ideológico, tácticas, mensajes comunicativos manipuladores y engaños rearmados, que en su sentido de herramientas y maniobras útiles, han permitido a los exploradores de siempre, salir del paso, retomar la iniciativa y desde una nueva posición de fuerza, volver a golpear al conjunto de los trabajadores.

Entonces, para ellos, los triunfantes en la lucha de clases, todo es reanimación y fiesta ,en una puesta en escena ,en donde proliferan las risas , la soberbia, los bailes y los manjares.

Y al otro lado del espacio del combate de clases, (el real y no el electoral) ese campo minado, en que el dolor se hace carne, el que agrupa a los ya vencidos, a los precarizados, a los que sobreviven en el mundo de abajo, los explotados y los desposeídos, todos sin distinción alguna, vuelven a compartir el ritual de la derrota.

Debemos asumir hidalgamente que desde hace ya, mucho tiempo, no está presente en las luchas, tanto locales, como mundiales, un contrapeso práctico y decisivo de solidaridad de clase, frente al peso explícito del mundo patronal.

Y por lo tanto, todos los fuegos de artificios y el triunfo coronado, siguen estando en los bolsillos de esa cofradía minoritaria explotadora. Y esta realidad penosa, tiene como agregado reconocido, el hecho de que las determinantes luchas sin fronteras, están clavadas en el olvido transitorio, y por ahora, tristemente desaparecidas.

Es una desgracia galopante, que a pesar nuestro, una y otra vez el fantasma de Sísifo y su roca eterna, se actualice hoy, con su pesadez neoliberal aplastante, volviendo a imponer, los momentos de incertidumbre a la clase trabajadora y a la población en general.

Y lo que alguna vez, fue el llamado internacionalismo proletario, armado con el prístino combate por la vida y la humanidad, hoy como presente y efecto contrario, producto de las innumerables derrotas obreras y populares sufridas, toma la contracara de la realidad y la palabra, y se convierte en internacionalismo «propietario».

Un particular tipo de «internacionalismo”, que es sórdido, monetario y agiotista, cuyo sostén y leitmotiv, en el gran cubil del capital mundializado, sólo es, el interés privado, el afán de lucro y su demencial acumulación de toda moneda fiduciaria verde.

Es cierto que en la historia, propiamente tal, victorias y derrotas no tienen de ningún modo, valor de pruebas. Pero es cierto, también, que las ocasiones malogradas, en las luchas por intereses de clases irreconciliables, dejan sus huellas imborrables en la conciencia y ánimo de los explotados y desposeídos.

Cuando las grandes derrotas estratégicas proletarias, se conjugan con extensos retrocesos sociales, tenemos como resultado, este pernicioso encuadre actual. Y no hay desacople posible, entre las luchas dadas por hacer avanzar a la humanidad y la contrarreacción de los poderosos, sólo para mantener sus privilegios.

Una fugaz mirada a la realidad implacable, nos reafirma, que avance y retroceso, se siguen una a la otra, como su sombra.

Hoy en día, todas las reconocidas transformaciones impuestas por el capitalismo, en el campo político y económico, nos exige una actualización
urgente de todos los conocimientos posibles.

Y de acuerdo, a una actual apreciación analítica de la realidad presente, debemos esforzarnos por recomponer y reformular nuestras líneas políticas y precisar una estrategia clara y definida que oriente el sentido de nuestras luchas.

Tal vez, una aproximación elemental, a las profundas modificaciones, que hoy ,son parte de todas la convenciones que se viven ,pueden ser meditadas, en tanto origen y razón.

Al tocar techo el modelo de producción industrial, el capitalismo, buscó y encontró, otro polo de acumulación de ganancia privada. Esta puesta en marcha de su necesaria readecuación y recomposición, tuvo como punto de partida, desechar lo ya no utilizable; desestructurar parte del campo generador de sus ganancias privadas; incorporar nuevos instrumentos tecnológicos útil a las ganancias; instalar todas las nuevas cadenas de valores surgidas del nuevo paradigma del gran capital; orientar su acumulación hacia la financierización del mismo capital, e imponer las formas de control y administración necesarias para su desarrollo.

Este nuevo lecho de Procusto capitalista, en el cual se acomoda la hermosa vida de la sociedad en su conjunto, a los intereses de un poder omnímodo minoritario, siempre ha llevado consigo, su inevitablemente, agonía de sufrimientos.

Pero, el poder y el dominio transformador, siempre necesitan algo más. Era necesario, un gran ente director que impulsara y orientara el
conjunto de los nuevos y antiguos negocios acumulativos.

Y, he aquí, que el renovado capitalismo, armó su nuevo ayudante de cámara, el cual como alabardero, siempre dispuesto, necesario y fuerza ad hoc (adecuado) y de utilidad extrema, se acuñó por gracia celestial del imperialismo, como Neoliberalismo.

Este transnacional instrumento político-económico, fue y sigue siendo, con la mano armada siempre del dólar, el gran ordenador y corrector de la vida planetaria, hasta ahora.

Este llamado neoliberalismo, trajo como consecuencia una modificación profunda, en todos los ámbitos de la vida social. Y una de las modificaciones sustanciales, entre otras, que se desprende de este actual paradigma, es el que concierne al papel que cumple toda la política mundial, digitada por los marionetistas del norte.

La dinámica feroz y transmisible del capitalismo, tuvo otra vez, una nueva zancada en los interines de la historia. Hilvanada ya, en la Trilateral de los años setenta, y de costura afinada en el Consenso de Washington de los años ochenta, ambas como instancias decididoras del poder imperialista, rearmaron el mundo a su imagen y semejanza.

Ambas imposiciones armadas, como necesidad cambiante del mismo sistema capitalista y sobre todo como resultado de la debilidad coadyuvante de los trabajadores del mundo, fueron los epítomes, de las intenciones modificadoras del gran capital mundializado

Todos los ajustes estructurales del siglo pasado, tocaron al conjunto de la vida social de los pueblos. Y su irradiación multifacética, se extendió a toda forma de organización productiva; a la ideología que se desprende de ésta; a la teoría y al discurso impuesto; al otrora Estado de beneficencia transformado hoy, en Estado de control y seguridad interna; a la transfiguración de los partidos políticos, etc.

Y como correlación y tarea extensiva coaccionante, estas modificaciones, también, tuvieron su reflejo inmediato en la fragmentación de la vida social comunitaria; y en la progresiva debilidad y parálisis de la respuesta social organizada, frente al ramalazo político y económico puestos en acción.

Además, y siguiendo el orden del nuevo armatoste impuesto, se modificaron todas las formas pasadas de representación social y del papel, que hasta ese momento tenían, todos los partidos políticos imbricos en el sistema.

El carácter y forma de los partidos políticos de antaño, en términos programáticos, de su ubicacion y relación con clases sociales determinadas
y de su correspondencia con el Estado, dejó de existir.

Hoy en día, las formaciones de todas las cofradías partidarias conocidas, son en su expresión y sin vergüenza alguna, administradoras y reguladoras fieles ,de un sistema nacido del poder capitalista. Sus actos públicos y privados demuestran ser, ya no inconfesos amantes furtivos del capital, sino una expresión de él mismo.

Todos en igual medida, no hacen más que expresar el reconocimiento implícito de todos los postulados ideológicos del mismo sistema. Y además, como si no fuera la cosa, tanto los carcamanes embusteros, como los conocidos retoños, igual de mentirosos, todos con chapa de «aguerridos» militantes, ni se arrugan, por el hecho de ser, exquisitos deglutidores de toda plata dulce e insignes trepadores en este Shangri-La posmoderno.

Esta gran vidriera supermercadista de larga y estrecha territorialidad, que se guía ,según su claxon estridente dolarizado y cuyo nombre es Chile, mantiene todo lo que heredó de los cuarteles militares y de su dictadura infame.

El fantasma de Pinochet, los cubre a todos por igual, con su capa grisácea institucional chorreando sangre. Llevada a la práctica real y cotidiana, su política pequeña, la del acomodo soez y de la superficialidad en boga, ésta termina siendo, finalmente, una pequeña fachada pobre, de una pobre manifestación dolosa, de la representatividad social

Precisamente, por esta realidad que generalmente se mira de soslayo, es necesario levantar, otra propuesta política y estratégica, frente a todo lo pueril ya conocido.

Y este específico desafío, conlleva, de alguna manera, intentos desperdiciados y momentáneos de inútiles desencuentros, pero junto con eso, también, su posible reimpulso de un futuro trabajo compartido estimulante. En realidad apremio ya experimentado, de algunos grupos y sectores sociales, ateridos por la orfandad de una comunidad política revolucionaria militante, tiene su razonable sentido de espera y exigencia.

Estamos en presencia de cierta inquietud compartida. Desasosiego, que se manifiesta, algunas veces, en tono de imprudencia mayor, como el reiterado: «Si no es ahora, ¿cuándo?» Se comprende el sentido de la urgencia, pero, también, el sesgo voluntarista del apretón de tuercas.

Esta exigencia, por lo demás, necesaria, para romper la monotonía desesperanzada, todavía, en curso, nos da pie, para abrir un espacio crítico,
amplio , respetuoso, en donde se redondeen las aristas agudas de las discrepancias tácticas y donde es necesario, colocar en su lugar exacto, el sentido y las formas de esa posible construcción orientadora anhelada.

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