Por Gustavo Espinoza M. Perú
Nuestra Bandera (Domingo 22 de junio del 2025)
La guerra se perfila peligrosamente en el horizonte de los pueblos no sólo cono una amenaza inmensa, sino también como una realidad tangible.
Más allá de los discursos incendiarios, de las amenazas agresivas y de las proclamas exaltadas, están los hechos, y ellos se expresan en ciudades bombardeadas, cielo iluminado por misiles y explosiones, en una creciente suma de muertos y afectados por la insensatez de un conflicto que se desarrolla por la voluntad de algunos, pero que compromete la suerte de muchos.
La guerra -se suele decir- es un fenómeno en el que personas que se odian, no se enfrentan: y en el que personas que no tienen razón alguna para odiarse, si se enfrentan y se matan.
Esa es un poco la diferencia entre gobernantes que orquestan operativos militares, y gobernador que simplemente van al frente con la idea de que acabar con la vida del rival, será el único modo de asegurar la vida propia.
Hoy nadie duda que la guerra escaló un paso más alto desde que Israel atacó sorpresivamente a Irán -un país muy rico en petróleo y uranio- provocando incluso la muerte de científicos nucleares altamente calificados y jefes revolucionarios de primer nivel como el comandante general de la Guardia Revolucionaria Islámica Hossein Salami.
Curiosamente, Irán no es propiamente una Nación Árabe, sino persa, con cultura e historia propia, pero carga sobre sus hombros igual el odio de Isael por su opción soberana e independiente.
Tierra de Darío -“aquel que busca siempre el bien”- la Persia de hoy es uno de los países más importantes de la región, y uno de los más poderosos. Une a las riquezas naturales que posee, una vasta cultura, una historia de leyenda y un pueblo legendario que se abrió paso luchando duramente contra la adversidad.
Aun se recuerda la tragedia de Mohammad Mosaddegh, derrocado por un Golpe de Estado en agosto de 1953, preparado por la Inteligencia Británica y la CIA, por haber nacionalizado el petróleo. Hoy, además de petróleo, Irán tiene Uranio. Y por eso es un sabroso bocado apetecido por “Occidente”.
El gobierno sionista de Israel, mejor armado y con más experiencia de guerra que su adversario de hoy, decidió golpearlo por sorpresa al régimen de los Ayatolas.
Aparentemente, sólo Donald Trump sabía de la acción, motivo por el cual dispuso el retiro de su personal diplomático de Teherán 24 horas antes que cayeran los primeros proyectiles enviados desde Tel Aviv.
Desde entonces no han cesado los ataques ni sobre cielo iraní, ni Israelita. Y la destrucción registrada en uno y otro país ha sido tan ostensible que nadie ha podido ocultarla. Por primera vez Netanyahu encontró verdadera resistencia.
En sus incursiones anteriores, destinadas a bombardear suelo Palestino, todo le salió más fácil. Los niños no le respondieron con fuego graneado. Simplemente murieron.
Hoy los habitantes de Israel debieron soportar, como nunca el ataque de adversarios decididos y bien armados que no estuvieron dispuestos a cederles la iniciativa y le respondieron golpe a golpe. Dotados de Misiles Balísticos de primer nivel, los gobernantes de Teherán le jugaron de igual a igual a sus pares de Tel Aviv en la cancha de la muerte,
La crisis generó el alineamiento automático de las fuerzas que operan en el ámbito mundial. Rusia y China expresaron su voluntad solidaria hacia el país atacado. La misma predisposición, vino de la República Democrática y Popular de Corea, y de Vietnam, por cierto. Pero el mundo árabe, incluyendo a Arabia Saudita y los Emiratos Árabes, también cerró filas con la antigua Persia.
Los gobernantes de Israel -la camarilla sionista de Netanyahu- parecieran no darse cuenta de la magnitud de la fuerza que tienen al frente. Y por eso cometen errores casi infantiles: recientemente enviaron a China aviones caza furtivos para efecto de tareas de espionaje. Detectados, estos fueron borrados del espacio, como si nunca lo hubieran visitado.
Y eso deben tomarlo muy en serio quienes los enviaron a una muerte segura. Parecieran no ser conscientes que, en un enfrentamiento con la República Popular China, no durarían ni cinco minutos.
De todos modos, Israel tiene aliados. Estados Unidos es el primero, pero también la Unión Europea más Inglaterra. Por ahora, esa alianza anda ocupada en Ucrania donde sabe que tiene una causa perdida, pero afanes bélicos no les falta. También le suma la Argentina de Milei, que se siente parte del trio de una amarga alianza. Un trípode siniestro, con Israel y los Estados Unidos.
La Casa Blanca, el principal aliado de Israel, no las tiene todas consigo, y ha resuelto “esperar dos semanas” antes de actuar de modo decisivo. Y es que no vive su mejor momento dado que afronta duras crisis económicas, sociales y políticas, sino que se ve golpeado por severas contradicciones internas que la han llevado a un serio enfrentamiento entre el Gobierno Federal y la administración estatal de California, que ha encontrado respaldo en vastas regiones y numerosas ciudades de la Unión.
Objetivamente, hoy en las tierras del Tío Sam, la inestabilidad y el desgobierno constituyen expresiones paralelas. En las calles, hay violencia y caos. También muerte y a los más altos niveles.
Ucrania, gobernada por una tenebrosa camarilla Neonazi, pierde cada día decenas de kilómetros en el territorio que formalmente administra. En los hechos, el avance de las tropas rusas por ese suelo, se torna indetenible. Poque lo saben, los medios de comunicación han optado por callar, sutil manera de “defender” la libertad de prensa: reservarse el derecho a no informar, cuando están perdiendo.
Es previsible que, en algunas semanas, Zelensky se vea forzado a capitular o a huir. Su administración, no da para más. Y sus mismos aliados le auguran una derrota anunciada.
No obstante, la gran estrategia del Imperio no ha cambiado. En Washington se sigue pensando que la guerra ya iniciada culminará en el enfrentamiento con China. Hay que preguntarse, sin embargo, si el mundo arribará a ese momento o si perecerá antes, víctima de la carga nuclear que hoy asoma en la punta de los misiles.
A medida que pasan los días y se tensan aún más las relaciones entre los Estados beligerantes. aumentará el riesgo de pervivencia de la humanidad.
En este contexto, la bandera de los pueblos es la paz. Sin embargo, es licito recordar también la diferencia que hizo Lenin entre guerras justas y guerras injustas. La agresión israelí contra los pueblos árabes y contra Irán, es el típico ejemplo de una guerra injusta.
Y las que enfrenta Irán en defensa de su Independencia y su soberanía, o el pueblo palestino por su derecho a existir, son guerras justas.
Y también es justa -justísima, sin duda- la que libra el mundo contra el resurgimiento del fascismo. No hay que olvidarlo.