Mario R. Fernández
“No nos engañemos, en el sur y en el norte estamos lejos de la Tierra Prometida.”
Dr. Martin Luther King Jr.
La emigración humana es una realidad vivida por miles de años. A partir del periodo neolítico se producen asentamientos humanos y miles de individuos se mueven desde los lugares donde habían nacido por decisión propia buscando sobrevivir, mientras otros lo hacen posterior a sufrir catástrofes naturales, otros aun liberándose del terror y del crimen, y otros forzados o robados de sus emplazamientos por invasores y saqueadores que los usan como motin.
En la antigüedad el imperio asirio y el imperio romano sobresalen por su criminalidad y abuso y en robar gentes y forzarlas a emigrar. En tiempos modernos son europeos y norteamericanos los mayores usurpadores de pueblos para esclavizarlos como forma de “energía” de bajo costo, o económica. Cualquiera sea el origen de la emigración no es una forma de colonización, los colonizadores son invasores, mientras que el sujeto migrante o inmigrante no lo es y enfrenta un periodo de adaptación social, ambiental y cultural que es frecuentemente ignorada, y hasta despreciada, por la historia.
Estados Unidos recibió millones de inmigrantes en los siglos 19 y 20 con el fin de colonizar territorios usurpados a los aborígenes y con el fin de explotar el trabajo inmigrante en la agricultura, la industria y los servicios. Estados Unidos tuvo además migraciones internas importantes y que marcaron la vida de millones de sus protagonistas, parte de la dolorosa historia encubierta por la propaganda y el totalitarismo ideológico dominante.
Hace más de mil años cuando Estados Unidos no existía los habitantes Navajo y Apache que habitaban la zona emigraron desde el noroeste de lo que hoy es Canadá. Las dos naciones, pueblos de origen Athabaskan y un lenguaje común Na-Dené, viven hoy en Arizona y New México. Con la llegada de los colonos blancos los pueblos aborígenes americanos sufren la violación de sus territorios, cultura, además de abuso y exterminio. Para 1838 la nación Cherokee junto con otras cuatro tribus son forzadas a abandonar sus lugares en el este de Estados Unidos, ya robados por colonizadores, y son trasladados a reservas en el oeste del país, a más de 1600 kilómetros de su lugar original, recorrido que fueron obligados caminar a pie, vigilados por el ejército, y donde murieron miles de miembros de estos pueblos aborígenes.
La tragedia es conocida en Norteamérica como “El camino de las lágrimas”. Dos de estas naciones se resistieron y las desterradas sobrevivieron y resistieron también su confinamiento.
Posterior a estas primeras migraciones internas por elección o forzadas con violencia, Estados Unidos que para 1850s más de 100.000 habitantes, en su mayoría hombres blancos pobres que eran la gran mayoría en ciudades y pueblos,
viene la migración a California con el auge del oro. Muchos de estos hombres migrantes continuarían siendo pobres. Luego y durante la gran sequía de 1930s, que desbastó la agricultura en el medio oeste, unas 300.000 personas migran
especialmente desde Oklahoma y Arkansas hacia California.
La mayor migración interna de Estados Unidos, sin embargo, ha sido la de afroamericanos descendientes de esclavos africanos con antepasados llegados a Virginia en 1619, que vivían mayoritariamente en los estados del sur del país, los
estados llamados confederados. Desde 1915 a 1976, 6 millones de afroamericanos escapa del terror y sufrimiento del sur y llega al norte buscando alternativas. La esclavitud había sido abolida en 1865 para 4 millones de esclavos, pero el maltrato, el abuso y odio de los sureños continuo porque los esclavistas no respetaron la abolición y pronto crearon substitutos iguales o peores. La migración dura más de 60 años, es un escape humano que marca la historia de Estados Unidos, se la llama la “Gran Migración”.
“La Gran Migración” fue protagonizada por millones de afroamericanos que querían escapar del terror, la humillación y el crimen causado por los dueños de la tierra, sus administradores, jueces, policías, políticos y la gente blanca común,
muchos entre ellos psicópatas, explotadores, asesinos. Es un episodio trágico de la historia de Estados Unidos documentado ampliamente gracias a testimonios de miles de descendientes de esclavos y otros testigos. Uno de estos documentos es el libro de Isabel Wilkerson, “The Warmth of Other Suns” (El calor de otros soles), que en forma brillante y con calor humano conmovedor, la escritora misma descendiente de estos seres humanos abusados, humillados y sacrificados, afroamericanos que por millones escaparon “a otros soles” en busca de aceptación y amparo.
En su trabajo complejo, Wilkerson entrevista a más de 150 testigos directos de estos tiempos de liberación, pero se centra principalmente en la vida de tres protagonistas de la Gran Migración. Son ellos quienes van contando sus experiencias de lo que dejaron en Luisana, Mississippi y Florida y como se adaptan a Los Ángeles, Chicago y New York. La primera corriente de esta migración fue hacia Filadelfia, New York y Boston, la segunda fue a Cleveland, Detroit y Chicago y la tercera fue a California.
Dejaban estados opresores, el territorio llamado “Jim Crow, nombre popularizado por Thomas Rice, un actor blanco ambulante que se pintaba la cara para representar un hombre negro lisiado que cantaba y bailaba, y que un día sufre una parálisis que le limita su hablar y sus movimientos hasta el final de su vida, posiblemente en la pobreza. La vida en los estados “Jim Crow” era dura, el racismo era hasta más violento que antes de la abolición, en el campo la cosecha del algodón y la recogida de frutas eran la principal actividad, explotada y controlada la población trabajadora afroamericana por la policía. La vida estaba en peligro por razones mínimas, un malentendido, un error, una maldad y alguien que dejara el trabajo también sufría la misma suerte. Los que iban al norte escapaban en forma secreta por temor a que los detuvieran y ejecutaran. Fuera del trabajo en el campo estaba la servidumbre en pueblos y ciudades. Había educadores y maestros afroamericanos, pero eran pagados menos de la mitad de lo que recibía un educador blanco. Los médicos negros eran pocos, por lo que si alguien se enfermaba podía no recibir ayuda, por la segregación dominante ningún doctor blanco atendía en general a un enfermo afroamericano y un enfermo blanco no se dejaba atender por un doctor afroamericano tampoco. La segregación era total, en el transporte, en los restaurantes, en la educación, en los eventos, en los parques, en las entradas de los edificios públicos e incluso en algunos lugares en las calles y veredas.
Durante la Gran Migración no se trataba solamente de alcanzar el Nuevo Mundo como hablaban los migrantes del sur sino en especial de escapar de la pesadilla de diaria de vivir bajo el terror. Bilbo Theodore, gobernador de Mississippi, fue uno de los peores monstros representantes de este terror, hablaba regularmente en defensa del derecho de los blancos a matar o asesinar a los ciudadanos negros. Así sucedió durante la ejecución de Jesse Washington en mayo de 1916 en Waco, Texas, donde 15 hombres, mujeres y niños se juntaron a mirar quemar vivo a este hombre negro y donde los presentes gritaban excitados, incluso un padre entre ellos levantaba a su pequeño hijo sobre sus hombros para asegurarse de que pudiera verlo.
En ese sur de Estados Unidos, país que ya se hacía llamar “la tierra de la libertad y la democracia”, alguien negro era colgado o quemado vivo cada 4 días entre los 1880s y 1929. Los afroamericanos eran mayormente culpados por tratar de actuar como personas blancas, hay récord de que 66 negros fueron asesinados acusados de insultar una persona blanca y uno por robar 75 centavos de dólar. En ese hoy turístico estado de Florida una horda de blancos quemó un villorrio en 1920 simplemente porque un hombre negro trató de emitir su voto en las elecciones, fue golpeado, llevado a un árbol junto a otras personas negras y todas fueron quemadas vivas, milagrosamente uno escapó y sin mirar a hacia atrás donde estaba la muerte, para nunca más volver. En ese mismo estado que tiene el lema de “In God We Trust” (Confiamos En Dios) entre 1882 y 1930 vigilantes y asesinos blancos lincharon a 266 personas negras, incluso un día un hombre blanco mató un afroamericano con un hacha, fue tanto que la gente del villorrio de Rosewood horrorizada abandonan sus hogares y se refugian en los pantanos que ellos mismos temían como cercanos al demonio, y punto seguido los blancos les queman sus casas, todo esto sucede sin intervención alguna de las autoridades.
Los afroamericanos, que fueron soldados de Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial, se sentían libres del “Jim Crow” en los pueblos de Europa, pero cuando regresan entienden que sus sacrificios en la guerra no cambio nada, en nada los ayudó. Por ejemplo, la historia de un soldado negro en Georgia bajando en la estación de ferrocarril de vuelta a su pueblo encuentra una horda de blancos que lo obligan a sacarse el uniforme y caminar a su casa en calzoncillos, cuando como es razonable se reúsa, sufre días después seguramente la misma horda de blancos que lo golpean hasta matarlo. El soldado sobrevivió la guerra, pero no sobrevive a los asesinos racistas de su pueblo.
En el Nuevo Mundo del norte de Estados Unidos donde los descendientes de esclavos buscaban el calor de otros ambientes, también les brinda muchas veces hostilidad, racismo y explotación, eran supuestamente libres de movimiento, pero la segregación racial era una realidad absoluta en todo Estados Unidos. Cuando Robert Pershing, médico cirujano y veterano de la Primera Guerra Mundial, protagonista del libro de Isabel Wilkerson decide emigrar a California desde su natal Morgan City en Luisiana en 1953, conduce su automóvil y recorre más de 2500 kilómetros hasta llegar a San Diego, California, pero ningún motel en el camino le arrienda un cuarto para descansar por ser negro. Finalmente, en San Diego exhausto lo aceptan en un hotel exclusivamente para pasajeros negros. El también protagonista del libro George Swanson Starling pasa con otro amigo a un bar en la ciudad de New York donde vivía, y al que supuestamente una persona negra podía acceder, pero la grosería era tal que después de que bebieron un vaso de cerveza el barman en vez de poner los vasos a lavar los tiró a la basura para que nadie más lo use.
El atleta negro James Cleveland Owens, quien ganara 4 medallas de oro en las olimpiadas de Berlín en 1936, y a quien Hitler se reusó a darle la mano por ser negro, encontró sin embargo que en la Alemania Nazi él podía estar en cualquier lugar y comer en el mismo lugar que comían los blancos. Owens escribió en su biografía que nunca fue invitado a la Casa Blanca a pesar del significado de sus 4 medallas de oro en Berlín y tampoco darle la mano al presidente de Estados Unidos en 1936 año de su hazaña olímpica que era Franklin Delano Roosevelt.
Owen no podía vivir en cualquier lugar en su país, y siempre debía usar la puerta de atrás, aunque fue un héroe olímpico único en el mundo.
La gente negra muchas veces se refugia en las iglesias como la metodista y bautista, aunque representan a los racistas. La iglesia Pentecostal fue fundada por un hombre negro, este evangelista y pastor fue William Seymour hijo de un exesclavo quien aprendió de su mentor Charles Fox Parham, evangelista blanco de Iowa que siendo el mismo racista considera a Seymour su seguidor. Seymour llega a Los Ángeles invitado por una iglesia del movimiento santidad en 1909, son seguidores de la purificación de cristianos nacidos de nuevo y hablan en “lenguas” y a pesar de la segregación él y otros devotos negros y algunos blancos más tarde fundan una modesta iglesia en Azura Street en el centro de Los Ángeles. Hoy este lugar es considerado lugar de nacimiento del pentecostalismo, que no solo se extiende por todo el país sino también por Sur América, África y más.
Inicialmente se lo consideraba un movimiento de gente “modesta y marginada” pero crece rápidamente (su rápido crecimiento fue el más grande de un movimiento cristiano en el mundo) y tiene hoy más de 700 denominaciones e iglesias independientes pentecostales en todas partes y más de 280 millones de adherentes.
La desigualdad de las condiciones de vida en el nuevo mundo del norte para la gente negra era evidente, tenían los peores trabajos, largas jornadas, inferiores salarios (incluso comparados con inmigrantes), sobreprecios en la renta de vivienda (30-50 por ciento más), segregación en el vivir frente a blancos del país y hasta inmigrantes, sin posibilidad de desarrollar oficio u especialización laboral, su trabajo era mayormente en servicios con mejicanos y filipinos que también les eran hostiles a ellos. Las mujeres blancas trabajaban con mejicanas o italianas, pero se negaban rotundamente a trabajar con mujeres negras. En general los inmigrantes europeos eran abiertamente racistas, aun cuando muchos de ellos eran pobres y mal alimentados, traían siglos de cultura de odio, colonización y esclavitud. En las zonas industriales cuando los afroamericanos lograban ser contratados, siempre en los peores trabajos, tenían que enfrentarse de todas formas a trabajadores no sindicalizados o miembros de una organización laboral que no querían trabajar con ellos.
En un pueblo al oeste de la ciudad de Chicago llamado Cicero, mayormente de clase trabajadora de inmigrantes de Europa del este e italianos, en 1951 más de 4000 personas residentes manifestaron y atacaron un edificio donde una familia negra trata de mudarse. A estos afroamericanos arrendatarios le sacan sus muebles a la calle y se los queman, pasaron tres días de violencia y el odio es tal que lleva a la muchedumbre a quemar el edificio entero, y allí es recién cuando la policía interviene. El pueblo de Cicero continúa siendo intolerante y corrupto, hoy tiene solo un uno por ciento de población afroamericana, muchos blancos se han mudado y en su lugar han llegado latinoamericanos.
En Chicago South Shore donde los migrantes negros fueron llegando, los récores dicen que entre 1917 y 1921 hubo 58 atentados con bombas a las viviendas de familias negras, las bandas de blancos usaban esto para intimarlos y fueron siempre impunes. Aquí vivió Ida Mae Brandon Gladney otra protagonista del libro de Wilkerson, una mujer valerosa y matriarca de su familia que muere a los 91 años de edad en el año 2004, en barrios que se transforman en zonas de tráfico de drogas y allanamientos policiales, Ida Mae es respetada por todos sus vecinos hasta sus últimos años.
Recién en 1964, el presidente Lyndon B. Johnson firma la ley de los Derechos Civiles por la que el horror de la discriminación cambia un poco cuando en los años 70 estos derechos comienzan a ser realidad beneficiando a las nuevas generaciones. Un poema de Richard Wright dice: “A nosotros nos decían que nos podíamos sentar en el tren por tres horas, pero nosotros todavía con miedo, no nos podíamos quitar 300 años de terror en tres horas”.
Sin duda, otros afroamericanos continúan sintiendo el peso del racismo y la opresión, especialmente los atrapados en la pobreza, en barrios marcados por la marginación y la delincuencia, muchos quedaban solos de niños porque sus padres
y madres cumplían largas jornadas de trabajo por lo que eran abiertos a las bandas que eran numerosas, vulnerables al crimen y las drogas en una sociedad de vicio y corrupción como los Estados Unidos.
Los medios de información siempre omitieron los crímenes de los blancos contra los negros tanto en el Sur como en el Norte, y tergiversaron las historias, los migrados del sur solo contaron con un periódico principal el Chicago Defender de propiedad de una persona negra.
Los africanos y sus descendientes en América han producido gran parte de la riqueza de Estados Unidos con su trabajo esclavo primero y debido a su explotación después. Estos descendientes fueron protagonistas de rebeliones importantes y que muchas veces terminaron en masacres en el nuevo mundo del norte, por ejemplo, Chicago en 1906, Tulsa en 1921, Detroit en 1923 y tantas otras.
En medio de la infamia han nacido luchadores extraordinarios como Bobby Seale de 89 años y Huey P. Newton asesinado en 1989 fundadores del partido Black Panther y hoy con aun 6 exmilitantes en prisión, incluyendo a Mumia Abu-Jamal y con 14 muertos en el encierro o poco después de quedar libres. Harry y Harriette Moore dirigentes de la NAACP (Asociación por el avance de la gente de color) asesinados en 1951, Malcolm X asesinado en 1965, Martin Luther King Jr. asesinado en 1968. Rosa Park fue miembro de la NAACP y vivió 92 años. Muchos hombres y mujeres negros denunciaron la discriminación y la injusticia y la combatieron, muchos afroamericanos son parte de movimientos y agrupaciones políticas que luchan por la justicia social y económica y contra la discriminación racial y de clases nunca superadas. Siempre ha habido una minoría blanca que sigue denunciando la segregación racial y solidariza con los trabajadores negros.
Hoy día un porcentaje pequeño pero visible de gente negra que muchos son hijos, nietos y bisnietos de aquellos que migraron y vivieron toda esta odisea, algunos acomodados en el mundo del entretenimiento, deporte profesional, funcionarios de instituciones públicas, academia, profesiones, incluso en la política del duopolio, los negocios, el arte y la literatura. Muchos han alcanzado fortunas, no faltan quienes hacen el papel de Tío Tom, y quienes no mencionan la historia de sus antepasados o el presente de muchos afroamericanos que siguen pobres y son discriminados, maltratados y hasta asesinados por la policía pues siendo el 13,4 por ciento de la población del país son el 33 por ciento de sus encarcelados. Casi la mitad de quienes viven en las calles, como en el barrio “Skid Row” en Los Ángeles, son gente afroamericana y este lugar ha albergado pobres sin hogar por más de 90 años.
Todo esto sucede con la colaboración directa o indirecta del pequeño grupo de privilegiados afroamericanos que sirve a la élite blanca de Estados Unidos para ignorar o borrar su pasado y su presente de segregación y terror. Vale la pena
preguntar que ha sido del “mundo occidental” -o quizás hoy del mundo todo.
Adonde han de llevarnos las dominantes estructuras ideológicas en favor del poder de los ricos. Acaso al crimen abierto en Gaza, Líbano, África, y a la intolerancia racial y de clases, seguramente a la corrupción total y al pillaje, y a justificar
conductas antisociales. Sera el exterminio de todo incluso de Haití, nunca perdonado por ser un país de esclavos negros que ha reclamado su independencia.
Occidente ha alcanzado notabilidad en el arte, ciencia, tecnología, pero siempre chapoteando en el agua negra de lo mas bajo de los seres humanos y disfrazándose de civilizado, piadoso y justo.











