por Jano Ramírez
Comité por una Internacional de los Trabajadores (CIT)
La destitución de Dina Boluarte no representa una victoria popular, sino un nuevo capítulo en la crisis del régimen burgués peruano. El Congreso que hoy la destituye es el mismo que la sostuvo mientras ordenaba la represión que costó más de sesenta vidas. Su caída expresa el agotamiento del bloque político heredero del fujimorismo y la incapacidad de la burguesía para estabilizar el país.
Desde hace décadas, Perú vive bajo un modelo neoliberal impuesto en los años noventa, que convirtió al Estado en un simple administrador de negocios mineros y financieros. Ese modelo generó crecimiento para unos pocos y miseria para la mayoría. Los gobiernos se sucedieron entre escándalos, vacancias y renuncias, mientras el Congreso se transformó en el instrumento de las distintas fracciones del capital.
El ciclo que comenzó con Pedro Castillo en 2021 fue la irrupción del Perú profundo en la escena política. Pero el gobierno campesino y popular fue derrotado por su intento de conciliar con las instituciones del régimen. Su caída y la represión posterior abrieron una herida que sigue sangrando en el sur andino. Boluarte gobernó sin base social, sostenida por el Ejército y los empresarios, hasta que la misma clase dominante decidió reemplazarla.
Hoy, con el Congreso designando a José Jerí como presidente interino, la burguesía intenta recomponer el régimen sin alterar su esencia. Hablan de “recuperar la institucionalidad”, pero lo que buscan es mantener los privilegios del capital y garantizar que nada cambie. Frente a eso, la clase trabajadora, los campesinos, los pueblos originarios y los sectores oprimidos deben levantar su propia alternativa.
Las tareas inmediatas
1. Derribar todo el régimen: No basta con la vacancia de Boluarte. El Congreso y la Constitución fujimorista de 1993 deben irse con ella. Es necesaria una Asamblea Constituyente libre y soberana, nacida desde los comités de trabajadores, campesinos y comunidades, no desde las instituciones podridas del viejo Estado.
2. Llamamos a la CGTP (Confederación General de trabajadores del Perú), al SUTEP (Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Perú) y a todas las organizaciones sindicales, campesinas y populares a romper con la pasividad y a convocar de inmediato a una coordinación nacional de lucha, con delegados mandatados desde las bases, para discutir y preparar una huelga general que imponga una salida obrera y popular a la crisis. Esa salida no puede ser otra que la construcción de una Asamblea Constituyente libre y soberana, impuesta desde la movilización de masas, que reorganice el país sobre nuevas bases sociales y políticas, en favor de los trabajadores, campesinos y pueblos oprimidos del Perú.
3. Programa de emergencia obrero y popular.
Nacionalización bajo control obrero de la minería, la energía y la banca.
Reforma agraria integral, con propiedad comunal de la tierra.
Fin de la represión y juicio a los responsables de las masacres.
Salario mínimo ajustado al costo real de vida.
Control popular de precios y servicios básicos.
Libertad sindical y derecho efectivo a la huelga.
4. Unidad de los explotados: Obreros, campesinos y pueblos indígenas deben forjar un frente único de clase contra la oligarquía limeña y su Estado. Esa alianza es la base material para un nuevo poder.
Por una salida obrera y socialista
La crisis peruana es una crisis de poder. La burguesía no puede gobernar como antes, y las masas no quieren seguir siendo gobernadas por los mismos. Pero sin una dirección revolucionaria, la situación se resolverá dentro de los márgenes del capitalismo.
Por eso, la tarea central es reconstruir un partido revolucionario que una la experiencia de las luchas pasadas con un programa de transición hacia el socialismo. Un partido que no tema decir que la verdadera democracia solo puede ser el poder de los trabajadores y los campesinos.
La caída de Boluarte debe ser el inicio de una nueva etapa de movilización y organización. Que las calles del Perú profundo vuelvan a levantarse, no para cambiar de presidente, sino para cambiar de clase en el poder.
Por un gobierno de trabajadores, campesinos y pueblos originarios.
Por una Asamblea Constituyente libre y soberana.
Por el socialismo.