Por Héctor Vega
30 años después del primer gobierno de la Concertación y los interregnos de la Alianza en el poder, el alineamiento de las fuerzas sociales es muy diferente. Un nuevo texto debe surgir de esa nueva situación social. La circunstancia que el proceso constitucional haya sido guiado y monopolizado por la clase política, con la firma del Pacto por la Paz Social y la Nueva Constitución (15 de noviembre de 2019), niega toda legitimidad al proceso, salvo para aquellos que lo firmaron.
En el vasto mundo de la opinión pública, 14 millones de ciudadanos, algunos ven como única y legítimo lugar de discusión y propuesta la llamada Convención Constitucional mencionada en la segunda papeleta, otros piensan que la opción Convención Mixta y Convención Constitucional no tiene sentido y que después de votar Apruebo deben marcarse las dos opciones de la segunda papeleta para así invalidarla. Finalmente un tercer grupo condena radicalmente la convocatoria a Plebiscito y llama a no participar.
Pienso que el Pueblo debe participar en el acto Plebiscitario. Debe ir a votar tapándose las narices pues las opciones que siguen al Apruebo, hieden.
Todos sabemos que la Convención Mixta incluye a un 50% de clase política cuyo mandato es negado por el Pueblo. La Convención Constitucional es solo de independientes pero como las trabas son tales para la presentación de candidatos independientes solo podrán ser elegidos independientes patrocinados por partidos políticos. Es decir, cooptados por la repudiada clase política. Frente a esa trampa manifiesta, pienso que el Pueblo votará de todas maneras, pero tapándose las narices. El mismo gesto con que la ciudadanía francesa concurrió a las urnas hace 18 años atrás, favoreciendo con un 82% en segunda vuelta al candidato derechista, Jacques Chirac, en contra del fascista Jean-Marie Le Pen.
Sin embargo, esto no termina aquí. Hemos avanzado. Ante la presión social el gobierno y la clase política debieron retroceder frente al retiro del 10% de los ahorros de los trabajadores de las AFP.
Frente a la presión ciudadana que exige un Plan de gobierno para la reconstrucción, la clase política retrocedió de las posiciones con que inició la mal llamada transición a la democracia.
Las necesidades, la presión de los trabajadores, la ineptitud del gobierno nos ha orientado hacia horizontes y soluciones nuevas. Mi pregunta es, ¿podemos echar por la borda la experiencia ganada? ¿Somos conscientes de nuestros avances y retrocesos?
Nada de lo que viene se consigue en un día. En un año nos hemos organizado en las comunas que es la base del poder ciudadano porque de allí surgen las Asambleas Territoriales, las Juntas de Vecinos, las Ollas comunes, las acciones solidarias de la población,… en fin, organizaciones ciudadanas base de la Asamblea Constituyente deliberante del futuro. Los hechos demostraron que el teatro de las acciones más dramáticas de supervivencia se transfirió desde los centros oficiales de decisión a las Comunas.
Instituciones sin credibilidad no tienen sentido. La Convención Constitucional, o como quiera llamársele, seguirá su curso con quórum amañados, como los dos tercios para que las cosas cambien pero no demasiado, etcétera…pero, la realidad en el curso de los 2 años que siguen para elaborar una nueva Constitución se desarrollará ineludiblemente en las Asambleas Constituyentes de las Comunas. He allí el Plan B: las Asambleas Constituyentes que surgirán desde las Comunas.