A 90 DÍAS DE REBELIÓN SOCIAL POPULAR Y CIUDADANA
JUAN CARLOS GÓMEZ LEYTON
DR. EN CIENCIAS SOCIALES Y POLÍTICA
ACADÉMICO-UPLA
A tres meses de la rebelión social es un hecho concreto que el gobierno de Sebastián Piñera ha
logrado no superarla, pero si instalar e imponer –con diversas dificultades- una salida política
institucional a la crisis abierta, el 18-O de 2019. Para ello ha contado con la activa, eficiente y
estratégica participación de la oposición política parlamentaria. Especialmente, de aquella que se
manifiesta en la Cámara de Senadores. Aunque, en la Cámara de Diputados, la oposición política,
menos compacta que en el Senado, también, le ha brindado los apoyos legislativos necesarios para
avanzar en las iniciativas gubernamentales, especialmente, de aquellas destinadas a frenar,
obstruir o criminalizar la protesta y la movilización social. Y, sobre todo, para viabilizar la salida
político institucional. A pesar de los costos políticos que ella ha tenido para la derecha, por
ejemplo, el quiebre interno y conflicto entre los partidos del Chile Vamos, el cual tiene como
trasfondo, el ofrecimiento de parte Renovación Nacional, Evopoli y del propio presidente Piñera
de ofrendar de manera sacrificial, el bien más preciado de la derecha, especialmente, para la UDI,
la Constitución Política de 1980.
La suspensión de su participación, de la UDI, en el Chile Vamos, tuvo como consecuencia en que el
principal referente de RN, Andrés Allamand, se retractara de su intención inicial de apoyar el
cambio constitucional de la CP80, y en compañía de senadores y diputados de RN, comunico al
país que rechazaría, en el plebiscito del 27 de abril, dicha posibilidad. Más tarde la UDI, adopto la
misma decisión. En otras palabras, la derecha política, defenderá la continuidad de la CP80.
Aunque Evopoli, aún no ha tomado como colectividad una decisión sobre de apoyar o rechazar el
cambio constitucional. No obstante, que su presidente Hernán Larraín Matte, planteo que su
postura individual es por el Apruebo.
Más allá de estas escaramuzas internas en la coalición de gobierno, la estrategia elaborada para
controlar o salir de la crisis política, con todo, ha sido exitosa. El apoyo opositor, ha resultado
crucial, para ello. Pues, le ha dado “aire” y “vida” a un gobierno y, sobre todo, a un Presidente, que
de acuerdo a la encuesta CEP N° 84, cuenta con un muy bajo nivel de apoyo ciudadano, tan solo, el
6%.
Independientemente, de ese guarismo, la cooperación política entre gobierno y oposición
parlamentaria, especialmente, desde el día 15 de noviembre de 2019, ha resultado fundamental y
crucial para proteger y defender el sistema en crisis. Entre ambos sectores han construido el muro
de defensa que busca evitar el colapso del gobierno como del régimen político y, en última
instancia, de la dominación neoliberal. Cabe señalar que el neoliberalismo está amenazado; pero,
de ninguna manera, derrumbado. La estrategia del cambio constitucional tiene como objetivo,
justamente, evitar la “muerte” del neoliberalismo.
Como ya se ha dicho reiteradamente, la rebelión social popular y ciudadana puso en “jaque” no
solo al gobierno de Piñera sino también, a toda la clase política parlamentaria. El rechazo a los
partidos políticos y al parlamento, por parte de la ciudadanía es total. Tan solo un 2% y 3% de la
ciudadanía tiene confianza en dichas instituciones. Por tanto, la rebelión social estremeció a todo
el edificio político institucional.
Ahora bien, la única forma para evitar tanto el colapso del sistema político: estuvo en procurar
evitar la división política de las elites en el poder y del poder. Había que impulsar una activa
colaboración política de apoyo mutuo. Es lo que impulso el gobierno con el llamado al acuerdo
nacional por la paz y contra la violencia. Este no fue dirigido a la ciudadanía sino, justamente, a la
elites políticas parlamentarias y partidarias. Especialmente, de los sectores más acordes con el
sistema político, principalmente, con los partidos que conformaron la exConcertación y la exNueva
Mayoría. Estos, más algunos partidos del Frente Amplio, concurrieron a dicho acuerdo. La firma
del Acuerdo Por la Paz Social y la Nueva Constitución, del 15 de noviembre de 2019, puso las
primeras piedras y pilares del muro de defensa.
La construcción de este muro de defensa, evito, en primer lugar, la caída del gobierno y del
Presidente, al estilo Fernando de la Rúa, 2001, en Argentina. En segundo lugar, dado que el
sistema de gobierno predominante en Chile, el presidencialismo reforzado, es, políticamente
imposible exigir o demandar la convocatoria de nuevas elecciones presidenciales y parlamentarias,
por lo consiguiente, el gobierno y el parlamento continuaran en ejercicio hasta el año 2022.
Tercero, logro introducir una poderosa cuña política al interior del proceso de rebelión ciudadana,
al instalar el proceso constituyente. Elaborando y acordando, entre el ejecutivo y el legislativo, una
cronología para esos efectos.
Esta cuña, independientemente, del curso que tome la Rebelión Social, en los meses venideros, va
dividir a la ciudadanía descontenta, entre aquellos, que tomaran el camino constitucional con la
esperanza que se va cambiar la CP80, a la cual se le atribuyen las principales responsabilidades de
los problemas que tiene la sociedad neoliberal actual. Y, aquellos, que continuaran la lucha social
directa en contra del capitalismo neoliberal. Es más, al interior de los sectores ciudadanos que
tomaran la vía constitucional también se va producir una división, que ya es observable, entre los
sectores democráticos liberales que aceptan la “hoja de ruta” señalada por el poder constituido y,
los sectores democráticos autónomos, que buscan realizar un proceso constituyente popular de
manera independiente y autónoma del poder constituido. Este es un fuerte dilema político para
los sectores ciudadanos que buscan modificar lo existente.
Sin embargo, esta estrategia política del poder constituido, no fue exitosa del todo, pues, fracaso
en detener y contener la Rebelión Social popular y ciudadana. El episodio más significativo de esta
fue protagonizado, por las y los estudiantes secundarios: el boicot a la Prueba de Selección
Universitaria, PSU, organizada, impulsada y realizada por la ACES.
Este boicot puso en alerta y en aviso a la clase política parlamentaria, al gobierno como también a
la ciudadanía que la Rebelión Social esta “viva” y en acción. Así, lo demuestran, por otro lado, las
diversas acciones colectivas territoriales que se realizan en distintas poblaciones de la Región
Metropolitana como de otras ciudades, y los cientos de ciudadanos que se reúnen todos los días
viernes en la Plaza Dignidad. Y, todos los datos e informes que señalan que se prepara para una
nueva ofensiva política para el mes de marzo.
II.-
Como he señalado, la opción implementada en Chile, para evitar la caída de régimen político, ha
sido la reconfiguración el bloque dirigente. Pero, a diferencia de otros casos, con un adicional, el
ofrecimiento de parte del poder constituido a los sectores sociales y políticos movilizados, la
promesa política de cambiar la Constitución Política vigente. Es decir, ofrecer un cambio político-
institucional a cambio de paz política. Este cambio tiene como objetivo, no necesariamente, dar
solución a los problemas que dieron origen a la Rebelión Social, sino reconstruir el régimen
político con el fin de conservar -los sectores dominantes- intacto la estructura de poder social de la
sociedad chilena, en otras, palabras el capitalismo neoliberal. Aunque deban cambiar la
institucionalidad política.
El cambio constitucional ha sido el “caramelo” o la “zanahoria” que el poder político ha entregado
a la ciudadanía para evitar, supuestamente, la radicalidad de la rebelión social. Y, justamente, ese
“caramelo” que ha endulzado la actividad política de ciertos sectores de la oposición política como
de la ciudadanía, quienes, van aceptando, integrando y, por ende, legitimando el proceso
constituyente activado y dirigido por el poder constituido. Mientras que otros sectores sociales y
políticos ciudadanos se mantienen en lucha y buscan alterar el calendario y la legitimidad de ese
proceso constituyente.
De manera que finalizada la primera quincena del mes de enero del 2020 y a 90 días de rebelión
social tenemos el siguiente escenario político.
A.- Se ha establecido una alianza política, en los hechos concretos, entre el gobierno de S. Piñera y
el parlamento, especialmente, con los partidos opositores, en defensa no del gobierno sino del
sistema político en riesgo por la contundencia de la Rebelión Social.
B.- Establecimiento de un proceso constituyente destinado a modificar la CP80, a fin de reconstruir
el régimen político, reconfigurar el bloque dirigente, evitar la división de las elites de poder y en el
poder, modificar aspectos menores del proceso de acumulación neoliberal, etc.
La apuesta del bloque dominante es producir los menores cambios posibles en la estructura
económica del país, integrando algunos “derechos sociales”, sin que estos modifiquen lo
sustantivo del patrón de acumulación. Sin cambiar ni modificar la forma de Estado-nación.
Impensado será, por ejemplo, el establecimiento de un Estado Plurinacional, ni tampoco instalar,
en vez, de la democracia liberal-representativa la democracia social participativa u otra. El proceso
de cambio constitucional diseñado entre los partidos de gobierno y la oposición, posee, límites y
fronteras muy altas, que impedirán un cambio político histórico y profundo de las estructuras del
poder social actualmente vigente.
Aunque los partidos de la alianza Chile Vamos, han presentado ciertas fisuras como la señalada
entorno a apoyar el cambio constitucional de la CP80, lo cierto, es que están preparados para
enfrentar los dos escenarios posibles de concretarse: a) que gane la opción Apruebo y Convención
Constitucional 100% compuesta por ciudadanos; y b) que gane la opción No Apruebo. Por cierto,
de ganar esta última opción, sería un triunfo notable de la clase dominante y dirigente. La única
posibilidad que se produzca es que los sectores más conservadores de la oposición,
especialmente, de la Democracia Cristiana, de los sectores sociales ciudadanos, especialmente, los
“no políticos” (sectores evangélicos, exmilitares y mayores de 50 años), apoyen el no apruebo.
Aquí hay una apuesta, que no es posible soslayar ni considerar en los análisis. Tanto RN y la UDI,
han convocado a sus bases a rechazar el cambio constitucional. Lo mismo ha realizado los grupos
más de extrema derecha vinculados al Partido Republicano de J. A. Kast.
C.- La configuración de actores políticos y sociales que se preparan a participar activamente el
proceso constituyente. Por un lado, la Democracia Cristiana, levanta su movimiento #YoApruebo,
bajo la dirección de la mítica y simbólica figura de Carmen Frei, hija del expresidente Eduardo Frei
Montalva, presentado como un tenaz opositor al CP80. Y, que supuestamente, fue asesinado por
la dictadura cívico-militar por esa postura. Obviando, el hecho que más allá de la postura de Frei
Montalva, fue el primer presidente de la democracia protegida, el DC, Patricio Aylwin (1990-1994)
quién planteo en 1984, o sea, cuatro años más tarde de la aprobación de la CP80 y a dos años del
“asesinato” de Frei Montalva, que había que dejar de discutir la “legitimidad” de esa constitución y
aceptarla de hecho. Lo que permitió que dicha Constitución continuara su vida útil hasta el día de
hoy. Esta opción busca representar, por cierto, a la ciudadanía moderada, pro-sistema, que
rechaza la violencia social y política que se ha manifestado en la Rebelión social. La campaña
apunta a las y los ciudadanos de la clase media y los sectores adultos.
Por otro lado, el 19 de enero se configuró un segundo conglomerado de partidos y organizaciones
sociales el Comando Chile Digno. Cuyo fin último será participar activamente en el proceso
constituyente convocando por el poder constituido, para votar Apruebo en el plebiscito del 26 de
abril. Este conglomerado conformado por varios partidos y agrupaciones políticas como el PRO
(Progresistas), el Partido Comunista de Chile, Federal Regionalista, Partido Igualdad, Izquierda
Libertaria, Wallmapuwen y otras organizaciones sociales. Su ciudadanía objetivo serán las bases
militantes de estos partidos compuestas por sectores medios estudiantiles, pobladores,
trabajadores, etcétera.
Cabe señalar que también se han ido conformando y organizando algunos nuevos partidos
políticos, señalados como instrumentales, con la intención de participación a los independientes
en el plebiscito de 26-A; tales como, el Partido por la Dignidad; el Movimiento por una
Constituyente Ciudadana, entre otros.
Estos son sectores sociales y políticos vinculados a la oposición política institucional al gobierno de
S. Piñera. Pero, no necesariamente, son sectores anti-sistema. Su posición es bastante ambigua,
tanto frente a la institucionalidad como a la Rebelión social.
Estos conglomerados estarían convocando entre el 68 o 70% de las y los ciudadanos que desde
octubre a la fecha no han participado en las manifestaciones ni tocando una cacerola, ni asistiendo
a una marcha.
D.- Por otro lado, a lo largo y ancho de la sociedad popular se ha ido configurando cada día con
mayor fuerza la idea de impulsar un proceso constituyente directo que concluya en la formación
de una Asamblea Plurinacional Constituyente Autoconvocada. Tal vez, la más importante de estas
organizaciones ciudadanas sea la Coordinadora de Asambleas Territoriales (CAT).
Consideramos que esta iniciativa introduce una inflexión política al interior de la demanda por una
Asamblea Constituyente que la ciudadanía nacional ha venido planteando desde hace algunos
años. Y, quiebra con la idea que la noción liberal o socialdemócrata que algunos sectores han
venido hegemonizando. El surgimiento de la CAT que se reconoce como “hijas de la rebelión
popular”, por lo tanto, eso marca el fin de esa hegemonía. E, inicia la lucha por conducir no la
rebelión social, sino el movimiento social hacia una Asamblea Constituyente Autónoma, ACA.
Por cierto, que el objetivo central de este movimiento social será impugnar el proceso
constituyente estatista. Aunque, la CAT, ha dispuesto que serán las y los ciudadanos los que van
dirimir el qué hacer con “el proceso propuesto por el gobierno y el parlamento, esto es: el
plebiscito de abril”.
El surgimiento de esta propuesta popular es claramente anti partidos políticos tradicionales y
parlamentarios. Dice relación con la división en la ciudadanía descontenta con las formas políticas
de la democracia protegida, el sistema económico neoliberal, etcétera. Y, probablemente, las
diversas asambleas territoriales estén compuestas por ciudadanos que en los últimos años han
rechazado, a través de su abstención electoral, las diversas ofertas y programas políticos que los
partidos políticos del orden han presentado.
E.- Por último, en este cuadro estaría incompleto si no contempláramos en nuestro análisis el rol
de los sectores rebeldes, especialmente, de aquellos sectores que se identifican con la 1° línea y el
“ejercito” de ciudadanos rebeldes que actúan en la Plaza Dignidad desde el 18 O hasta la
actualidad.
Estos sectores son los antisistema y anticapitalistas. No tienen ninguna lealtad ni fidelidad con el
sistema social que durante décadas los margino y los condeno a una vida sin sentido. Hoy, el
estallido social del 18-O les ha dado una razón de estar y de ser. Son vistos y reconocidos. Son
considerados e inclusive protegidos, etcétera. El enfrentamiento con los “pacos”, con los
organismos policiales del Estado, les mantiene “en lucha”. Lucha que no están dispuestos a
deponer. Aunque no tengan claro el objetivo final de ella.
Difícilmente, este actor acepte participar en el plebiscito de abril, pero, tampoco, en el proceso
constituyente popular autoconvocado, pues, este último también es conformar una
institucionalidad política que a la larga termina por oprimirlos y disciplinarlos. Ellos son la libertad
en acto y en potencia. Por esa razón, no los veo participando en un orden institucional, como será,
el proceso constituyente popular. Pero, si serán centrales en, una posible, radicalización del
proceso de Rebelión Social. De no producirse esa radicalidad, este sector, ira viendo menguada su
fuerza. Y, en la medida que cualesquiera de los dos procesos constituyente, se vaya
institucionalizando, los rebeldes dejaran de der actores políticos estratégicos como lo han sido
hasta ahora. Por cierto, que no van desaparecer, sino, como tantas veces en el pasado, las y los
rebeldes pasaran a ocupar la retaguardia. Volverán a caminar detrás, de los actores
institucionalizados. En conclusión, este actor social y político, abrió la coyuntura critica actual,
pero, no serán los que la cierren. Salvo, que las expectativas de la ciudadanía depositadas en la
solución constitucional resulten un fraude, un engaño, o una artimaña del poder constituido para
mantener las estructuras de dominación neoliberal.
A 90 días del “estallido social” los actores sociales y políticos han comenzado a ordenarse en torno
a la solución constitucional de la crisis abierta por la rebelión social.
El problema central que hoy evidencia la coyuntura critica es que el gobierno de Sebastián Piñera,
sigue gobernando, sigue tomando decisiones que influyen directamente en la vida cotidiana de la
ciudadanía. Y, lo hace, con el apoyo de la oposición parlamentaria.
Más allá del cuadro situacional que hemos delineado en este texto, el problema central que tienen
los actores sociales y políticos que miran con recelo la acción gubernamental es qué hacer con
Piñera y su gobierno. Exigir su renuncia, significaría incrementar la movilización social, a través de
la desobediencia civil, la paralización del proceso económico por medio de una huelga general y
aumentar los niveles de la violencia social y política, entre otras acciones colectivas. El punto, es
que solo los grupos rebeldes estarían dispuestos a asumir esas tareas. Pues, mayoritariamente, la
ciudadanía optaría por no impulsar la radicalidad de la rebelión social.
Por esa razón, considero equivocado sostener que el gobierno de Piñera, dejó de gobernar o
funcionar. La tarea principal que hoy se han trazado es sostener y defender el neoliberalismo. No
están inmovilizados, ni derrotados, están atrincherados en los espacios del poder. Para vencerlos y
derrotarlos, hay expulsarlos de esos espacios. Hasta ahora, solo la 1° línea, estarían por impulsar y
apoyar esa misión histórica y política. No hay que esperar a marzo y menos abril, para ello, hay
que hacerlo, ya.
©JCGL/jcgl, 22 de enero 2020
Día 94 de la Rebelión
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