por Rucio R.
Cuando la guerra entre Rusia y Ucrania entra a su tercer año, la situación va cambiando de manera de encaminar a Putín a una victoria frente a su contendiente Zelenski.
Lo preocupante no es la victoria de Rusia sobre Ucrania, sino la ola de noticias que llegan desde la comunidad europea en el sentido de un posible ataque de Rusia a algún país de la OTAN y lo que eso implicaría para Europa.
USA por su parte instiga a los países de la CE a seguir financiando a la OTAN y a estar preparados para un posible futuro conflicto.
Alemania anunció, recogiendo el guante lanzado por Donald Trump, que volverá a destinar el 2% de su PIB para financiar la industria armamentista, lo mismo anuncian otros países de la región.
Un punto importante a destacar en esta coyuntura es que, Alemania la economía más fuerte de la CE terminó el año 2023 en recesión a la zaga de los grandes países industriales y la OTAN anunció también un fuerte aumento en el gasto militar de los otros 18 países aliados.
Cuando las economías de toda Europa están a la baja producto de la pandemia del covid y luego la guerra Rusia Ucrania, el mayor gasto militar solo puede hacerse vía recortes en el presupuesto del gasto social.
Hemos visto en los últimos meses la movilización de los campesinos en diversos países de Europa, exigiendo mejores condiciones y resguardos para sus productos agrícolas.
Si la CE cumple su palabra de destinar el 2% de su PIB a la industria militar, posiblemente veremos entrar a la movilización social a los sindicatos de trabajadores, esto sumado al movimiento de los campesinos abrirá una oleada de huelgas para defender los derechos sociales que pretenden recortar en pos de una supuesta guerra.
Emmanuel Macron por su parte habla de la posibilidad de enviar tropas a Ucrania para ayudar a ganar la guerra, lo cual supondría un escalamiento de la guerra que pondría en peligro no solo a Rusia, sino a Europa y al planeta en su totalidad, ya que estamos hablando de potencias con poder nuclear.
El peligro es real en este mundo capitalista, donde la lucha por el control del mundo sigue siendo permanente, asistimos a una nueva edición de la guerra fría, esta vez ya no entre el capitalismo y la economía planificada, sino una guerra por la hegemonía comercial y militar donde nadie puede ganar y todos podemos perder.
Hoy más que nunca está la urgencia de tener una organización internacional que unifique a la clase trabajadora detrás de un programa verdaderamente revolucionario que plantee la toma del poder y salvar a la humanidad de la hecatombe mundial a donde nos quieren llevar las élites del mundo desarrollado.