El Socialista Centroamericano número 371
El modelo capitalista dependiente en Guatemala, basado en la agro exportación y el extractivismo, con sus efectos en la concentración de la tierra, en la apropiación del territorio, en la generación de empleo mal pagado, pero sobre todo de informalidad ante la escasez de empleos formales, es expulsor de grandes cantidades de fuerza de trabajo hacia el extranjero, sobre todo a Estados Unidos.
La industria local, aunque la más grande de Centroamérica, dedicada a la producción de bienes de consumo y la exportación de textiles mediante el sistema de maquila, genera bajo valor agregado, usa menos de la capacidad instalada y la inversión productiva de la burguesía industrial es mínima.
Esta situación afecta el funcionamiento del régimen político y la forma de gobierno y de Estado. Existe una feroz oposición de las distintas fracciones de la burguesía y los núcleos concentrados de capital oligárquico -salvo raras excepciones- de realizar reformas mínimas que democraticen el régimen político, como las que intentó impulsar la desaparecida Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) después de las movilizaciones de 2015, en sintonía con aspectos de los malogrados Acuerdos de Paz. Los grupos de poder que algunos llaman “dictadura corporativa” más bien están endureciendo el régimen político, cerrando los pocos espacios democráticos, como medida preventiva contra posibles protestas populares generalizadas, ante la desesperada situación pobreza y miseria. Las maniobras antidemocráticas que se están produciendo en el actual proceso electoral 2023, como la no inscripción de candidaturas progresistas o claramente rupturistas al modelo, que se han sido denunciadas en este periódico, son una manifestación de esta voluntad de cerrar espacios políticos y coartar las libertades democráticas.
Esta situación, y la falta de oportunidades para la población, hacen que en Guatemala, al igual que el resto de Centroamérica, la única salida para una gran parte de la población trabajadoras, sobre todo jóvenes, sea la migración; una válvula de escape que reduce la lucha de clases y a la vez se transforma en una fuente de ingresos para las familias de la clase trabajadora, situación que por su parte es aprovechada por la parasitaria burguesía financiera que manosean las remesas para aumentar sus ingresos.
A su vez esto se refleja en el dato que, para las próximas elecciones, casi dos millones de jóvenes mayores de 18 años no se empadronaron. A esto se suma la población que ha emigrado en los últimos meses y que obviamente no irá a votar en los centros consulares guatemaltecos. Todo esto como parte del desprestigio que cubre al pleno de magistrados del Tribunal Supremo Electoral (TSE) supeditado al bloque conservador en el poder, el cual fue votado por todas las bancadas en el Congreso, con la honrosa excepción del Movimiento Para la Liberación de los Pueblos (MLP).
Ante la negativa de inscribir candidaturas progresistas y democráticas, los socialistas centroamericanos llamamos a las organizaciones populares y partidos de izquierda, un realizar movilizaciones demando la inclusión de las candidaturas populares y de izquierda, marchando separados, pero golpeando unidos.
El endurecimiento de las condiciones de participación en el proceso electoral, ha llevado a algunos sectores de izquierda a levantar la consigna de no participar en la votación. Esta consigna puede parecer revolucionaria, y una repuesta justa ante las exclusiones que ya hemos denunciado. En realidad, no es justa ni revolucionaria, más bien les hace el juego a los grupos de poder que con maniobras antidemocráticas pretenden evitar que las fuerzas de izquierda se conviertan en una alternativa electoral y de poder.Los socialistas centroamericanos consideramos que jamás se debe dejar el campo libre a las fuerzas de la burguesía, porque todavía quedan candidaturas representativas de los sectores populares. En estas condiciones, llamar a la abstención es un error infantil. Una repuesta inútil ante un ataque tan brutal de la derecha. La exclusión de la candidatura presidencial del MLP y de otros grupos de izquierda, es un duro golpe que solo se puede revertir si logramos que, aun en las condiciones de endurecimiento del proceso electoral, la población vaya a votar masivamente castigando a los partidos y fuerzas derechistas. Y eso no es electoralismo, sino utilizar las elecciones como mecanismo de denuncia del actual régimen político, y como una vía para movilizar y reagrupar a los oprimidos, mientras maduran las condiciones para la necesaria revolución democrática