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Estados Unidos: Los Piratas del Caribe

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Pablo Jofré Leal*

HispanTV – 23 de mayo de 2020

El gobierno del presidente Donald Trump supera los alcances de la industria del cine de EE.UU., en materia de liderazgo en conductas de piratería internacional.

La industria del cine estadounidense queda pequeña en la muestra de sus producciones cinematográficas, frente a la actuación del presidente estadounidense, Donald Trump, en materia de liderazgo en conductas de piratería internacional.

Efectivamente, Donald Trump y el régimen cívico-militar que dirige superan los alcances e intereses que representaba el pirata Jack Sarro, interpretado por el actor Johnny Deep en la saga de los Estudios Disney de Los Piratas del Caribe. Un Trump que ha comenzado a utilizar técnicas propias de aquellos personajes, que asolaban los mares entre la primera mitad del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII, fundamentalmente. Ya sea actuando con patente de corso**, bucaneros, filibusteros o por vía directa, a través de sus fuerzas navales. Como acontecía con el Imperio Británico, que asolaba las ciudades de las costas de las colonias del otrora Imperio Español, a la vez que atrapaba sus barcos cargados de tesoros provenientes, principalmente de tierras americanas, camino a esa “vaca tragona y derrochadora que era la monarquía hispana”.

Un Trump que, en este siglo XXI, ha dado una nueva dimensión al concepto de pirata internacional, pues no contento con chantajear al mundo, someter a bloqueo a las naciones a las cuales desprecia, robar sus fondos invertidos en bancos extranjeros, entregar empresas para el usufructo de camarillas políticas implicadas en procesos de desestabilización, también incursiona en el robo de verdaderos tesoros en época de COVID-19: ventiladores mecánicos, kits de detección del virus COVID-19, guantes quirúrgicos, mascarillas y todo aquello que pueda ser usurpado, ya sea en aeropuertos extranjeros o haciendo uso de las leyes filibusteras, que suele aplicar en virtud de su poderío económico y militar.

Ha sido así incluso con naciones amigas, a quienes ha esquilmado despachos ya pagados y que en el aeropuerto ha significado subir la oferta hasta en tres veces a lo que ya se había pagado, para cambiar la dirección de destino. Así fue manifestado por el gobierno alemán, que denunció al gobierno estadounidense como un “pirata moderno”, usando métodos propios no sólo de aquellos personajes que actuaban en el mar, sino de pistoleros del salvaje oeste. El senador de la ciudad de Berlín, Andreas Geiser, inculpó al gobierno estadounidense, que desvió 200 mil máscaras de protección contra la COVID-19, que iban destinadas a la Policía de Berlín, acción efectuada en la ciudad de Bangkok “Tal y como están las cosas, asumimos que esto está relacionado con la prohibición del gobierno de Estados Unidos de exportar máscaras. Consideramos que esto es un acto de piratería moderna”, declaró Geiser.

En la misma fecha –principios del mes de abril del 2020– la compañía estadounidense 3M dio a conocer que el presidente Trump solicitó a esta multinacional que dejara de exportar, tanto a Canadá como a Latinoamérica, mascarillas o respiradores N95, altamente demandados en medio de la pandemia de la COVID-19. Francia, por su parte, censuró la conducta de intermediarios estadounidenses, que pagaron hasta tres veces el valor de una carga, a punto de ser embarcada en un avión destinado al país europeo. Renaud Muselier, el gobernador de la región sudeste de Provenza-Alpes-Costa Azul en Francia sostuvo que, en un momento en que el país europeo enfrenta una crisis por la escasez de equipo médico, Estados Unidos compró un avión cargado de mascarillas producidas en China, que estaba a punto de partir hacia Francia.

El comportamiento estadounidense respecto a las relaciones con los países, la forma de encauzar su comercio e, incluso, combatir males que afectan al conjunto del planeta, sitúan a Washington al margen de las leyes internacionales. Se comporta como un pirata, definido por el escritor Manuel Lucena “como aquel que robaba por cuenta propia… un enemigo del comercio que se mueve exclusivamente por su afán de lucro, sin discriminar ningún pabellón nacional”. Alguien situado, por ende, al margen del sistema imperante en la época y que, en su gran mayoría, puede ser considerado como miserable, delincuente y desertor. Descripción exacta para aquel desdichado, roba los artículos que otros requieren, delincuente pues lo concreta, utilizando medios ilícitos para ello como un vulgar delincuente y, además, al efectuarlo fuera de las leyes internacionales se comporta como un desertor.

En los últimos días, la conducta del matón de barrio, que caracteriza a Estados Unidos, su actuar fuera de los cánones de respeto a las leyes internacionales han desbordado todo lo posible de soportar por un planeta bajo los efectos de una pandemia global. Además, con efectos sanitarios, económicos y pocas posibilidades de cambios positivos en el breve plazo, que hacen más condenable esta conducta propia de personas al margen de la ley. Un gobierno estadounidense que amenaza a diestra y siniestra, que sanciona a quien osa enfrentarlo, que bloquea los activos de aquellos países a los cuales quiere usurpar sus riquezas naturales. Una administración que, lo mismo, se enfrenta a China que a la Federación Rusa, Venezuela, Cuba, a la República Islámica de Irán e, incluso, países aliados que han tenido que ceder frente a la prepotencia de Washington.

La situación más candente se vive con relación a las amenazas vertidas por Trump y su equipo cívico-militar contra Irán, quien en su legítimo derecho de comerciar con quien desee y vender sus productos, en este caso petróleo por Venezuela, a quien esté dispuesto a comprarlo, lo enfrenta a la amenaza militar de Washington. En específico, un freno naval a los barcos petroleros que desde puertos persas –desde Bandar Abás– navegan a puertos de la nación sudamericana. Estados Unidos, aprovechando sus determinaciones contra la República Bolivariana de Venezuela, que significó activar el envío de buques de guerra a la zona marítima cercana al país sudamericano, ha determinado que dichos navíos: el USS Detroit, USS Lassen, USS Preble y el USS Farragut, podrían ser utilizados, para detener el arribo de los buques petroleros iraníes; una amenaza inaceptable.

El ministro venezolano de Defensa, Vladimir Padrino, anunció que las Fuerzas Armadas Nacional Bolivarianas (FANB) escoltarán, en su zona marítima y aérea, a los barcos iraníes que transportan combustible a Venezuela. “Nosotros hemos establecido contacto con el ministro de Defensa de Irán: todos estos buques, cuando entren a nuestra zona económica exclusiva, serán escoltados por naves, buques y aviones de la FANB, para darles la bienvenida y decirle al pueblo iraní ‘gracias por tanta solidaridad y cooperación’, en medio de estas dificultades que está enfrentando el mundo, que es nuestra casa, por el coronavirus”.

Irán advirtió, por su parte, tanto al gobierno estadounidense como a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que se reserva su legítimo derecho a contrarrestar cualquier acción beligerante por parte de Estados Unidos. Teherán afirmó, a través de una carta enviada por el canciller Mohamad Yavad Zarif, que la política de agresión que está llevando a cabo la administración Trump viola el Derecho Internacional y que esas acciones injerencistas en el Mar Caribe “Son amenazas ilegales, peligrosas y provocativas. Un tipo de piratería, que supone un gran riesgo para la paz y seguridad internacionales”.

Como muestra de la manera distinta de comportarse y entender el respeto al Derecho Internacional, Irán, a través de su vicecanciller para Asuntos Políticos, convocó al embajador suizo en Teherán (país que representa los intereses de Estados Unidos en Irán, tras el rompimiento de relaciones internacionales, el año 1979), Marcos Lechner, para expresar la protesta de la nación persa frente a las acciones y declaraciones amenazantes de Washington, respecto al buque tanque, de bandera iraní que navega rumbo a Venezuela “El uso de medidas coercitivas u otro tipo de intimidación por parte de EE.UU. es una amenaza para […] el libre flujo de energía, y es una clara manifestación de piratería, una grave violación del Derecho Internacional y contraviene los objetivos y principios establecidos en la Carta de las Naciones Unidas,. Cualquier amenaza contra los buques del país persa se enfrentará a ‘la respuesta inmediata y decisiva de Irán’.

Estados Unidos quiere seguir con la saga de Piratas del Caribe, incluso ampliándola a todos los mares del mundo, creyendo que su actuación le valdrá alguna consideración como artista político del año. La dificultada radica, en que no ha considerado a otros actores internacionales, que se toman las situaciones con la seriedad y responsabilidad que merece la humanidad. Washington juega con fuego y así lo advierte Irán que, a través del portavoz del gobierno persaAli Rabiei, señaló que están abiertas todas las opciones para responder a Washington y su administración de gobierno, si algo llegar a concretar contra los petroleros iraníes que van a Venezuela. “Si bien Estados Unidos tiene un historial en la piratería, todavía es muy pronto para pronunciarse sobre la reacción de Irán. Pero, si comete tal error nos reservamos todas las opciones y tomaremos las respuestas proporcionales para preservar la libertad de navegación e imponer un costo sin precedente por las ilegalidades”. Irán lo ha dejado claro: van a recaer en Washington las consecuencias de cualquier acción irracional contra los barcos iraníes.

** La expresión patente de corso se refiere a la carta patente o documento oficial que alguien podía presentar (“hacer patente”) para demostrar que estaba autorizado a emprender una campaña naval para perseguir a los piratas o a embarcaciones enemigas; es decir, para hacer un corso (del latín cursus, carrera) persecución y saqueo de naves llevados a cabo no como acción de guerra, pero sí por barcos autorizados por su gobierno.

* Periodista y escritor chileno Analista internacional. Magister en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Asia Occidental y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador del portal web de análisis internacional Análisis glocal (www.analisisglocal.cl). Conductor programa Sin Fronteras en Radio Universidad de Chile. Autor del libro Palestina: Crónica de la ocupación sionista.

El presidente de EE.UU., Donald Trump, en un campo de golf.
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El energúmeno que todavía ostenta el título de Presidente de EE.UU., se divierte en el Trump National Golf Club (Sterling, Virginia), junto a un grupo de empresarios, todos sin mascarillas, inmunes que se auto-consideran a la pandemia, cuya tan caótica como indolente gestión ya ha provocado casi 100.000 muertes en ese decadente país, que en nada lo afectan, pues es propio de las mentalidades fascistas –el imbécil Jair Bolsonaro lo reconfirma– despreciar a las víctimas de sus irresponsabilidades, especialmente cuando son afrodescendientes, latinos, pobres… El patético magnate juega indiferente a los dramas de los pueblos norteamericanos y de las gravísimas consecuencias de inmorales amenazas y castigos, quizás para olvidar que la invasión mercenaria –comandada por dos norteamericanos, con contrato para asesinar líderes y dirigentes populares– fue inmediatamente aplastada por la Revolución Bolivariana y que, a estas horas, llegan a las costas de la nación venezolana buques-tanques solidarios de Irán, que la flota –incluyendo portaaviones y acorazados– EE.UU./OTAN ni siquiera intentó detener, rompiéndose el bloqueo criminal con esa enorme y hasta ridícula derrota de las prepotentes fuerzas militares al vil servicio del Imperio.

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