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España – JULIO ANGUITA: BREVES NOTAS…

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por Pepe Gutiérrez Álvarez, España

 Tengo en mi memoria la imagen de un Julio Anguita muy didáctico, que decía las cosas de forma clara, que gustaba de debatir. Por otra parte, una persona digna, incorruptible y que defendió sus ideas hasta el final. Muy tímido en las relaciones personales, que no callaba ante los poderes estasblecidos.

En algunas notificaciones me inquieren sobre “cómo se cargaron a Julio Anguita”, el que fue el último episodio histórico por levantar una alternativa social de izquierdas, sí se quiere “socialdemócrata” aunque de los tiempos clásicos o de la segunda posguerra, del que Ken Loach (un trotskista perdedor), evoca en “El espíritu del 45”, obra ineludible para situarnos ante el alcance de la “gran derrota” del movimiento obrero y de la “gran victoria” del “horror económico” o sea del neoliberalismo, actualmente en crisis pero todavía dominante. Recuerdo que el referente del proyecto de la IU de Julio se remitía al del PT brasileño antes de llegar al poder (luego se cambió de piel como las serpientes), o de “Refundazione comunista” que acabó suicidándose al entrar en un gobierno de coaliación con lo que con bastante ironía se califica de “centro sinistra”. 
No estará de más recordar que Anguita llegó a la secretaría general del PCE y posteriormente a la dirección de IU como enterrador del carrillismo, del Pacto de la Transición y del «Juntos podemos» del PCE con el PSOE. Su enfrentamiento con Santiago Carrillo, cuando era alcalde de Córdoba llegó a tal punto que estuvo durante 24 horas expulsado del partido; algo que este no se podía permitir por mucho Carrillo que mandara. No mucho después el aparato político e institucional del Régimen del 78 justamente caracterizado por la IU de Julio Anguita mediante el símil de «las dos orillas» ante la ira de los tribunalistas de la prensa y tertulianos al servicio de Felipe-Cebrián y toda la banda. 
En la otra orilla estaban el PP y el PSOE, éste para hacer “tragar” al pueblo lo que éste no habría tragado del franquismo ni de la derecha. 
En aquel entonces, al frente de un amplio y abierto equipo, Julio los denunció todos: la destrucción de tejido productivo disfrazada de reconversión industrial, las privatizaciones de empresas públicas, la cultura del «pelotazo», las corrupciones masivas de la Expo, Filesa, el AVE, Ibercorp, el caso Guerra, el caso Roldán, en una competición con el PP haber quien pillaba más. El broche fue la secretaría general de la Alianza para Javier Solana, etc. Y lo más duro, la denuncia implacable de lo que demostraba palpablemente la pervivencia del franquismo en los aparatos del Estado, sobre todo en la policía y en la Guardia Civil: el terrorismo de Estado del GAL organizado y alimentado por el gobierno de González con la falta de escrúpulos que día a día se hace más evidente. Como lo fueron sus cómplices dentro de una izquierda integrada, dispuesta a todo no ya por un sillón, también por un taburete de “secretario de…”. Una enfermedad que también llegaría hasta Podemos como se están haciendo cada vez más evidente.
Por entonces, las tensiones en el interior de IU eran brutales y no sólo por la lucha abierta con Nueva Izquierda e IC. Dentro de la supuesta mayoría se ejercía una permanente labor de zapa, apoyada por la dirección del PCE, abogando por arrastrar a IU al único lugar posible según ellos: como satélite del PSOE en gobiernos y parlamentos, y municipales siguiendo la premisa de que la historia ya se había acabado y que lo importante era acceder a un bienestar cada vez más gestionado al servicio de las élites.
Día sí día también, Julio fue acusado desde las más diversas tribunas de todo: comunista trasnochado, intrigante estalinista, califa, etcétera.
Cuando se jubiló con su sueldo de maestra hasta Eduardo Inda se quitaba el sombrero, total: ya no molestaba. Con todas las diferencias y matices que se quiera, pero desde la misma integridad y pluralidad su antorcha está actualmente representada por Teresa Rodríguez y su gente. Y son los mismos mecanismos e intereses los que ahora tratan de quitarla de en medio para poder pactar cargos y prebendas ante el aplaudo enfervorizado del peor PSOE y de la derecha cada vez más en órbita trumpista, de la gente que no quiere que la identidad trabajadora andaluza se erija en una plataforma federal capaz de acercar las instituciones al pueblo militante.
Al final todo, el equipo de colaboradores desde la primera línea se fue, se dispersaron. No planteó la batalla, supongo que, por una suma de factores diversos, pero creo que se sintió a gusto en una suerte de destierro en el que le dejaban hablar; apartado de las nuevas generaciones. con todas sus limitaciones, su proyección es de otro metal que el del modesto Pablo Iglesias…
El trasfondo de la cuestión seguramente fue que el apoyo consciente de base era muy limitado…El escenario fue ocupado de un lado por cuadros mientras tanto-el viejo topo-LCR de pedigrí, y de otro por los que manejan el cotarro en el PCE. CCOO e ICEV quedando Julio en un terreno en el que seguramente ya no vio salida. 
Testigos orgánicos de entonces me contaban que personalmente sentía una admiración por los que discutían las ideas dejando de lado lo personal.

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