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En esta noche oscura la izquierda no está derrotada, está convocada

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 Por Alejandro Mora Donoso

Red Charquican

El resultado de esta primera vuelta no es el fin de la izquierda, es la prueba de que debemos reconstruirla desde su raíz más profunda. Caen quienes administraron la transición, no quienes siguen creyendo que la dignidad es innegociable.

Lo que se derrumba es la política que aceptó los límites del modelo, no la fuerza histórica que nace del pueblo.

La derecha dura no ganó por convicción, ganó porque Chile lleva décadas golpeado por la desigualdad, la precariedad y un Estado incapaz de proteger a su gente. Ganó porque dejamos de hablar claro, porque dejamos de organizarnos, porque dejamos que la élite, económica, mediática y política, decidiera el relato del país.

Pero incluso en esta noche oscura, la verdad es simple, la izquierda no está derrotada, está convocada.

Convocada a abandonar las medias tintas y volver a su fundamento histórico, la lucha por soberanía, la afirmación de autonomía popular, y la urgencia de una transformación de fondo que no se negocia con los mismos poderes que producen la injusticia.

No basta con administrar lo que hay, hay que reconstruir un proyecto capaz de romper las cadenas del modelo, capaz de devolver el poder al pueblo organizado, capaz de desafiar la dependencia económica, cultural y geopolítica que nos mantiene subordinados.

Y ese proyecto no puede nacer solo desde Chile. La historia lo demuestra, ningún pueblo avanza aislado.

Nuestra fuerza se multiplica cuando se enlaza con la de quienes resisten en toda América Latina y con todos los pueblos que hoy luchan contra el colonialismo, el despojo y el autoritarismo global.

Desde los trabajadores precarizados hasta las mujeres organizadas, desde los estudiantes hasta las comunidades indígenas, desde quienes luchan en Chile hasta quienes resisten en Palestina, Haití, Colombia o el sur global entero, la misma estructura de violencia atraviesa nuestras vidas, y la misma dignidad nos conecta.

Por eso este llamado es claro:

Construir soberanía. Reconstruir autonomía. Impulsar una transformación de fondo junto a los oprimidos de América Latina y los pueblos que luchan.

No es una frase.

Es una orientación estratégica.

Es el horizonte que la transición nos arrebató y que hoy vuelve a abrirse, porque la historia jamás se cierra mientras existan pueblos dispuestos a levantarse.

Quienes aún creemos en la izquierda no somos los herederos de una época perdida, somos los responsables de que la próxima no sea escrita desde el miedo ni la obediencia, sino desde la insumisión, la organización y la esperanza activa.

Este no es el final. Es el inicio del trabajo más serio que hemos tenido en décadas. Y quienes escuchan este llamado saben que la tarea es grande. pero el momento también.

 

 

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