MOHORTE @mohorte
La obesidad es una de las principales preocupaciones de la Organización Mundial de la Salud. Si nos fijamos en las cifras, es lógico. El número de personas obesas, es decir, cuyo Índice de masa corporal supera el umbral del 30, se ha triplicado desde mediados de los setenta. A lo largo y ancho del mundo hay más de 650 millones de personas en la categoría. La obesidad causa la muerte prematura a más de 2,8 millones de personas al año.
Cifras en conjunto alarmantes. Y que siempre, siempre van a más.
Futuro cercano. El ejemplo más paradigmático es Estados Unidos, donde la obesidad alcanza la categoría de epidemia. Un nuevo estudio arroja luz sobre el futuro inminente del país, y no es halagüeño: calcula que para 2030 más del 50% de los adultos estadounidenses serán obesos. Más aún, alrededor de un cuarto serán «obesos severos». Las cifras varían de estado a estado, pero casi siempre afectan a personas con pocos ingresos.
Tendencias El trabajo parte de los hábitos alimenticios adquiridos por los estadounidenses, cuyo consumo de carnes rojas, comidas precocinadas y bebidas azucaradas no tiene parangón en el resto del planeta, y de la evolución constante de la obesidad en el país. Su trayecto es una señal de alarma para los demás: en 1963 sólo el 23% de la población era obesa. En 2016, el 39%. Y para 2030, el 50%.
En medio siglo, Estados Unidos ha duplicado su problema.
Dinámica. ¿Tiene solución? Diversos expertos en salud y nutrición llevan décadas batallando por un cambio de hábitos. Una de las medidas más tanteadas durante los últimos años es un impuesto al azúcar. Filadelfia la introdujo en 2017 (1,5 céntimos por cada 28 gramos) y consiguió reducir el consumo de bebidas azucaradas («soda») un 38%. En el resto del país su introducción ha sido combatida por la industria y parte de la clase política.
Otros estudios plantean recetas similares a nivel nacional, para la carne roja o para la comida rápida.
Mundo. ¿Es relevante el ejemplo de Estados Unidos? En este caso sí. Otros países occidentales tienen problemas similares de obesidad, matizados por su menor dependencia de las bebidas carbonatadas o de la comida basura. En España alrededor del 25% de los adultos tienen obesidad o sobrepeso. Cifra menor a la estadounidense, pero preocupante por otro motivo: el ritmo al que la crece es similar al del otro lado del Atlático.
Según un estudio del Institut Hospital del Mar d’Investigacions Mèdiques, entre 1987 y 2014 el número de personas obesas aumentó anualmente un 0,5% entre hombres y un 0,25% entre mujeres. Hoy hay hasta 24 millones de españoles con sobrepeso u obesidad. Y para 2030 se espera que el 80% de los hombres tenga, al menos, sobrepeso. España ya es el país con mayor porcentaje de población infantil obesa de Europa.
Dinero. La obesidad es un problema de salud, y por tanto de dinero. Los tratamientos contra la obesidad y sus derivadas (desde la hipertensión hasta las enfermedades cardiovasculares), ya representa el 9% del gasto sanitario del estado. Más de €2.000 al año y en torno a los 265€ por persona. Aquí EEUU también sirve como espejo: las personas con obesidad invierten una media de $1.400 más al año en gastos sanitarios.
Para 2030 se estima que los sobrecostes asociados a la obesidad superen los $150.000 millones. Un agujero económico.
Imagen: Steve Baker/Flickr