Inicio Análisis y Perspectivas ¡El control mental y la alteración de las mentes!

¡El control mental y la alteración de las mentes!

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por Franco Machiavelo

El neoliberalismo en Chile no solo saquea bolsillos, también saquea conciencias. Su victoria más profunda no está en los tratados de libre comercio ni en las fortunas obscenas de unos pocos, sino en haber convertido la mentira en verdad y la explotación en sentido común.

La oligarquía y el imperialismo han instalado un aparato de manipulación tan poderoso que el pueblo termina defendiendo a sus verdugos. Los medios de comunicación son su arma más eficaz: bombardean a diario con noticias falsas, con espectáculos vacíos y con una distorsión calculada de la realidad. Ocultan los crímenes de los poderosos, satanizan la protesta y fabrican enemigos imaginarios para mantener al pueblo dividido y confundido.

El modelo neoliberal penetra como un veneno en cada rincón de la vida: en la escuela que premia la obediencia servil y castiga la crítica; en los trabajos donde la autoexplotación se celebra como “emprendimiento”; en la política transformada en circo televisivo; en el consumo que convierte a la dignidad en mercancía y a la identidad en logotipo. Se trata de una colonización total, donde hasta los deseos, los sueños y los afectos se subordinan al mercado.

El gran triunfo de esta maquinaria no es económico, es psicológico: convencer al pueblo de que la miseria es culpa suya, de que la desigualdad es natural, de que la dependencia del imperialismo es modernidad. Así logran que millones vivan agradecidos de las migajas mientras unos pocos banquetean con la riqueza del país.

Ese es el verdadero control: cuando el oprimido no solo obedece, sino que cree que no hay alternativa. Cuando las cadenas no se sienten en la carne porque ya fueron tatuadas en la mente.

Pero la historia enseña que ningún dominio es eterno. Frente a la manipulación, el arma más poderosa es la organización popular; frente a las mentiras, la verdad colectiva; frente a la resignación, la lucha.

¡Ha llegado la hora de romper el hechizo neoliberal, de arrancar las máscaras a la oligarquía y de alzar la voz contra el imperialismo que nos quiere de rodillas! Chile no se salva con sumisión ni con obediencia: se salva con rebeldía, con conciencia y con unidad popular.

¡Que el pueblo despierte, que la rabia se convierta en fuerza organizada, y que la dignidad vuelva a caminar erguida por las calles de Chile!

 

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