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El abuso de Trump y el despertar del power latino

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por Carlos Pichuante

Las protestas en Los Angeles han vuelto a encender una llama que jamás se ha apagado: la dignidad del pueblo latino en los Estados Unidos. No se trata de simples manifestaciones, sino de una respuesta legítima y necesaria ante los abusos verbales, políticos y simbólicos de Donald Trump, un político sin criterio que ha hecho de la xenofobia una bandera y de la división una estrategia electoral.
 
Las comunidades latinas han sido, durante décadas, una pieza fundamental del motor económico, cultural y social de Estados Unidos. Desde los campos de cultivo hasta las aulas, desde los hospitales hasta los comercios, el trabajo incansable de millones de personas ha contribuido a forjar el país que hoy conocemos. Sin embargo, este aporte ha sido sistemáticamente invisibilizado y, peor aún, atacado con discursos de odio, políticas de exclusión y medidas que solo profundizan la desigualdad.
 
Trump representa una visión oscura del país: una nación que retrocede, que desprecia la diversidad y que siembra el miedo para cosechar votos. Su retórica no solo alimenta el racismo, sino que pone en peligro los pilares básicos de una democracia ya herida. Porque una democracia que permite que se persiga, estigmatice y se insulte a millones de sus ciudadanos por su origen no es una democracia sana; es una en decadencia.
 
Por eso, las protestas en California como en tantas otras ciudades, no son un problema, sino una expresión de salud democrática. Son el grito de quienes ya no aceptan ser pisoteados. Son la afirmación de una identidad que no pide permiso para existir, que no necesita justificación para exigir respeto.
 
El llamado “power latino” no es un eslogan vacío. Es una realidad política y social que está despertando con más fuerza que nunca. Es tiempo de que se escuche. De que se traduzca en representación real, en decisiones de poder, en conquistas que no se pueden seguir postergando.
 
Este país no puede construirse sobre la exclusión, el desprecio ni la ignorancia. Y si Trump insiste en seguir esa ruta, encontrará frente a él a una comunidad que ha resistido, que ha crecido y que hoy está decidida a no retroceder ni un paso más.
 
Porque Estados Unidos no será grande si no lo es para todos. Y los latinos, que tanto han dado, no van a permitir que se les siga negando el lugar que legítimamente les corresponde.

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