16 de junio de 2025
Por Steve Hollasky. Dresde, Alemania.
Comité por una Internacional de los Trabajadores (CIT)
(Imagen: Guardia Nacional de California en Los Ángeles. Wikimedia Commons)
El presidente Trump ordenó el despliegue de la Guardia Nacional y los Marines estadounidenses en las calles de Los Ángeles para contrarrestar las protestas contra la deportación de trabajadores inmigrantes y sus familias. Se trata de una importante escalada de acciones violentas de la Administración contra los manifestantes. En respuesta, más de 2.000 manifestaciones y protestas, coincidiendo con actos del Orgullo en muchos lugares, tuvieron lugar en ciudades y pueblos de todo Estados Unidos, el pasado fin de semana. Los organizadores afirman que en ellas participaron hasta cinco millones de personas. Steve Hollasky analiza el trasfondo de las acciones de Trump.
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Los EE.UU. de Trump son una pesadilla para los migrantes. La resistencia al creciente número de deportaciones está creciendo, junto con la oposición a las acciones represivas, antidemocráticas y arbitrarias de la administración Trump.
Llegan de día y noche en vehículos anónimos; no se identifican, irrumpen en casas y negocios, destrozan familias y plantillas, y rompen brutalmente cualquier resistencia. Arrastran a la gente a campamentos y la echan del país.
Parece que ya no hay límites para los funcionarios del ICE, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos, dependiente del Departamento de Seguridad Nacional. Llevan meses peinando las ciudades estadounidenses. No tienen piedad. El objetivo de 3.000 deportaciones diarias debe cumplirse. Según los medios de comunicación estadounidenses, ya se han producido siete muertes en campos de deportación. Incluso los ciudadanos estadounidenses están en el punto de mira.
Se presiona a la gente para que traicione a sus vecinos. Las víctimas rara vez disponen de recursos legales. Para los inmigrantes, las acciones del ICE deben sentirse como una visita del infierno.
Experimento de laboratorio en Los Ángeles
Las imágenes de un hombre que intenta evitar que secuestren a su familia en un vehículo del ICE se hicieron virales en todo el mundo. Se apoya contra el transportador durante cien metros, es empujado delante de él y cae al suelo.
Este incidente es sólo un ejemplo de lo que está ocurriendo en Los Ángeles en los últimos días: una resistencia desesperada contra un aparato al que no le faltan ni poder, ni recursos, ni motivación.
El multimillonario tecnológico Elon Musk, que recientemente hizo pública su disputa con el presidente de EE UU, ha facilitado información al ICE. La agencia que dirigía, DOGE, investigó direcciones, lugares de trabajo, escuelas y universidades. Lugares donde se alojan los migrantes. Y los funcionarios del ICE los detuvieron allí.
Pero la opresión lleva tarde o temprano a la resistencia. Ni el DOGE ni el ICE, ni Musk ni Trump, pueden saltarse esta ley.
Las protestas en Los Ángeles se hicieron audibles. En las manifestaciones, los oradores exigieron el fin de las deportaciones masivas. Se ocuparon temporalmente las calles y se intentó impedir los ataques de los funcionarios del ICE. Estos respondieron con violencia, al igual que la policía.
Las fuerzas del orden dispararon una bala de goma contra las piernas de una periodista australiana. Sus gritos de dolor fueron de los pocos de este tipo que llegaron a los medios de comunicación.
Cuando los periodistas preguntaron a Martin Luther King en su última conferencia de prensa antes de ser asesinado en Memphis en 1968 si asumía la responsabilidad de la violencia en una manifestación que él había encabezado de trabajadores del saneamiento de la ciudad en huelga, el activista de los derechos humanos respondió que esos incidentes eran el resultado del racismo y la opresión. Dijo que ni él ni la manifestación eran responsables, sino lo que ocurría en la sociedad estadounidense. En Los Ángeles, en los últimos días se han incendiado coches de la policía y de funcionarios del ICE.
Entonces llegó el bombazo: Trump envió a la Guardia Nacional…