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Chile – CRISIS DE CONFIANZA + CRISIS DE REPRESENTACION = DIVERGENCIAS EN LOS GRUPOS DE INTERES DOMINANTES

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Núcleo Ernest Mandel

Santiago, enero 2018

 

La impronta de los movimientos sociales

Desde el año 2011 el país ha venido conociendo una lenta, pero sostenida rearticulación opositora al régimen pos dictatorial, la que se ha visto fortalecida, por el tipo de respuestas entregadas por el sistema de partidos a las demandas sociales generadas a partir de las movilizaciones impulsadas por la juventud y los trabajadores y que explican, en parte, la descomposición política en desarrollo. En efecto, los dos sectores más importantes en la dinámica movilizadora han sido los jóvenes universitarios y de la educación secundaria, por una parte y por otra, los trabajadores organizados, en especial los trabajadores del sector bancario que han operado al margen y en contra de la voluntad de una burocracia sindical que por validarse ante el régimen terminó totalmente desacreditada ante los trabajadores y el pueblo. El movimiento de los estudiantes enarbolando propuestas de cambio al sistema educativo, como gratuidad y fin al lucro, entre otras y el movimiento de los trabajadores, proponiendo el cambio del sistema previsional, bajo la consigna No Mas AFP (No + AFP), que han sabido confrontar al régimen obligando al sistema político a entregar respuestas, que en sus contenidos han sido fuente de descredito para los representantes de todos los sectores.

Aunque el país observó como el sistema político en su conjunto se allanó a la tarea de responder, todos los sectores estaban de acuerdo en que se debía modificar el sistema de educación en cada uno de sus niveles y concordaban en que se debían aprobar, de inmediato, aquellas propuestas que se encontraran consensuadas entre gobierno oposición y que habían sido levantadas por los estudiantes, sin embargo, las medidas propuestas sólo buscan retrasar un cambio en educación, que pasa por reinstalar al Estado como proveedor principal en el sistema educativo. Los estudiantes supieron instalar en el centro del debate la necesidad de cambios en el sistema educativo y con ello, la mayoría de la sociedad revalora la posibilidad del cambio político-social; en cambio, aquellos que buscan realizar solo los ajustes que permitan la continuidad bajo el régimen de subsidiaridad neoliberal tratan desesperadamente de dar con las claves del cambio que le permitan la cooptación del movimiento estudiantil, sin lograrlo.

En cambio, frente al movimiento de los trabajadores No Mas AFP (No + AFP) el sistema político trató de ignorar sus propuestas, y observamos que se despliega una estrategia diferente: se actúa por inter-positas personas, para tratar de desestimar el valor de un sistema de reparto colectivo frente a un sistema de acumulación individual, son los medios de comunicación, actuando como correa trasmisora de los grupos de interés dominantes, los que se esmeran en ejercer el más vil servilismo para desmerecer y desvirtuar las propuestas y el rol de los dirigentes sindicales que impulsan el cambio del sistema previsional. El propio autor e impulsor del sistema, es reposicionado en los medios para defender su obra.

En el discurso que van imponiendo los medios de comunicación, se valida críticamente el rol de los dirigentes estudiantiles, son proyectados como futuros líderes políticos y emprendedores del futuro, en cambio, los dirigentes de los trabajadores, representan el pasado, el exceso de ideologismo y un discurso sin sustento técnico.

Con esta diferencia en el procesamiento de la crítica opositora se pretende absorber a uno y debilitar al otro. La crítica de los estudiantes apunta a cuestionar los mecanismos de integración, mientras que la crítica de los trabajadores se dirige a la necesidad de poner término a los privilegios de quienes administran los fondos pertenecientes a la mayoría trabajadora del país. Los grupos de interés dominantes saben que las luchas por la educación amplían los niveles de conciencia social, también saben que las luchas por la previsión, alientan la conciencia política de los trabajadores y que unidas estas luchas, demandaran poder político y social.

Hacia una curva ascendente

El año 2017 refrendó el éxito que venían exhibiendo en los últimos años el desenvolvimiento de estos dos movimientos sociales. Los grupos de interés dominante no tuvieron la capacidad de inhibir este importante proceso opositor, que por supuesto tiene numerosos otros actores, aunque sin duda, han sido los dos movimientos sociales más exitoso de los últimos tiempos y que han colaborado en decantar en una representación política democrática popular: Frente Amplio (FA), que reúne a orgánicas como Revolución Democrática, Izquierda Autónoma, Movimiento Autonomista, partido Igualdad, partido Humanista, partido Ecologista, Movimiento Democratico Progresista e independientes frente amplistas, que en los días recién pasado obtuvo una importante representación electoral.

El triunfo electoral del FA, expresado en el número de diputados y un senador elegidos, dan cuenta de un cambio fundamental en el desarrollo de las luchas políticas en el país, como se dice habitualmente, este resultado marca un punto de inflexión. La izquierda democrática popular y los sectores anti-sistema dejan de ser ignorados y pasan a constituirse en un hándicap para las futuras campañas por la representación de los trabajadores y el pueblo.

Pero tampoco podemos ignorar que a la base de estos resultados se encuentra, dicho de manera general, la existencia de fuertes divergencias al interior de los grupos de interés dominantes; estas divergencias no tienen tanto que ver a que potencia económica o bloque económico se subordina la economía del país para tener viabilidad, en el marco de la crisis global y los desafíos del desarrollo, si no cual es el rol que debe asumir el Estado en la gestión de la economía, para garantizar la estabilidad social, divergencias que lo más probable serán de carácter duraderas

Asimismo, debemos considerar, en segundo lugar, un factor de la mayor importancia para la gobernabilidad y que explica en parte también el éxito del FA; este es la desconfianza que se encuentra instalada en la mayoría de la población. Esta desconfianza es respecto de las personas de las instituciones que representan la autoridad en distintos ámbitos y niveles. Ninguna autoridad ninguna institución queda al margen de esta disposición de desapego que manifiestan cada vez más un mayor número de personas, en los distintos estudios de opinión que se informa en los medios de comunicación. Esta desconfianza es la expresión de la frustración que produce la pérdida de derechos sociales, en diversos ámbitos. trabajo, previsión, salud, educación, entre otras, en suma, existe una percepción generalizada de faltas de oportunidades; por consiguiente, se instala el desencanto.

Pero esto no debe llevarnos a engaños, la situación social actual por sí sola no garantiza un avance lineal, la derrota histórica aún obra sobre la conciencia de miles, aún persisten los bajos niveles de organización de los trabajadores y todavía son débiles los lazos societarios y las conexiones con las orgánicas políticas de clase, estamos ante un cuadro en que las estructuras no cobran su efectiva dimensión posible, ningún triunfo está garantizado, tenemos como ejemplo inmediato, el triunfo recientemente obtenido por la derecha en la elección de diciembre recién pasado, en donde obtuvo la mayoría de votos de parte de los sectores populares que acudieron a manifestarse en las urnas.

El FA inevitablemente se constituirá en articulador político en el sistema de representación formal, pero de lo que se trata para nosotros en que llegue en el mediano plazo a constituirse en articulador de las demandas de los trabajadores y sectores populares.

Nuestras próximas tareas

Nuestra acción política en el FA tendrá sentido si somos capaces de desplegar una conducta pedagógica que promueva junto a una clarificación teórica, el fortalecimiento y desarrollo de las estructuras orgánicas de los trabajadores y de los sectores populares. Debemos aportar al desarrollo del FA como el nuevo referente que puede representar a todos los sectores postergados, excluidos, marginados y explotados de nuestra sociedad.

Debemos hacer de la Unidad un valor fundamental para todas y todos los que participan del FA, la unidad es una necesidad vital en el proceso de recomposición de los sectores de izquierda, democráticos y progresistas. Debemos trabajar para que las distintas instancias orgánicas del Frente Amplio se desarrollen en la perspectiva de generar políticas sustentables en el tiempo y le den soluciones a los problemas que aquejan fuertemente a la gran mayoría de la población chilena. Si no queremos que este magnífico triunfo electoral se nos escabulla de entre las manos debemos redoblar nuestros esfuerzos por fortalecer y legitimar el FA como el nuevo instrumento político del pueblo, en donde prevalezca una opción clara de izquierda, progresista, democrático, pluralista y sobretodo un defensor de las causas y los métodos colectivos que aporten a fortalecer, expandir e irradiar el influjo inclusivo que debe alentar a toda política revolucionaria.

 

 

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