por Naomi Klein
A mediados de marzo, un viernes, llenas de emoción y desafío, en un acto de absentismo escolar, salieron de las escuelas como pequeños arroyos. Esas pequeñas corrientes desembocaban en grandes avenidas y bulevares, donde se juntaron con otros flujos de niños y adolescentes cantando. Pronto los arroyos desembocaron en ríos: 100.000 cuerpos en Milán, 40.000 en París, 150.000 en Montreal. Los carteles de cartón se balanceaban sobre las olas humanas: «¡no hay planeta b!» «¡no quemen nuestro futuro!» «¡La casa está en llamas!»
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