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CINCO MILÉSIMOS DE SEGUNDO

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por Margarita Labarca Goddard

Yo no sé nada de deportes  ni me interesa mucho el deporte. Pero como mi nieta se  está alojando   temporalmente mi casa, me veo obligada a ver deportes  en  una pantalla gigante que se ha puesto en el living.  En Chile  se le ha dicho siempre “living” a lo que en la mayoría  de los países  de habla hispana se llama “sala”.  Entonces, les ruego a los no chilenos que no se burlen del “living” que nunca he sabido cómo llegó a nuestro país.

Y cuando voy al living y veo que están  trasmitiendo   un deporte,  tengo que preguntar qué es y luego quien ganó, porque no me entero de nada, pues estoy bastante cegatona.

Sin embargo, les diré que una vez tuve una emoción deportiva muy grande. Estaba yo en Cuba, trabajando en el Ministerio del Trabajo. Sólo había una televisión en la oficina del ministro y como corría un cubano, todos nos fuimos a apiñar a esa oficina. No era la de 100 metros  planos  sino la de 200, creo. Corría  Alberto Juantorena y lo vimos ganar. Todos gritábamos, nos abrazábamos, fue una alegría colectiva inefable, no la voy a olvidar jamás.

Ahora  veo que un norteamericano ha ganado la carrera de 100 meros, por cinco milésimas de segundo.

Cinco milésimas de segundo, ¿Qué es eso?  Yo los vi empatar.  Pero después  salió el  resultado electrónico y dijo lo de los cinco  milésimos de segundo.

Es un tiempo que ni usted ni yo podemos medir ¿Un parpadeo  humano?  Como el tango de Gardel ”Yo adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos …”  No, señores, un parpadeo humano dura 300  milisegundos, según he averiguado, o sea casi un tercio  de un segundo. ¿Y qué es lo que dura cinco milésimos de segundo?  Pues nada, absolutamente nada  medible  por los seres humanos.

El noticiero norteamericano de la NBC explica   que los colibríes son conocidos por sus rápidos aleteos, pero que Lyles ganó por  menos del  aleteo de un colibrí.

Pues ahora esos cinco milésimos de segundos hacen  la diferencia entre  una medalla de oro y una  de plata. 

A los deportistas eso le importa mucho. El que ganó el oro es un norteamericano  que se llama Noah Lyles, un negro por cierto. Los yanquis odian a los negros, los discriminan, los atacan y a menudo los matan porque los ven corriendo o porque sí. Un negro va manejando un auto y la policía  le pide los documentos. El hombre estira la mano para  tomar su cartera  y  le meten un tiro. Después dicen que creyeron que iba a sacar un arma y no pasa nada.

Pero en deporte si ponen negros porque les conviene, pues  las gentes de color son tremendos deportistas. Todos los países europeos lo hacen, fíjense en las Olimpiadas.

El de la plata es un el jamaiquino que se  llama  Kishane Thompson, negro también, pero eso es lo normal  pues la mayoría de  los jamaiquinos son negros.

Pero yo creo que este resultado  es injusto: deberían decir que empataron ¿Por qué no?

Las Olimpiadas nacieron en Grecia, cuando no existían los sistemas electrónicos. Muchas de sus tradiciones se han conservado.  Y ¿por qué no conservar la del ojo humano?  Un ojo que no ve los cinco milésimos de segundo, como no los vimos ninguno  de los que estábamos mirando la carrera. Ambos corredores habrían empatado.  En realidad, empataron.

Margarita Labarca Goddard

 

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