Entrevista a Plínio Arruda Sampaio Junior
“Temer tendrá dificultad para concluir su mandato, el escenario para los próximos años es sombrío”
Gabriel Brito, Redacción
Correio da Cidadania, 5-11-2016
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Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa
Finalizadas las elecciones municipales y sus esfuerzos de campaña, Brasil vuelve a encarar la depresión que abala a la economía y los paquetes del gobierno Temer, son incapaces de cualquier respuesta positiva a la crisis general. Al mismo tiempo, la onda de ocupaciones de escuelas y universidades que recorre todo el país, señaliza que la rebeldía social y popular está en la escena y sugiere que las incertidumbres e inestabilidades no tienen plazo final. Es sobre ese complejo cuadro que Correio da Cidadania publica una entrevista con el economista Plínio Arruda Sampaio Junior, profesor del Instituto de Economía de la Unicamp (Universidad Estadual de Campinas).
-Correio da Cidadania: La PEC 241 (Propuesta de Enmienda Constitucional) propone un techo porcentual para los gastos públicos para los próximos 20 años, lo que debe afectar a áreas sociales como la salud y educación, es el gran asunto del momento ¿Cómo usted la evalúa en líneas generales?
Plínio Arruda Sampaio Junior: La PEC 241 radicaliza la Ley de Responsabilidad Fiscal y el drenaje de recursos estipulada por la DRU, la Desvinculación de la Receta de la Unión. Se trata de quitarle a los pobres, que dependen de políticas públicas, para darle a los ricos, que se benefician del rodaje de la deuda pública. Los efectos sociales de la “PEC del fin del mundo”, como muchos la llaman, serán catastróficos.
Si es puesta en práctica, significaría una contracción de los gastos primarios del gobierno federal de 20% a 12% del PIB. Es una barbaridad que comprometería totalmente a los servicios públicos. Si ese criterio hubiese sido adoptado veinte años atrás, los gastos en educación habrían sufrido una contracción de un tercio; él SUS (NdT: Sistema único de Salud), de acuerdo con la Asociación Brasilera de Economía de la Salud, hubiera sido inviabilizado; el salario mínimo que regula el rendimiento de casi 50 millones de brasileros, según cálculos del DIEESE (NdT: Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos) habría sufrido una reducción del orden de 42%.
-Correio da Cidadania: ¿Considerando que hay de hecho una crisis fiscal, cuales son para usted las principales causas? ¿Ante la gravedad de la situación y del camino marcado por la conducción económica del país, cortes y cambios en las áreas sociales serán de hecho necesarios, aunque sea en alguna medida?
Plínio Arruda Sampaio Junior: Al contrario del martilleo discursivo neoliberal, la crisis fiscal no es la causa de la crisis económica. Ocurre exactamente lo contrario. Es la profundización de la crisis económica que está generando un gran desequilibrio fiscal. La vulnerabilidad fiscal es un característica estructural de la economía brasilera. En los tiempos de bonanza, el problema es camuflado por el crecimiento. En la crisis, se torna dramático. El desequilibrio financiero actual tiene dos causas fundamentales. La contracción de los gastos, reflejo de la recesión que alcanzó a Brasil desde 2015, y el aumento de los gastos financieros del sector público, resultado de una política monetaria y cambial desastrosa (que es inherente al Plan Real).
El gobierno habla de las gastada del sector público, pero oculta que los gastos financieros alcanzaron 8,5% del PIB en 2015, monto cuatro veces superior al déficit primario. Al profundizar la recesión, el régimen de austeridad fiscal sólo agrava el problema. Es solo mirar lo que ocurre en Grecia para ver hacia dónde vamos. Una política económica racional debería estar haciendo exactamente lo opuesto. Al revés de cortar gastos, deberíamos estar aumentando los gastos públicos para estimular la recuperación de la demanda agregada. Con todo, las políticas keynesianas no están en el orden del día.
El orden liberal prohibió cualquier tipo de política económica que no obedezca ciegamente las exigencias del gran capital. La libre circulación de capitales no abre espacio para que los Estados nacionales tengan un mínimo de control sobre sus centros internos de decisión.
-Correio da Cidadania: ¿Cómo encaja, en ese sentido, la Reforma de la Previsión Social?
Plínio Arruda Sampaio Junior: La Reforma de la Previsión es un asalto a los fondos públicos. La narrativa de que el INSS (NdT: Instituto Nacional de Seguro Social) es deficitario y la reducción de los derechos previsionales de los trabajadores brasileros es un mal necesario es una gran mentira. Ella sólo se sustenta porque no hay libertad de prensa y la opinión pública es manipulada de manera vergonzosa. Existen innumerables estudios que muestran que el Presupuesto de la Seguridad Social es superavitario. El déficit de la previsión es una construcción ideológica.
El número del gobierno, de un déficit de R$ 85 billones en 2015, es calculado por la diferencia entre los ingresos y los gastos del INSS. Pero la Constitución de 1988 establece que la contribución del INSS no es la única fuente de ingresos. El Presupuesto de la Seguridad también contempla los recursos venidos del COFINS -Contribución para el Financiamiento de la Seguridad Social y de la Contribución sobre el Lucro Líquido-PISYPASEP, para citar los más importantes. Incluida todas las fuentes de financiamiento de la Seguridad Social previstas en la Constitución, en 2015, incluso con la crisis, el saldo del sistema de la seguridad, que incluye a la previsión fue superavitario en R$ 20 billones de reales.
La sangría en los cofres públicos es causada por los mecanismo de transferencia de renta hacia la burguesía. El parasitismo del empresariado en el Estado es generalizado. Dos ejemplos dan la dimensión del problema: a) los gastos financieros del sector público absorbieron en 2015, el 8,5% del PIB, beneficiando a menos de 0,1% de la población; b) según cálculos de los auditores fiscales, entre 2011 y 2018, la exoneración fiscal de grandes empresas implicará un sacrificio de recaudación del orden de R$ 458 billones, el equivalente a 17 años del programa Bolsa Familia.
-Correio da Cidadania: ¿Cree válida la crítica que liga la PEC 241 a medidas pasadas del gobierno Dilma, sugiriendo una línea de continuidad?
Plínio Arruda Sampaio Junior: El gobierno Temer es la metástasis del gobierno Dilma. La PEC 241 lleva al paroxismo el ajuste fiscal iniciado por Joaquim Levy en 2015 y seguido por Nelson Barbosa en 2016, hasta la deposición de Dilma. La lógica del régimen de austeridad fiscal, que subordina la política fiscal a los intereses de los rentistas que maman de la deuda pública, fue legitimada por los gobiernos petistas. Lula comenzó el gobierno prometiendo al FMI un superávit primario draconiano, superior al que los propios técnicos del Fondo Monetario habían imaginado, y Dilma cayó reafirmando su fidelidad a la Ley de Responsabilidad Fiscal y su compromiso con la austeridad fiscal.
-Correio da Cidadania: ¿Cómo evalúa otras medidas anunciadas por el gobierno Temer en el campo de la economía, por ejemplo el paquete de concesiones en la infraestructura, que estimula las Participaciones Público-Privadas (PPP)? ¿Ante la profunda crisis económica y caída de las inversiones que atraviesa el país, cree que el paquete pasó a ser una imposición?
Plínio Arruda Sampaio Junior: El paquete de concesiones anunciado por Temer fue preparado durante el gobierno Dilma. La profundización de la privatización es parte de la solución liberal para la crisis económica. Se trata de un esfuerzo desesperado de recuperar la economía, creando negocios para el capital ocioso. La iniciativa ciertamente va a crear negocios de China para los dueños del poder, pero no contribuirá en nada para superar los problemas que paralizan la economía. El paquete y para resolver nada. Es para crear negocios empresariales.
En cuanto el comercio internacional permanezca deprimido y la crisis política no sea resuelta, ningún empresario de buen sentido apostará sus fichas en Brasil. La trilogía que compone los pilares de la solución liberal a la crisis económica -ataque a los derechos de los trabajadores, privatización del patrimonio público y especialización de la economía brasilera en la división internacional del trabajo- profundiza la crisis económica, agrava la crisis social y agudiza la lucha de clases. Brasil está en un impasse histórico de grandes proporciones y no saldrá de el con pirotecnia privatista.
-Correio da Cidadania: En este momento, en función de los problemas graves con las cuentas públicas, y de cortes propuestos que afectan a las áreas sociales, se incrementó una polémica entre los economistas llamados desarrollistas y los llamados liberales, con sus distintas visiones sobre el crecimiento, desarrollo y sobre la manera de utilizar los instrumentos de política económica para incidir en un proceso recesivo. ¿Qué opina sobre esa polémica, cómo la sitúa en ese sentido?
Plínio Arruda Sampaio Junior: La crítica de los economistas influenciados por el keynesianismo al ajuste ortodoxo es correcta. El corte del gasto público, la disminución salarial, el aumento del desempleo, la mayor exposición de la economía a la competencia global, el aumento de la tasa de intereses (como medio de evitar la fuga de capital por el incentivo financiero al lastre en deuda pública), la venta de patrimonio como forma urgente de tapar el buraco del presupuesto público, son medidas que profundizan la recesión. Ellas atienden los intereses del gran capital internacional y nacional.
Pero la perspectiva keynesiana es insuficiente para dar una respuesta a la crisis que paraliza a la economía brasilera. La mundialización de las fuerzas productivas y la creciente movilidad del capital -tendencias inexorables del capitalismo global- solapan las bases objetivas y subjetivas de una política anti-cíclica anclada en el espacio económico nacional. La defensa de una solución keynesiana para la crisis económica es una ingenua ilusión. Tal vez sea por ese motivo que, cuando estaban en el gobierno, los neodesarrollistas hicieron una política económica muy parecida a la de los dos monetaristas. Sin una ruptura con los parámetros del orden del capital, la sociedad brasilera no tiene como rescatar el control sobre los centros internos de decisión y poner en práctica una política económica que priorice los intereses del conjunto de la población.
Una ruptura de esa envergadura no es posible sin cuestionar las relaciones internas y externas responsables por la perpetuación del subdesarrollo y de la dependencia. Es claro que en el capitalismo que estamos viviendo, tales transformaciones ponen en el orden del día cambios todavía más profundos, apuntando a la superación del propio modo de producción capitalista. Sin levantar la bandera de la “Revolución Brasilera” y explicar su naturaleza anticapitalista, la crítica acaba lloviendo sobre mojado.
-Correio da Cidadania: ¿Cuál es su opinión sobre los movimientos y sectores que hoy presentes en la escena nacional, resisten y protestan contra las medidas que significan retrocesos en las áreas sociales y en los derechos de la población?
Plínio Arruda Sampaio Junior: Después de las jornadas de junio 2013, el Congreso Nacional se transformó definitivamente en una cueva de delincuentes que conspiran noche y día contra el pueblo. El miedo y pánico de perder privilegios seculares llevaron a las clases dominantes a orquestar una ofensiva avasalladora sobre los derechos de las clases trabajadoras. Es lo que explica el hurto electoral de Dilma y, luego en seguida, “doblando la meta”, la farsa del impeachment que llevó a Temer al Planalto. La burguesía jugó a todo o nada. Si fuera necesario, derrumban a Temer y colocan a otro cualquiera para impulsar medidas antipopulares. En los altos círculos del poder, ya se habla de eso. Es claro que un ataque de tal dimensión, que inviabiliza cualquier arreglo de política social de carácter universalista y compromete hasta incluso la posibilidad de políticas asistencialistas mínimamente estructuradas, no pasarán sin reacción.
La tendencia es de una fuerte polarización en la lucha de clases. Los movimientos de los secundaristas en defensa de la escuela pública, la lucha de los estudiantes en pro de las universidades federales, las protestas de los Sin Techo contra la interrupción de los proyectos de vivienda popular, la innumerables manifestaciones populares contra el gobierno espurio de Temer, son las primeras iniciativas de un ciclo de lucha social que no tendrá fin en cuanto la reacción conservadora no sea barrida. Las aves de rapiña que tomaron el poder no tienen la menor idea de lo que es Brasil. Son unos aventureros.
Temer e compañía no tienen base legal, sustentación política, fuerza social y condición moral para imponer al pueblo brasilero un retroceso social que llevará al país de vuelta a la República Vieja. Es lo que el programa de ajuste liderado por Meirelles pretende. Con el apoyo del STF (Supremo Tribunal Federal), las clases dominantes rasgan la Constitución de 1988. El pueblo brasilero no va a tragarse pasivamente una prepotencia de esa magnitud. Quien vive del trabajo propio y depende de políticas públicas para sobrevivir no tiene otra alternativa que la desobediencia civil. Cuando la ficha cae, el bicho va a pegar. Un día más, un día menos, serán derrumbados por la fuerza de las calles.
-Correio da Cidadania: A pesar de la perspectiva de nuevas reacciones populares, aparentemente el Fuera Temer y las protestas mencionadas han perdido el aire en este momento, así como la huelga general que la CUT intenta orquestar no parece fuerte para marcar posición. ¿Qué dice de la actualidad de los sectores que representarían el mundo del trabajo y a las masas asalariadas en general?
Plínio Arruda Sampaio Junior: El legado de Lula y Dilma no podría ser peor. El lulismo fue catastrófico. Temer y Cunha fueron ascendidos a la primera división de la política brasilera por las manos de Lula, en nombre de la tramposa gobernabilidad. Una parcela expresiva de la bancada que votó la PEC 241 y el impeachment de Dilma hizo campaña en 2014 de la mano con Lula y Dilma. Los jueces del Supremo Tribunal Federal que votaron contra el derecho de huelga de los funcionarios públicos y que refrendaron el golpe parlamentario, fueron nominados por Lula y Dilma. Pero peor fue su papel en la desorganización, desmovilización y alienación de los trabajadores. Para que el PT pudiese cumplir la función de “izquierda” del orden, era necesario evitar a cualquier precio la presencia de una izquierda contra el orden. Fue la desorganización y el desaliento de la clase trabajadora lo que abrió la brecha para la agresiva ofensiva del capital contra los derechos del trabajo.
La CUT no va a llevar la campaña “Fuera Temer” a las últimas consecuencias porque no le interesa al PT una elección ahora. El juego del PT es otro. A Lula le interesa que la humareda se apague. El PT apuesta en el desgaste del gobierno Temer, en la esperanza de que en 2018 la situación esté menos desfavorable, y de ahí, quien sabe, el propio Lula pueda presentarse como salvador de la patria. Tampoco descarta la posibilidad de una composición con Ciro Gomes (1) o cualquier otro aventurero. La pérdida de vigor de la campaña “Fuera Temer” no puede disociarse de las alianzas electorales del PT con el PMDB y otros partidos «golpistas» en diversos municipios de Brasil, comenzando por San Pablo, donde, a pesar de todo lo ocurrido, la hija del presidente es secretaria de Haddad. (2)
Pero el hecho de que la campaña por el “Fuera Temer” no alcance vuelo, no significa que la insatisfacción con los gobernantes de turno se haya debilitado. Por el contrario. La vitalidad del movimiento de los secundaristas y de los universitarios revela que los usurpadores no tendrán sosiego. Como dicen los jóvenes: “no va a tener arreglo”. Es claro que mientras no hubiere una bandera programática y una organización política para condensar las manifestaciones dispersas, la revuelta contra el ajuste regresivo impuesto por las clases dominantes, por el momento en manos de Temer, no tendrá la fuerza suficiente para crear una alternativa capaz de abrir nuevos horizontes para la sociedad brasilera. Para tanto, la izquierda precisaría superar la teoría y la práctica del PT. Es el desafío que está en el orden del día. Hasta que la izquierda no se desmarque definitivamente del PT, ella será, en la mejor de las hipótesis, una mera etiqueta de la política brasilera.
-Correio da Cidadania: ¿Qué espera para el país, considerando la hipótesis de que Temer cumpla sus dos años y pocos meses de mandato? ¿En qué condiciones llegaríamos al 2018?
Plínio Arruda Sampaio Junior: Temer tendrá mucha dificultad para concluir su mandato. El escenario para los próximo años es sombrío. La crisis es profunda y basta mirar el escenario internacional para percibir que todavía no se vislumbra luz al final del túnel. La perspectiva es de largo estancamiento, con todo que le acompaña -crisis fiscal, aumento del desempleo, inestabilidad cambial, etc. La crisis política también está lejos de solucionarse. La caída de Dilma fue apenas el primer acto de la tragedia. La crisis es del sistema de representación y refleja el agotamiento del padrón de dominación institucionalizado en la transición de la dictadura militar hacia la Nueva República. Al profundizarse la desmoralización de los “políticos”, la “solución” Temer sólo agrava la incredulidad de la población en la instituciones y la inestabilidad política.
Por un lado, la unidad de los intereses fisiológicos que sustentan al gobierno Temer precaria y extraordinariamente vulnerable a los vendavales que surgen de las delaciones premiadas de la Operación Lava Jato. Por otro, Temer tendrá muchas dificultades para contener la revuelta que germina entre los ven sus vidas empeorar. La desmoralizante falta de popularidad de Temer y las manifestaciones espontáneas contra su gobierno son apenas la punta del iceberg. Los grandes medios conmemoraron la derrota aplastante del PT y la victoria electoral de los partidos que apoyan al gobierno, pero el principal recado de las urnas es que la abstención y los votos nulos y blancos fueron mayoritarios. El sistema falló. (NdT: se refiere a las recientes elecciones municipales, ver Correspondencia de Prensa del 31-10-2016).
Cuando la clase trabajadora perciba que la crisis económica no es coyuntural, el ritual electoral se vuelve un embuste y la camarilla que asumió el poder quiere todo o nada, ella reaccionará. Entramos en una era de convulsión social y turbulencia política. El avance de la barbarie capitalista va a radicalizar la lucha de clases. En Brasil (y en toda América Latina) la barbarie avanza al galope, impulsada por el proceso de reversión neocolonial que compromete irremediablemente la capacidad del Estado de formular políticas públicas que en alguna medida tengan en consideración la defensa de la economía popular y los intereses estratégicos del país. Es muy improbable que el pueblo brasilero se conforme con el papel de mano de obra barata de una mega-factoría moderna, que el proyecto burgués le reserva.
-Correio da Cidadania: ¿Qué considera cómo izquierda hoy? ¿Cuál el espacio de actuación que tiene en la actual coyuntura y qué debe buscar como construcción futura, dada la coyuntura nacional e internacional de profunda crisis?
Plínio Arruda Sampaio Junior: La izquierda está comprometida con la superación de las contradicciones responsables de los males de los trabajadores. Ella es un movimiento compuesto por todas las fuerzas sociales que luchan contra la segregación social, contra la dominación imperialista y contra el régimen del capital. Por el momento, el espacio de la izquierda es mínimo y, en gran medida, estéril. Mientras la conquista de espacios en el aparato de Estado burgués sea el centro de la estrategia, el potencial transformador de la izquierda será nulo. La trampa institucional neutraliza todas las iniciativas capaces de impulsar el cambio de las estructuras sociales.
Para estar a la altura de los desafíos históricos, la izquierda precisa reorganizarse. Lo fundamental es acumular fuerza real, es decir, conciencia de clase y organización política. El sentido de la reorganización tiene que ser dado por las necesidades históricas. El avance galopante de la barbarie pone en el orden del día la idea de “Revolución Brasilera”. Esa cuestión será capaz de sacar a la izquierda de su irrelevancia como fuerza política.
Notas de Correspondencia de Prensa
1) Economista. Fue miembro del PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño)y del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), diputado y ex alcalde de la ciudad de Fortaleza. Estado de Ceará. Ministro de Hacienda en la presidencia de Itamar Franco. Dejó el PSDB para ingresar en el Partido Popular Socialista (PPS) y postularse como candidato a la presidencia de la República en las elecciones de 1998. Ingresó en el Partido Socialista Brasileño (PSP) y asumió como ministro de Integración Nacional en el primer gobierno Lula, siendo responsable de la coordinación regional y de obras públicas. En marzo de 2006 dimitió en el ministerio para competir en los comicios parlamentarios por Ceará, siendo elegido como diputado federal. Es un político “adversario-amigo” del lulismo
2) Fernando Haddad, académico, miembro del PT, ministro de Educación en los gobiernos de Lula y Dilma Rousseff. Fue electo como alcalde de San Pablo en 2012 venciendo a José Serra (PSDB), actual ministro de Relaciones Exteriores del gobierno Temer. En las recientes elecciones municipales, Haddad perdió la alcaldía de San Pablo en la disputa con Joao Doria (PSDB) un empresario y ex presentador de televisión.