Plinio Arruda Sampaio Jr.*
Correio da Cidadania, 26-4-2023
https://correiocidadania.com.br/
Traducción de Correspondencia de Prensa
El gobierno Lula/Alckmin presentó al Congreso Nacional el proyecto de marco fiscal destinado a sustituir el tristemente célebre Techo de Gastos. Más allá de los detalles técnicos de sus mecanismos operativos y parámetros institucionales, cuya versión definitiva aún debe ser alterada, el espíritu de la política fiscal propuesta es inequívoco. No se trata de modificar el contenido de la Enmienda Constitucional nº 95, cuya esencia era promover una reducción draconiana de la presencia del Estado en la economía, sino sólo de introducir cambios en la forma de alcanzar ese objetivo.
En comparación con el tosco Techo de Gasto de Henrique Meirelles, cuya viabilidad práctica demostró ser insostenible, el marco fiscal de Fernando Haddad es mucho más inteligente y capcioso. Es un Techo de Gasto 2.0. La idea es subordinar el ritmo y la intensidad de las restricciones al gasto del sector público a las circunstancias de la situación económica nacional – una forma más flexible y realista de perseguir el objetivo del Estado mínimo.
La expectativa de que la derrota de Bolsonaro podría representar el fin del vil estrangulamiento del gasto público apenas duró tres meses. Mismas políticas, mismos efectos. El nuevo marco fiscal perpetúa el estado permanente de penuria que bloquea la capacidad de gasto del gobierno federal. En lugar de responder a las necesidades de la población y al interés nacional, se seguirá deprimiendo la evolución de las políticas sociales y la inversión pública.
Durante la campaña electoral, Lula prometió retomar las políticas sociales de sus dos primeros mandatos. Es irónico que si la legislación fiscal propuesta hubiera estado en vigor, sus logros pasados habrían sido mucho más modestos. Una simulación muestra que la aplicación de las nuevas normas para el período de 2011 a 2022 habría implicado un recorte de 775.3 billones de reales en el gasto federal – una reducción de 64 billones de reales al año, una disminución del 40% en la tasa de crecimiento real realmente observada (1). Si se hiciera el mismo cálculo para los años 2003-2010, período del ciclo de crecimiento impulsado por el auge de los commodities que condicionó el «neodesarrollismo» de Lula, la contracción de los gastos primarios de la Unión sería aún más severa y la política de recuperación del poder adquisitivo del salario mínimo, una de las principales banderas de su gobierno, simplemente no podría haber ocurrido.
La política económica del gobierno Lula/Alckmin, de la cual el marco fiscal constituye la viga maestra, no enfrenta ninguna de las causas responsables por la crónica fragilidad fiscal del Estado brasileño. La continuidad del patrón liberal-periférico de acumulación, que tiene como arquitectura estratégica metas inflacionarias, perpetúa el estancamiento del crecimiento y la desindustrialización de la economía. La complacencia de la reforma tributaria con el gran capital y la plutocracia bloquea cualquier posibilidad de elevar significativamente la carga tributaria y corregir las seculares injusticias fiscales.
Finalmente, la ausencia de cualquier medida para limitar los gastos financieros resultantes del pago de intereses de la deuda pública y de los costos de la política monetaria y cambiaria que sostienen la carrera de ganancias, principal rubro de gasto del gobierno federal, restringe inapelablemente cualquier posibilidad de colocar a los pobres en el presupuesto público. La sangría que ese gasto representa se hace evidente cuando se observa que desde hace décadas su monto equivale a más de tres veces el gasto acumulado del gobierno central en salud y educación (2).
Elaborado sin consultar a los sindicatos, desoyendo a los movimientos sociales e ignorando olímpicamente la importancia de abrir un debate público sobre la orientación más general de la política económica, el Marco Fiscal de los tecnócratas de Haddad es un museo de viejas novedades. Se trata de un atajo para parchear la malhadada Enmienda Constitucional nº 95. La bonhomía del ministro de Economía y la mayor sofisticación técnica de la legislación propuesta apenas camuflan el objetivo estratégico de subordinar la política fiscal a la intención de abrir espacio a la mercantilización de los servicios sociales y garantizar la sostenibilidad intertemporal de la relación deuda pública/PIB, sacrosantos criterios que presiden el régimen de austeridad fiscal inaugurado con Joaquim Levy ((banquero, exministro de Economía: ndt) en el gobierno de Dilma Rousseff y llevado al paroxismo tras la espuria llegada de Michel Temer al Palacio de Planalto.(sede del poder ejecutivo en Brasilia: ndt)
Por la absoluta falta de coraje para enfrentar los intereses económicos y sociales que lucran con la miseria de los trabajadores y la desintegración del Estado nacional, el gobierno Lula/Alckmin está dando grandes pasos para repetir el fracaso de Dilma Rousseff, que abrió la Caja de Pandora que impulsa a las hordas reaccionarias que luchan por transformar la reversión neocolonial en una razón de Estado.
Al intentar conciliar lo irreconciliable, Lula se convirtió en víctima de sus propias payasadas. Lejos de lo que sería necesario para superar la grave crisis civilizatoria que amenaza a la sociedad brasileña, su gobierno fue condenado a cumplir el triste papel de consolidar la ofensiva del capital sobre el trabajo, legitimando e institucionalizando los golpes contra los contenidos democráticos y republicanos impresos por la lucha popular en la Constitución de 1988.
Plínio Arruda Sampaio Jr., economista y profesor jubilado de la Unicamp (Universidad Pública de Campinas). Editor del sitio web Contrapoder (https://contrapoder.net/colunas/um-museu-de-velhas-novidades/), donde se publicó originalmente este texto.
Referencias
1. Ver artículo «Nueva regla fiscal habría ahorrado R$ 64 mil millones al año, estiman analistas», en https://www1.folha.uol.com.br/mercado/2023/04/nova-regra-fiscal-teria-economizado-r-64-bi-ao-ano-estimam-analistas.shtml
2. Sobre la importancia de los gastos financieros en el presupuesto del gobierno federal, véase el interesante trabajo de Luís Carlos G. de Magalhães y Carla Rodrigues Costa, «Arreglos institucionales, costo de la deuda pública y equilibrio fiscal: los gastos ‘ausentes’ y los límites del ajuste estructural», en: IPEA, Texto para Discusión, n.º 2403, Río de Janeiro, agosto de 2018. https://repositorio.ipea.gov.br/bitstream/11058/8594/2/TD_2403_sumex.pdf