Protesta en Brasil: decenas de miles de personas pidieron que se vaya Jair Bolsonaro
En la capital brasileña, en San Pablo, en Rio de Janeiro y en cientos de ciudades de los 27 estados del país hoy se realizaron marchas denunciando a Bolsonaro por genocidio y demandando su salida.
Dario Pignotti, desde Brasilia
Página/12, 4-7-2021
«Jair vai cair» dice la frase en portugués proyectada sobre el frente del Palacio del Planalto en Brasilia. En la capital brasileña, en San Pablo, en Río de Janeiro y en cientos de ciudades de los 27 estados del país este sábado se realizaron marchas denunciando a Bolsonaro por genocidio y demandando su salida. Lo nuevo de las protestas fueron las consignas contra la «corrupción» del gobernante acusado de hacer negocios con las vacunas contra el coronavirus y la participación de partidos conservadores.
Alrededor de las 17.30 horas, cuando continuaba llegando público, decenas de miles de personas colmaban unas ocho cuadras de la Avenida Paulista, que además de ser la más importante de San Pablo es un termómetro bastante fidedigno de la indignación nacional. La caída de del presidente Fernando Collor de Mello en 1992 comenzó a germinar en las protestas en esa avenida.
«Se ven muchos jóvenes y comienza a verse en la Paulista gente que antes no venía a las marchas. Creo que una parte de la población se dio cuenta de que Bolsonaro es corrupto», cuenta elexpreso político durante la dictadura Ricardo de Azevedo, en diálogo telefónico con Página/12.
Algunos manifestantes recorrieron el Eje Monumental, en el centro de Brasilia, con fotos de Bolsonaro sobre la cual estamparon dólares, para simbolizar los ilícitos con las vacunas.
Otros marcharon frente al Congreso al grito de «impeachment» y «superimpeachment», esta última expresión fue usada el miércoles pasado cuando decenas de diputados del Partido de los Trabajadores (PT) y el Partido Socialismo y Libertad (Psol) junto a juristas presentaron una acción conjunta en la que se compilaron los más de cien pedidos de juicio político ingresadas desde 2019 en la Cámara de Diputados. El «superimpeachment» contó con el apoyo de diputados que vienen de la ultraderecha, como Joyce Hasselmann y el actor porno jubilado, Alexandre Frota, ambos desengañados del mandatario. Es cada vez más amplio el rechazo hacia el gobernante que la semana pasada volvió a amenazar no entregar la banda presidencial a Luiz Inácio Lula da Silva, del PT, si éste venciera los comicios de 2022. Las última encuesta le dio a Lula el 49 % contra el 23 % del actual jefe de Estado.
Las protestas en Brasilia y Río de Janeiro, éstas realizadas a lo largo de la Avenida Vargas, comenzaron por la mañana. La movilización carioca fue muy concurrida y contó con la presencia de organizaciones de vecinos de las favelas, que repudiaron los asesinatos de la «policía bolsonarista».
Por el centro de San Pablo marcharon militantes del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), de Fernando Henrique Cardoso, el expresidente conservador que recientemente mantuvo un encuentro con su antiguo rival Lula y luego declaró que votaría al petista para impedir la reelección de Bolsonaro.
La titular del PT, Glesi Hoffmann, aplaudió la inédita presencia del PSDB. «El movimiento para sacar a Bolsonaro está creciendo, precisamos de todos los que quieren la democracia».
Esta fue la tercera protesta opositora desde el 29 de mayo, día en las fuerzas del campo democrático comenzaron a retomar el dominio de la calle que les había sido arrebatado por las concentraciones oficialistas, más de una vez encabezadas por Bolsonaro desde helicópteros de la Aeronáutica o a caballo (exhibiendo sus pobres dotes de jinete).
En las últimos semanas junto con su caída en las encuestas y las noticias sobre el coronavirus, el excapitán dejó de convocar movilizaciones en su apoyo, sustituyéndolas por caravanas de motociclistas (probablemente policías y militares disimulados bajo sus cascos) .
Vacunagate
Un grupo de movimientos sociales y partidos mantuvo una reunión de emergencia la semana pasada en la que se decidió anticipar las protestas para este sábado. Eso para dar respuesta inmediata al escándalo del vacunagate destapado el viernes 25 de junio en la Comisión Parlamentaria de Investigaciones de la pandemia (CPI) donde el diputado Luis Claudio Miranda denunció una red de supuesta corrupción montada en el gobierno a través de contratos sobrefacturados para la compra de vacunas.
Miranda brindó detalles sobre la firma de contrato por 20 millones de vacunas indias, a 15 dólares la unidad, el 400 por ciento más caras que las AstraZeneca, operación en la que intervino una firma que cobró comisión y está ligada a políticos oficialistas. El dinero sería depositado a una offshore de Singapur.
Miranda declaró ante la CPI haber avisó en persona a Bolsonaro sobre el presunto delito abte lo cual el mandatario no tomó ninguna medida para impedirlo.
Las revelaciones causaron un estremecimiento político: el Planalto quedó paralizado y la oposición denunció al Bolsonaro por prevaricación ante el Supremo Tribunal Federal, que este viernes ordenó abrir una investigación.
La mancha alcanzó a los militares porque de la denuncia de Miranda y de la hecha por un vendedor de vacunas AstraZeneca surgen sospechas sobre el exministro de Salud, general Eduardo Pazuello, y su ex número dos, el coronel Elocio Franco. Todo indica que mientras Bolsonaro obstruía la compra directa de los laboratorios de millones de vacunas, agravando la crisis sanitaria, miembros de su gobierno, con su posible consentimiento, negociaban la compra de otros fármacos con el pago de «comisiones». Hiceron plata con la pandemia.
Los actos de este sábado, una vez realizada la medición del público participante, serán un test sobre el impacto del escándalo en el segmento más politizado de la sociedad. Si la protesta fue éxito esto será combustible para el pedido de impeachment y las investigaciones de la CPI.
«Como en Chile y Bolivia»
La Unión Nacional de Estudiantes, presidida por Iago Montalva, desplegó columnas en San Pablo y Brasilia, donde la presencia de jóvenes y mujeres fue destacada.
La comunidad universitaria lideró las primeras protestas de peso enfrentadas por el gobierno que llevaron a la renuncia del ministro de Eduación, Abraham Weintraubel, a mediados del año pasado.
Para Montalva la «fuerza política creciente» de las concentraciones opositores se debe a la «unidad» entre movimientos y partidos políticos democráticos y de izquierda, comparable a la que hubo en el movimiento «Directas Ya», surgido al final de la dictadura militar (1964-1985).
«Nuestra juventud, principalmente la más pobre, no tiene perspectiva con este gobierno reaccionario que quiere acabar con la universidad pública y nos condena al desempleo.
La desocupación subió al 14,7 por ciento de acuerdo con el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas, lo cual afecta a 14,8 millones de brasileños de todas las edades. Pero la Fundación Getulio Vargas y otros centros académicos consignaron, en un informe publicado por el diario Folha de Sao Paulo, que uno de cada dos jóvenes no tiene empleo.
«La juventud no acepta un gobierno reaccionario como éste, escuchen a la juventud, la juventud no tiene perspectivas», declaró el líder estudiantil. Montalva enmarca la indignación brasileña dentro de un proceso regional: «vean lo que pasó en las movilizaciones de Chile, Bolivia, Colombia».
El análisis con prisma latinoamericano del dirigente universitario se completa con el comentario del exdetenido político, Ricardo de Azevedo, sobre las implicancias regionales que podría tener la reunión de Bolsonaro y el director de la CIA, William Burns, ocurrida la semana pasada en Brasilia.
«Falta información sobre la reunión con el jefe de la CIA, pero esto puede estar relacionado con la posición desestabilizadora de Bolsonaro, él intentó desestabilizar al gobierno de Venezuela, apoyó el golpe de Estado en Bolivia y ataca a los gobiernos progresistas de la región», apuntó de Azevedo.
«Bolsonaro avanza hacia una dictadura»
Mientras tanto, en una de las columnas que vocea «Bolsonaro genocida» en la Avenida Paulista, centro de San Pablo, está Ricardo de Azevedo, quien en los año 70 participó en la resistencia armada a la dictadura de la que fue preso político.
«La tarde está linda en la Paulista, San Pedro nos está ayudando porque no llueve, está llegando mucha gente, la presencia de jóvenes es muy significativa, lo mismo que en las otras marchas», cuenta De Azevedo en comunicación telefónica con Página/12.
De Azevedo es el coordinador del «Movimiento del 68 siempre en la lucha», agrupación donde se reúnen participantes en las históricas movilizaciones de aquel año contra el régimen.
«Nosotros luchamos contra la dictadura y hoy luchamos contra la amenaza de dictadura que representa Bolsonaro. El objetivo de Bolsonaro es implantar una en Brasil. Podemos ver elementos concretos que demuestran que quiere avanzar hacia eso, como las amenazas al Supremo Tribunal Federal, la restricción de las libertades democráticas, la militarización del gobierno».
«Hay muchas semejanzas con los militares de ayer y de hoy. En los 70 había militares línea dura y otros como Ernesto Geisel (dictador 1974-1979) que proponían una apertura limitada. La confrontación es algo común dentro de las Fuerzas Armadas desde los años 20.
«Esas divisiones no se vieron durante los gobiernos progresistas de Lula y de Dilma porque tal vez las disimularon, pero actualmente se las puede ver claramente, hay sectores claramente bolsonaristas y otros sectores que prefieren que las FFAA cumplan un papel más secundario, sectores que parecen ser más institucionalistas».