Eric Gil Dantas *
Esquerda Online, 3-1-2020
Traducción de Correspondencia de Prensa
Es difícil decir que el capitalismo haya dado cierto en un país donde, más de un cuarto de la población, vive por debajo de la línea de pobreza. Pero si eres parte del «1%» más rico, ¿por qué no creer que está «todo bien, gracias»? Esta columna se ocupa de temas económicos cotidianos: desempleo, ingresos, tarifas de autobús, inflación, jubilación y un largo etc., pero siempre desde una perspectiva del 99%, al final de cuentas, ningún análisis económico es neutral.
Por primera vez desde que se contabilizan estos datos (iniciados en 1997), más de la mitad de las exportaciones brasileñas son de productos básicos, como la harina de soja, el aceite crudo, el mineral de hierro, el maíz, la carne de vacuno y el pollo. Según la Secretaría de Comercio Exterior, en 2019, el 52.8% de los productos exportados fueron bienes básicos, mientras que en 2018 esta cifra fue de 49.8%, y en 1997 fue de 27.3%. Por otro lado, el peso de los productos manufacturados en el total de las exportaciones en 2019 fue del 34,6%, inferior al 36% de 2018 y muy inferior al 55,1% de 1997.
Por otro lado, la participación de los productos manufacturados en el total de las exportaciones en 2019 fue del 34,6%, inferior al 36% de 2018 y muy inferior al 55,1% de 1997. La crisis en Argentina es la principal causa de esto. Con la disminución de las importaciones de productos brasileños, Argentina cayó del 3º al 4º lugar en el ranking de los mayores importadores de Brasil. Históricamente, el país importa muchos automóviles, y en 2019 el país vecino disminuyó sus importaciones en un 35,3% de los vehículos de carga y en un 27,5% de los automóviles de pasajeros, dos de los principales ítems de exportación de Brasil.
Sin embargo, la cuestión no es coyuntural, sino estructural. Otro hecho que demuestra que 2019 fue otro año en el que avanzó el fenómeno de la reprimarización de la economía es el peso de la industria en el PIB del país. Con otra caída de la industria en 2019, donde en el dato más reciente, el de octubre, el IBGE (Instituto Brasilero de Geografía y Estadística) afirma que la producción industrial cayó 1,3%, hemos alcanzado un nuevo récord de fondo de barril en la participación de la industria en el PIB, con 21,1% en la industria en general y 11,1% en la manufactura, 7,5 y 6,7 puntos porcentuales, respectivamente, menos que hace 15 años, según el IBRE-FGV (Instituto Brasilero de Economía-Fundación Getulio Vargas), la entidad que publica estos datos.
Los efectos de esto son el aumento de las importaciones, el desempleo en la industria (históricamente con mejores salarios y condiciones de trabajo) y la dependencia del país de las grandes empresas extranjeras. Hay una gran discusión dentro de la Economía acerca de por qué los países se están desindustrializando, y países como Brasil se están reprimarizando a sí mismos, pero quiero enfocar el fuego aquí para explicar el programa político. Es decir, que el objetivo de la derecha (como en el gobierno de Temer) y la extrema derecha (como en el gobierno de Bolsonaro) es precisamente este.
Los primeros proyectos que se destruyen son los de soberanía nacional, tocados por la industria estatal, como el de Petrobras. La privatización de Petrobrás y la entrega de varios sectores estratégicos y rentables – como la refinación, el transporte, la distribución y la reventa de combustibles y gas, es un ejemplo de esto. Las importaciones de gasolina automotriz crecieron un 40% en 2019, mientras que la utilización de la capacidad instalada de las refinerías brasileñas cayó y varias ya han entrado en el paquete de privatización de Guedes.
Pero no sólo eso, y esto es un desafío para la comprensión de los partidos de izquierda. Los grandes grupos industriales privados nacionales también han sido destruidos por esto, como se muestra en el artículo de Luiz Fernando de Paula y Rafael Moura, publicado en el periódico Valor Económico bajo el título, «Las consecuencias económicas del Lava Jato». Y esta es otra explicación importante para el avance de la reprimarización.
El proceso de desindustrialización continúa, con el aumento del poder de los latifundistas y banqueros bajo el gobierno de Bolsonaro. Curioso que, por otra parte, esto no parece molestar tanto a los industriales, satisfechos con el saqueo de los trabajadores garantizado por las sucesivas reformas laborales.
* Eric Gil Dantas, economista del Instituto Brasileño de Estudios Políticos y Sociales (IBEPS), y doctorado en Ciencias Políticas. Es militante de Resistencia/ PSOL (Partido Socialismo y Libertad).