Escribe: Milciades Ruiz
La educación pública es un aspecto estratégico de toda dominación social. La republicana, ha domesticado a su conveniencia, por más de doscientos años, a todas las generaciones de peruanos, incluyendo descendientes de esclavos, haciéndonos rendir homenaje a héroes ajenos, como ahora, con el bicentenario de la batalla de Ayacucho. Me niego a reforzar esta estrategia.
En torno al 9 de diciembre, se nos repetirá que dicha batalla puso fin a la dominación española en Sudamérica, asegurando la libertad de nuestras patrias. Pero lo cierto es que hasta ahora, no se liberó a la población nativa, ni se le devolvió su patria originaria. Ella sigue capturada por la descendencia de la dominación colonialista.
En el lado oscuro de la luna oficialista, veremos que no fue una batalla entre dominadores y dominados, ni de gran heroísmo de supuestos libertadores. Los que pusieron el pecho en ambos bandos eran nativos reclutados a la fuerza, pero ellos, no figurarán en la historia. Los mandos de ambos lados, eran oficiales formados en España, se conocían desde cadetes. La guerra era entre oficiales leales al rey, y de otra parte traidores, pero ninguno a favor de la población nativa
En la batalla de Ayacucho, los contendores eran ex jefes y ex compañeros, de los oficiales traidores. Allanarse a un arreglo era una opción de mutua conveniencia dada las circunstancias. En toda batalla, los vencedores ultiman a los vencidos, pero lo raro es que, a las primeras escaramuzas, se firmó en la misma fecha, una capitulación con texto preparado de antemano.
No se ha descubierto osamentas de los soldados caídos en combate, pero no es casualidad que los vencidos salgan ganando en tal capitulación, como se puede comprobar leyendo su texto y, el Perú salió perdiendo reconociendo una reparación civil a España por los gastos de la guerra. A las pruebas me remito, mostrando, algunos puntos del acta de capitulación.
“(…)
2. Todo individuo del ejército español podrá libremente regresar a su país, y será de cuenta del Estado del Perú costearle el pasaje, guardándole entretanto la debida consideración y socorriéndole a lo menos con la mitad de la paga que corresponda mensualmente a su empleo, ínterin permanezca en el territorio.
3° Cualquier individuo de los que componen el ejército español, será admitido en el del Perú, en su propio empleo, si lo quisiere.
15. Todos los jefes y oficiales prisioneros en la batalla de este día, quedarán desde luego en libertad, y lo mismo los hechos en anteriores acciones por uno y otro ejército.
16. Los generales, jefes y oficiales conservarán el uso de sus uniformes y espadas; y podrán tener consigo a su servicio los asistentes correspondientes a sus clases, y los criados que tuvieren.
Dados, firmados de nuestras manos en el campo de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824.
José Canterac./-Antonio José de Sucre.
El dictador vitalicio Bolívar, será el más homenajeado con este motivo, omitiendo los fusilamientos que ordenó inclusive contra el presidente del Perú y olvidando que nos declaró la guerra para quitarnos Tumbes, Jaén y Maynas, a favor de su patria. Pero, a los afroperuanos que se consideran bolivarianos, les muestro lo que Bolívar pensaba de sus ancestros:
Bolívar (Carta desde Jamaica) Kingston, 6 de septiembre de 1815.
(…) “El Perú, por el contrario, encierra dos elementos enemigos de todo régimen justo y liberal; oro y esclavos. El primero lo corrompe todo; el segundo está corrompido por sí mismo. El alma de un siervo rara vez alcanza a apreciar la sana libertad; se enfurece en los tumultos, o se humilla en las cadenas.(….)”.
En el lado oscuro de la luna del bicentenario de la batalla de Ayacucho, encontraremos que Bolívar, no conforme con el título de dictador vitalicio que se le dio, con poderes por encima de la constitución, emprendió al Alto Perú para respaldar a Sucre (Héroe de Ayacucho) que allí operaba, no sin antes promover su propia constitución vitalicia en Perú que, le daba derecho a elegir sucesor.
Su ambición de poder político no tenía límites y lejos de unificar, dividió a la población nativa creando otra república con su nombre: Bolívar, (Cambiado posteriormente como Bolivia) agregándole territorios aimaras y quechuas que, desde entonces viven separados en distintos países siendo de un mismo origen étnico. Sucre pasó a ser el presidente de la nueva república y Bolívar regresó para asumir su dictadura vitalicia, en Perú, como ya la tenía asegurada en la Gran Colombia.
No obstante, su constitución vitalicia fue repudiada y derogada, como también creció el repudio en su propio país, teniendo que correr a apaciguar los ánimos opositores en Venezuela, donde tampoco pudo calmar el rechazo a su persona. Sucre, por ser un extranjero intruso en el Alto Perú o, república Bolívar, tuvo que dejar la presidencia, tras un tumulto en su contra y atentado, teniendo que regresar a Venezuela a juntarse con Bolívar.
Pero la desintegración de la Gran Colombia era ya inevitable. Bolívar estaba resentido con el Perú y, por ello, el 3 de julio de 1828, la Gran Colombia, le declaró la guerra, alegando que había fomentado en Bolivia la rebelión en contra de las fuerzas colombianas y contra Sucre. Exigía, además, el pago de 7´595,747 de pesos, como deuda por la guerra de la emancipación, y la entrega de los territorios peruanos de Tumbes, Jaén y Maynas, a la Gran Colombia.
Por entonces, estaba de presidente del Perú, el extranjero José de La Mar, otro héroe de Ayacucho, que penetró a territorio grancolobiano, ocupando Guayaquil. Bolívar, envió a Sucre a combatirlo. Los héroes de Ayacucho haciéndose la guerra entre sí. Bolívar, aclamado Dictador, se había librado de un atentado contra su vida en Bogotá.
En estas circunstancias, La Mar fue derrocado tras un golpe de estado tramado por Gamarra y terminó sus días deportado y en abandono, en Costa Rica. Había sido un realista extranjero, convertido en patriota por San Martín. Designado diputado por Puno en la primera Asamblea Constituyente y diputado por Huaylas en la Segunda Asamblea Constituyente de 1828. En ambos casos suplantando representación fue elegido presidente sin ser nato en ambas provincias.
Paralelamente, Sucre fue emboscado y asesinado el 4 de junio de 1830 por enemigos políticos cuando tenía 35 años y, Bolívar tuvo que renunciar a la presidencia ante la arremetida de sus enemigos políticos, muriendo el 17 de diciembre de 1830, en casa ajena, cuando se alistaba a dejar su país, frustrado por no haber alcanzado sus ambiciones.
Hay mucho más por revelar en el lado oscuro de la luna de nuestra historia. Pero a lo que voy es que, no deberíamos dejar que nos den gato, por liebre. Salir del encierro educativo nos hará más libres de la manipulación. Los ideales de los dominadores no son los mismos que los de los dominados. Los ideales de los opresores colonialistas no eran los mismos, de los oprimidos nativos. Los héroes, tampoco, pero los estudiantes nativos de ahora, están obligados a tomarlos como suyos.
Los libertadores de las colonias lucharon por independizar los virreinatos separándolos del imperio español. Pero ninguno de estos, quiso liberar a los nativos ni a los esclavos africanos. La redención de la población nativa es todavía un asunto pendiente. Disculpen si me toman por negativo, pero creo que peor es ocultar la verdad histórica.
8 de diciembre/ 2024