Confederación de Funcionarios de Salud Municipal, CONFUSAM
Sin duda, el resultado 62/38 que permitió rechazar la propuesta de nueva Constitución remeció a todo el país, dada la importante diferencia que hubo entre ambas opciones. Ya transcurridas algunas semanas, hay suficientes elementos que permiten entender las múltiples razones que llevaron a ese resultado. Aquí, se analizan algunas.
“La propuesta era una joya constitucionalista, que se hacía cargo de los problemas del modelo subsidiario; incorporaba temas de paridad, derechos sexuales y reproductivos, plurinacionalidad y cambio climático, entre otros”, resalta el vicepresidente de Confusam, Esteban Maturana. Agrega que la organización estaba orgullosa porque intervino en la discusión, “y, como resultado, se planteó la obligación del Estado de hacerse cargo del derecho a la salud, implementando un sistema público y universal financiado con cargo a rentas generales y centrado en la atención primaria”. Asimismo, destaca que en derechos laborales, “se asumía la tesis de trabajo decente de la OIT y reconocía el derecho de los funcionarios públicos a negociación colectiva y a huelga”.
Esteban indica que el rechazo a esa propuesta es multifactorial. Por una parte, hizo su aporte el monopolio mediático y la campaña de fake news en redes sociales, además de la millonaria campaña en contra que desarrollaron Isapres y AFPs. Sin embargo, opina que tuvo un impacto más importante el cambio en la matriz cultural, heredado de la dictadura: “Pasamos de ser un país con un espíritu comunitario, de convivencia y con conciencia de clase, a uno donde predomina la lógica perversa del individualismo, la competencia a ultranza y el consumismo. Esos elementos atentaron contra la nueva Constitución y el apoyo que se merecía”, indica.
A su juicio, eso no implicará bajar la cortina a los cambios, pero declara que será más complejo aunque no se pueda obviar que en Brasil, Lula esté peleando la presidencia y, en Colombia, haya sido elegido el izquierdista Gustavo Petro. Plantea que lo único que no se debe hacer es deprimirse: “mientras exista un grano de conciencia social y de aspiración por la justicia social, estamos con las opciones para seguir avanzando y construyendo.”
No hubo proyecto alternativo
Por su parte, el economista y asesor de nuestra organización, David Debrott, coincide en que el resultado no tiene una explicación unidimensional. Enfatiza eso sí, que es necesario recordar cómo se gestó el proceso constituyente para mejor comprenderlo. “El estallido social no reflejó un proceso de construcción social ni de organización ni de toma de conciencia. Fue un reventón que respondía a variables de mucho descontento y malestar, pero sin conciencia de cuál era el proyecto alternativo”, señala.
Añade que la clase política encauzó un acuerdo que fue rechazado por los sectores más organizados del movimiento social, “el cual detuvo el proceso destituyente de un gobierno que se consideraba ilegitimo. Por lo tanto hubo un problema de legitimidad en su origen que es un elemento importante en el análisis”.
Asumido ese camino, agrega, muchos de los sectores más conscientes optaron por participar generando una gran diversidad en la Convención. Sin embargo, prosigue el experto, no se instalaron expresiones de un proyecto común alternativo y primó lo identitario. Dice, por ejemplo, que quienes llegaron a la Convención por las luchas del agua “la defendieron como si este fuese un proyecto en sí mismo.” Lo mismo hicieron los otros movimientos y no se estableció un proyecto de sociedad, precisa. Profundiza conque en Bolivia el proceso fue liderado por el MAS y Evo Morales, “Acá la Convención fue una isla mientras que la historia institucional pasaba por otro lado.”
A lo anterior, se agregaron otras situaciones como que personas de derecha, como Teresa Marinovic o Marcela Cubillos, ingresaron a la Convención con el objetivo claro de socavarla por dentro, “y lo lograron gracias a que del otro lado no existió una visión de proyecto común.” No deja de mencionar David Debrott que diversas instituciones hicieron campañas millonarias. Menciona que las AFPs con los fondos de las personas, instalaron conceptos como `que la plata es mía y me la quieren robar´ y se les permitió.
Concluye el asesor que hoy el punto de partida es muy inferior al de la Convención que terminó, por lo tanto si se espera llegar “a un resultado siquiera parecido es una irrealidad absoluta”. Argumenta que en este momento en que se negocia, debiesen estar las organizaciones sociales rodeando el Congreso: “Hay que dejar la derrota atrás y unirse para buscar caminos que abran transformaciones en el país. Porque si el acuerdo es muy malo, como probablemente lo será, las personas y organizaciones tienen el derecho a quitarle legitimidad”.