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Alemania – El muro salarial: Sindicato IG Metall combate una vieja injusticia que afecta a los trabajadores de Alemania del Este

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Jörn Boewe

A l’encontre, 29-4-2021

Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa

El semanario Automobilwoche (https://www.automobilwoche.de/)  del 28 de abril de 2021 escribe: «En Leipzig y Zwickau [ex Alemania del Este], más de 14.000 trabajadores de la industria metalúrgica y eléctrica de Sajonia volvieron a declararse en huelga el miércoles 28 de abril en reclamo de igualdad salarial entre la Alemania Oriental y la Occidental. Por lo tanto, las líneas de montaje de la planta de Porsche en Leipzig, así como las de Volkswagen y las de los proveedores GKN Driveline Mosel y SAS Automotive Systems en Zwickau y Meerane (distrito de Zwickau) estuvieron de nuevo cerradas, esta vez durante 24 horas. «Las huelgas más largas aumentan la intensidad de nuestra presión sobre la patronal», dijo Bernd Kruppa, principal representante oficial del IG Metall Leipzig. «Las soluciones para los empleados deben encontrarse en la mesa de negociación». La oleada de huelgas de advertencia se lleva a cabo desde principios de marzo. El sindicato quiere presionar en el actual conflicto salarial. El martes 27 de abril, más de 5.000 empleados de la planta de BMW de Leipzig pararon durante 24 horas».

Además, en las actuales negociaciones, el IG Metall exige un aumento salarial del cuatro por ciento durante doce meses, lo que, según el sindicato, debería «garantizar los puestos de trabajo y los ingresos». El breve artículo de Der Freitag, que publicamos traducido a continuación, pone en perspectiva la batalla contra el «muro salarial y la semana de 38 horas» en el este de Alemania. (Redacción de A l’encontre)

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La patronal metalúrgica de Sajonia defiende obstinadamente uno de los últimos símbolos de la división de Alemania: la semana laboral de 38 horas. Más de tres décadas después de la caída del Muro, el muro salarial sigue en pie. En el sector más productivo y rentable de todos, el de las industrias metalúrgicas y eléctricas, los trabajadores de Alemania Oriental trabajan, sin ser remunerados por ello, tres horas más por semana que sus compañeros del Oeste. Con estas huelgas de advertencia en las fábricas de automóviles de Alemania Oriental de Porsche, BMW y Volkswagen, el sindicato IG Metall se moviliza para acabar definitivamente con la situación actual.

Las plantas de la industria automotriz de Alemania Oriental son las más modernas y eficientes del país. Las horas extras que no les pagan a los trabajadores son una prima, un beneficio adicional que no se justifica, ni siquiera formalmente. Si los empresarios se lo permiten es porque, al menos hasta ahora, son ellos los que mandan.

Incluso aquellas cosas que, aparentemente, son insignificantes, llevan su tiempo, quedan en el tintero rápidamente. Tres horas de trabajo extra por semana equivalen a un mes en un año. Se podría calcular la cantidad de trabajo no remunerado que los trabajadores de Alemania del Este han aportado a la «reconstrucción del Este» desde la reunificación.

En las clases de historia y de política de las escuelas alemanas hay cosas que no se mencionan, pero una aclaración histórica sería más que útil: porque la lucha por la semana de 35 horas en Alemania duró más que la lucha por  la jornada de ocho horas de hace más de un siglo. Los revolucionarios de noviembre de 1918 obtuvieron las ocho horas con la aplicación de la antigua reivindicación del programa del SPD de Eisenach de 1869.

Sin revolución, las cosas demoran más: la reivindicación de la semana de 35 horas está en la agenda sindical desde 1970. Las reducciones colectivas del tiempo de trabajo se consideran como una respuesta a la racionalización y a las reducciones de puestos de trabajo, pero también como una estrategia para «humanizar el trabajo». Las batallas decisivas tuvieron lugar en la industria siderúrgica en 1978/79 y en las industrias gráfica, metalúrgica y eléctrica en 1984. Con huelgas de varias semanas, los sindicatos consiguieron la introducción de la semana de 35 horas. Fue necesaria una década más para que se convirtiera en una realidad en las industrias metalúrgica y eléctrica en 1995, en la Alemania occidental.

En 2003, el IG Metall de Berlín-Brandeburgo-Sajonia trató de imponer la norma de las 35 horas en el este de Alemania. La lucha terminó en una derrota y no porque los patrones fueran más fuertes, aunque es cierto que la patronal -el IG Metall contó con el apoyo inesperado del gobierno federal rojo y verde- había montado una impresionante campaña mediática. Una imagen que sigue estando en las memorias es la del traslado en helicóptero, ante las cámaras de televisión, de los rompehuelgas de Federal-Mogul, en Dresde. Pero el frente de huelga en las fábricas se mantuvo firme. La lucha fracasó debido al sabotaje de algunos dirigentes importantes de los comités de empresa de las empresas automotrices de Alemania Occidental, que llevaron a la dirección ejecutiva del IG Metall a levantar la huelga en el momento en que empezaba a tener efecto, dado que afectaba el abastecimiento de las plantas automotrices de Oeste.

Para muchos metalúrgicos, tanto en el Este como en el Oeste, esa traición fue traumatismo imborrable. La reanudación de la lucha para combatir la desigualdad existente es una oportunidad para que el IG Metall se libere de ese trauma y ponga las cosas en su lugar de una vez por todas.  (Artículo publicado en Der Freitag, 28-4-2021: https://www.freitag.de/)

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