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A más de 2 meses de la desaparición de Julia Chuñil

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Jano Ramírez

La desaparición de Julia Chuñil y la sistematización de la violencia contra los pueblos originarios en Latinoamérica

Han transcurrido más de dos meses desde la desaparición de Julia Chuñil, una mujer mapuche reconocida por su compromiso en la defensa de la tierra y los derechos de su pueblo. Su caso no solo conmociona por la incertidumbre y el dolor que genera su ausencia, sino porque forma parte de un patrón alarmante: la desaparición sistemática de quienes alzan la voz contra el gran empresariado y la devastación de los territorios ancestrales.

Una desaparición que denuncia el sistema

Julia no es solo una víctima individual; su desaparición expone las profundas contradicciones de un modelo económico que prioriza el extractivismo y la acumulación de riqueza por parte de las élites, a costa de los derechos de las comunidades originarias y del equilibrio ambiental. En este contexto, los pueblos indígenas, como los mapuche, son doblemente vulnerables: por un lado, enfrentan el despojo histórico de sus territorios, y por otro, son criminalizados y perseguidos cuando defienden lo que les pertenece.

La desaparición de defensores territoriales como Julia Chuñil no es un hecho aislado, sino una expresión de un sistema que perpetúa la explotación de los recursos naturales y humanos. Este modelo, sostenido por intereses corporativos, ve en los pueblos originarios un obstáculo para su expansión. Estas corporaciones, en alianza con sectores del Estado, perpetúan una lógica colonial en la que el territorio no es un hogar ni un legado, sino una mercancía.

El Estado como cómplice silencioso

El caso de Julia Chuñil también desnuda la incapacidad –o falta de voluntad– de los gobiernos para romper con estas dinámicas opresivas. Aunque se esperaba que este gobierno ofreciera una alternativa más justa y respetuosa de los derechos humanos, su silencio ante estas desapariciones muestra cómo las estructuras de poder y los intereses económicos logran neutralizar incluso a las administraciones que prometen cambios. Este sistema opera con estrategias que legitiman la dominación, mostrando cómo las promesas de justicia y progreso a menudo quedan atrapadas en los mismos esquemas de opresión.

La lucha mapuche en el corazón de Latinoamérica

La resistencia mapuche es parte de una lucha más amplia por la autodeterminación de los pueblos frente a un modelo que, desde la invasión europea, ha saqueado los recursos de nuestra región. En todo el continente, comunidades indígenas enfrentan una guerra no declarada por proteger sus territorios. Estas luchas no son solo por la tierra, sino por la vida, la cultura y el futuro.

Para los pueblos mapuche, la tierra no es solo un recurso, sino un ser vivo con el que mantienen una relación de reciprocidad. Su cosmovisión desafía la lógica capitalista que reduce todo a bienes comercializables. En este sentido, su resistencia no es solo una defensa de sus derechos, sino una crítica radical a un sistema global que pone en peligro la existencia misma de la humanidad.

¿Qué hacer ante esta crisis?

El camino para enfrentar esta crisis exige algo más que indignación pasajera. Es necesario construir una articulación sólida que trascienda fronteras, una alianza entre movimientos sociales, comunidades indígenas, trabajadores y todas las fuerzas que se oponen al modelo extractivista.

La solidaridad con el pueblo mapuche no puede limitarse a declaraciones de apoyo; debe traducirse en acciones concretas:

Exigir justicia para Julia Chuñil y todas las víctimas de la represión.

Visibilizar las redes de poder que están detrás de estas desapariciones, incluyendo las empresas, los políticos y las fuerzas de seguridad involucradas.

Fortalecer la organización popular y la educación política, de modo que las luchas locales se conecten con una perspectiva global de cambio.

Por una Latinoamérica de los pueblos y no de las corporaciones

La desaparición de Julia Chuñil no solo es un ataque contra el pueblo mapuche, sino contra todos los pueblos de nuestra América que sueñan con un continente libre, justo y en armonía con la naturaleza. La lucha por encontrarla y por erradicar la violencia contra los defensores territoriales nos exige cuestionar profundamente las bases del sistema que perpetúa estas injusticias.

Hoy más que nunca, es fundamental reivindicar la memoria de Julia Chuñil y de todos los desaparecidos como un llamado a la acción colectiva, por un futuro donde la vida y la dignidad prevalezcan sobre el lucro y la explotación.

 

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