por Isaac Bigio
Para que una democracia funcione y genere paz, estabilidad y crecimiento se requiere de gobiernos electos, controlados y respetados por el pueblo. Nada de eso existe en el Perú de hoy.
Según todas las encuestas internacionales, Dina Boluarte dirige el gobierno más impopular del hemisferio. Es la primera persona en liderar a la república que, a antes de llegar a su primer aniversario en palacio, tiene un solo dígito de aval.
El actual Congreso inconstitucionalmente se otorga el rango de ser el primer poder del Estado, ha derrocado ilegalmente al único peruano electo con más de 8,8 millones de votos, quiere hacer lo que quiera con la judicatura y otras instituciones, y aprobó una nueva carta magna (y sin referendo). Por estar a espaldas del electorado, este apenas es respaldado por 1 de cada 20 ciudadanos. Ningún otro parlamento en el continente (y muy pocos otros en el planeta) tiene un nivel de rechazo tan grande.
El alcalde de Lima tiene más del doble de desaprobación que de aprobación. Sus principales obras son dar parejas de cuyes para ollas comunes o haber trasformado la principal piscina del país en un pantanal ta insalubre como sus políticas.
Dina es una doña nadie. Habiendo perdido fuertemente de cada elección en que se presentaba, ella entró a la vicepresidencia de una plancha que solo buscaba sacar tal vez algunos curules. Dina no hizo campaña en la primera vuelta. Luego llegó a palacio donde se traicionó a sus 2 compañeros de fórmula (Cerrón y Castillo). Después castró su ideología chavista y castrista para inclinarse por la chaveta de Keiko y su chimpunera. Carece de ideas, carisma, programa y partido, pero no de enorme ceguera política. No solo hay que cambiar de Premier, sino de Gobierno y poderes.
Con estas autoridades se ha agigantado la corrupción, el crimen y la recesión. Urge que todos ellos se vayan y que se convoque inmediatamente a una Constituyente con representantes electos y revocables por cada 1 de las 196 provincias, 50 pueblos indígenas y de todas las organizaciones sociales. Solo una Asamblea muy representativa y soberana va a poder ser capaz de moralizar y reorganizar radicalmente a esta sociedad.
(Texto escrito hace dos años cuya vigencia se agudiza).
Isaac Bigio. Politólogo economista e historiador con grados y postgrados en la London School of Economics & Political Sciences.
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