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Rubio reagrupó a los gobiernos cipayos de Centroamérica

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EL SOCIALISTA CENTROAMERICANO

Editorial número 411

Hemos entrado en un nuevo periodo de reacción y oscurantismo a nivel mundial. La ausencia de una dirección revolucionaria internacional, ha permitido que las fuerzas de la ultraderecha libren una ofensiva en todos los ámbitos.

El ascenso de Donald Trump es parte de este proceso. Trump ha inaugurado su segunda administración enarbolando el garrote, sonando la pitoreta y el tambor. Sus estridentes declaraciones sobre la compra de Groenlandia, el afán de recuperar el control del Canal de Panamá, querer absorber a Canadá y arrodillar a México, sus socios en el TMEC, pretender apoderarse directamente de Gaza, empujando a los palestinos a nueva diáspora, etc, nos indica que estamos en el inicio de una nueva ofensiva imperialista a nivel internacional, que pretende recuperar la hegemonía de Estados Unidos como gendarme mundial.

En América Latina la nueva ofensiva ya comenzó, con el nombramiento de Marcos Rubio, como Secretario de Estado. Rubio ha declarado de manera reiterativa que buscará aliados para luchar contra los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, a quienes considera responsables de la enorme ola migratoria hacia Estados Unidos. Nada más falso, la migración masiva hacia Estados Unidos es producto de la crisis del capitalismo que niega el derecho al empleo a millones de personas. En el caso de Cuba, Venezuela y Nicaragua, el bloqueo imperialista y las sanciones, evidentemente, empujan, contra su voluntad, a decenas de miles a buscar sobrevivencia económica en otros países.

La reciente visita de Marco Rubio por Centroamérica dejó claro que Estados Unidos busca recuperar el control de la región, priorizando el tema del freno a la migración. Primero aterrizó en Panamá, donde se reunió con el presidente Mulino, quien, en un afán de detener las presiones imperialistas, declaró que ya no revalidará el acuerdo sobre la Ruta de la Seda con China, y el rol de Panamá para detener la migración y recibir a los deportados no panameños enviados por Trump. En Costa Rica, respaldó al presidente Chaves para paralizar las inversiones chinas, sobre todo en el bloqueo a Huawei.

En El Salvador, Rubio se abrazó con Bukele, un amigo y admirador de Trump. Bukele aceptó no solo convertirse en “tercer país seguro”, que recibirá a deportados de cualquier nacionalidad, sino también a aquellos norteamericanos condenados por delitos graves.

En pocas palabras, Bukele pretende convertir a algunas zonas de El Salvador en enclaves carcelarios, en donde purgaran sus penas los delincuentes ciudadanos norteamericanos, a cambio de migajas monetarias. Es la negación de la soberanía nacional, de la que tanto se ufana Bukele.

Al parecer, para neutralizar a los activistas defensores de los derechos humanos, Trump va a convertir la ilegal base militar de Guantánamo, en Cuba, en una cárcel sin jurisdicción para encerrar a los deportados de diversas nacionalidades. Y Bukele se arrodilla y ofrece el territorio de El Salvador para facilitar las expulsiones arbitrarias de Trump.

En Guatemala ocurrió algo parecido. El presidente Arévalo reafirmó el rol de Guatemala como “tercer país seguro”, aceptando el envío de deportados de otras nacionalidades.

Rubio no viajó a Honduras y Nicaragua, mostrando una abierta hostilidad hacia estos gobiernos, a pesar que siempre han recibido a sus deportados nacionales..

En resumen, Estados Unidos está reagrupando a los gobiernos cipayos de Centroamérica, con las excepciones de Honduras y Nicaragua, quienes siguen mostrando su rebeldía a la nueva administración Trump.

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