Saúl Escobar Toledo, México
Ciudad de México, México, 5 de diciembre de 2023. El “Panorama Social de América Latina y el Caribe 2023”, un estudio de la CEPAL publicado recientemente (www.cepal.org/es/publicaciones/ps) da cuenta de los graves problema de desigualdad que sufre la región. En primer lugar, señala que “a fines de 2023 se cumple en la región una década que se inició en 2014 en que el crecimiento promedio ha sido extremadamente bajo, de solo un 0,8%, menos de la mitad del crecimiento promedio durante la denominada década perdida de los años ochenta”. Lo anterior, advierte, ha propiciado altos niveles de desigualdad.
Sin embargo, agrega el informe, a partir del año pasado se pueden advertir algunas tendencias positivas: una caída en la incidencia de la pobreza y la pobreza extrema, una reducción de la desigualdad de ingresos medida por el índice de Gini, un incremento en las tasas de participación laboral y el empleo y una caída de la desocupación en 2022.
Esta mejoría relativa no debe ocultarnos otro problema de enorme importancia: la distribución personal de la riqueza, la cual alcanza niveles de concentración mucho mayores que el ingreso. Algunos estudios muestran que en 2021 “el decil superior concentraba bastante más riqueza que ingreso, y que la diferencia en cuanto a la participación en cada uno de ellos oscilaba entre 15 y 21 puntos porcentuales”.
Por ello dice el estudio de la CEPAL, “la extrema concentración del patrimonio es una de las expresiones más evidentes de la desigualdad… A diferencia del ingreso, la riqueza… tiende a perdurar de una manera más sólida a lo largo del tiempo”, debido a que “suele transmitirse entre generaciones (sobre todo por medio de las herencias y los negocios controlados por las mismas familias). De esta manera, se puede afirmar , con base en evidencias, que hay una correlación negativa entre la desigualdad de la riqueza y la movilidad social intergeneracional y que esa concentración de riqueza persiste sobre todo en los sectores más ricos.
La concentración de la riqueza, agrega el estudio de la CEPAL, tiene efectos negativos en el desarrollo económico pero también en la política ya que puede aumentar la desconfianza de la ciudadanía hacia las élites y las instituciones, particularmente cuando “el origen o el aumento de la riqueza de los multimillonarios se explica por sus conexiones políticas o por sus vínculos con el aparato estatal, lo que puede llevar a cuestionar la legitimidad de su patrimonio y fomentar las tensiones sociales”
Ahora bien, la CEPAL advierte que no hay fuentes oficiales para medir la extrema riqueza en los países de América Latina y el Caribe por lo que el estudio decidió recurrir a la información recopilada en la lista anual de multimillonarios de Forbes. En esa lista figuran todas las personas del mundo cuyo patrimonio personal neto es igual o superior a 1, 000 millones de dólares (excluyendo a las personas que obtuvieron ingresos en actividades ilegales). Ese patrimonio es la suma de activos financiero y no financieros menos las deudas.
En 2022 el patrimonio de ese puñado de “milmillonarios” de la región llegó a 453 mil millones de dólares corrientes lo que significó un aumento de 4, 600 millones respecto a 2021. Sin embargo, descontando la inflación (particularmente aguda en 2021 y 2022) , la riqueza real de esos milmillonarios cayó 6.6%, a un nivel casi igual a la que detentaban un año antes de la pandemia.
El estudio señala que “el mayor nivel de concentración de la riqueza extrema en 2021 tuvo lugar en el Brasil, donde los milmillonarios poseían el 6,4% de la riqueza nacional, seguido por Chile (5,4%) y la Argentina (4,7%)… En el caso de México se observó que en los últimos tres años la concentración de la extrema riqueza cayó en comparación con los años previos a 2019, lo que se explica porque entre 2012 y 2021 el patrimonio de los milmillonarios creció a un ritmo menor que la riqueza de la población general. En 2018 representaba un 4.5% de la riqueza de la población total y cayó al 2.7% en 2020 aunque volvió a elevarse en 2021 a 3.3%. Así, en este último año, la riqueza de los mil millonarios aumentó alrededor de 3 veces más que el patrimonio del resto de la población.
Los sectores de actividad en los cuales se concentró el patrimonio real de los milmillonarios latinoamericanos fueron los siguientes: finanzas e inversiones, telecomunicaciones, alimentos y bebidas, y minería y metales, en ese orden.
El estudio de la CEPAL, como se advierte, no da cuenta de la estructura de la distribución de la riqueza en la región. Tan sólo la que existe en unos cuantos milmillonarios. Sin embargo, hay razones para considerar que la concentración de la riqueza en México, a pesar de la mejoría den la distribución del ingreso, se acentuó en los últimos años en los niveles más acomodados de la población.
Según el portal Wealth Inequality (Wid.World) que ofrece datos acerca de la concentración de la riqueza en diversos países del mundo, en el caso de México, el 50 por ciento de la población más pobre tenía una cifra negativa (-0.4%), es decir sus deudas eran mayores a los bienes que poseía; el 10 por ciento más acomodado acumulaba el 78.8 por ciento y (como parte de este segmento) el 1 por ciento más rico, el 47.1 por ciento de la riqueza nacional.
Por otro lado, con base en la Encuesta de Inclusión Financiera 2021 (www.gob.mx/cnbv) que llevó a cabo la Comisión Nacional de Bolsa y Valores y el INEGI, se advierte que “el 56% de la población adulta del país reportó haber sufrido afectaciones económicas derivadas de la pandemia de la COVID-19”. Y que las afectaciones fueron más graves en las regiones Sur (58%) y Centro Oriente (67%). La encuesta también señala que “la población afectada se vio obligada a recurrir a diversas medidas para enfrentar el choque económico. Casi la totalidad de la población que sufrió alguna clase de afectación económica reportó haber reducido sus gastos para enfrentarla (el 95%)” Y agrega que “alrededor de 8 de cada 10 personas afectadas recurrió a sus ahorros”. Además, el 18% declaró haber empeñado o vendido bienes . Por lo que, señalan, “parte importante de la población vio reducido su nivel de bienestar al tener que limitarse en su consumo y reducir sus ahorros, además, de que posiblemente sus redes familiares de soporte se vieron también afectadas, lo que pudo haber generado una situación de mayor vulnerabilidad financiera”.
Es decir, la mayoría de la población tuvo una pérdida de su patrimonio que fue resultado tanto de la disminución del ahorro personal y de los bienes que poseían (y que tuvieron que vender o empeñar). Ello, independientemente de que, al reducir su consumo se privaron de la compra de inmuebles u otros enseres que hubieran formado parte de su patrimonio futuro.
La encuesta señala, adicionalmente, que apenas un 21% de la población tenía un seguro en 2021, el cual pudo haber utilizado para remediar sus pérdidas. Y acusa de una notable desigualdad entre género, pues apenas el 16% de las mujeres contaba con un seguro mientras que el 26% de los hombres lo tenía. Asimismo, encontró que un 40% de la población adulta carecía de cualquier instrumento de ahorro y que aquellos que tenían alguno o algunos, éstos consistían en cuentas de ahorro, de cheques o de nómina, instrumentos que proporcionan una muy baja o nula tasa de rendimiento. En cambio, apenas el 2% de la población adulta en México tenía una cuenta en inversiones y depósitos a plazo, las cuales ofrecen tasas mucho más altas. Finalmente hay que advertir que sólo el 33% de la población adulta tenía un crédito, principalmente una tarjeta de una tienda departamental (20%) o de una tarjeta de crédito bancaria (11%).
Lo anterior da cuenta de que una gran parte de la población no puede ahorrar y quienes lo hacen, en su enorme mayoría, no reciben beneficios o son muy exiguos. En cambio, aquellos que se endeudaron han tenido que pagar intereses muy elevados.
Esta situación seguramente se agravó para la gran mayoría de los mexicanos cuando el Banco de México decidió aumentar las tasas de interés. Recordemos que esos aumentos escalaron rápidamente del 4% en junio de 2021 al 11.25% en mayo de 2023.
En resumen, hay razones y evidencias para suponer que la tendencia en la concentración de la riqueza no fue la misma que en el caso de los ingresos. En un primer momento debido a los daños ocasionados por la pandemia (pérdida de ahorros y bienes) y luego por la subida de las tasas de interés que afectaron los créditos contratados, particularmente en tarjetas departamentales y de crédito (aunque también los hipotecarios), todo lo cual afectó seguramente a la mayoría de las familias mexicanas. En cambio, la elevación de las tasas, en los últimos dos años, ha rendido ganancias por encima de la inflación a aquellas personas que poseen cuentas de inversión y a plazo, las cuales forman minoría muy reducida.
La concentración de la riqueza, como dice la CEPAL, afecta la economía y acentúa el malestar social y político. Sin embargo, al mismo tiempo, podría verse como una “oportunidad” para “obtener ingresos fiscales permanentes y progresivos que se pueden usar para aplicar políticas públicas que permitan garantizar los derechos sociales”. Es decir, pone sobre la mesa, con carácter prioritario, la necesidad de una reforma fiscal que grave más, de manera proporcional, el ingreso y el patrimonio de los más acomodados, quizás menos del 10% de la población. Un asunto que tendrá que ser tomado en cuenta por el próximo gobierno.
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