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Argentina – Frente a las elecciones más explosivas de su historia reciente

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El triunfo del ajuste

A poco de cumplir 40 años de la vuelta a la democracia, los argentinos se aprestan a elegir presidente sumidos en una de sus mayores crisis económicas y de su sistema de partidos. Con Massa y Milei como favoritos, la incertidumbre es la dueña del momento, pero algunas claves del futuro gobierno ya parecen definidas.

Fabián Kovacic, desde Buenos Aires

Brecha

Quien asuma la presidencia argentina el 10 de diciembre encontrará un país con una inflación del 138,8 por ciento anual, un desempleo del 6,2 por ciento, un nivel de pobreza del 40,1 por ciento, todos datos del Banco Central argentino y del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos. No es un regalo para ningún presidente en busca de inaugurar su mandato con el timón de mando sereno y en piloto automático.

Las tres fórmulas que encabezan las encuestas constituyen lo que el sociólogo y analista político argentino Alejandro Horowicz considera el «partido nacional del ajuste», es decir, a pesar de sus diferencias, coinciden en algunos puntos clave de su programa económico. Tanto el oficialista Sergio Massa como la opositora Patricia Bullrich y el ultraliberal Javier Milei reconocen los compromisos argentinos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y apenas discrepan en la forma de hacer frente a la deuda contraída por Mauricio Macri en 2018. Ninguno de los tres evita la palabra ajuste en el Estado en sus discursos de campaña.

Las diferencias en ese trío no las marca su postura frente a esas grandes condicionantes macroeconómicas, sino su encare de la gestión pública que consideran necesaria para los próximos cuatro años. Massa y Bullrich comparten, con matices, la importancia del rol del Estado, mientras que Milei apunta a cercenar radicalmente sus funciones, en un ensayo práctico de liberalismo libresco en estado puro.

Dos viejos conocidos

Sergio Massa sostuvo durante toda su campaña la necesidad de aumentar el presupuesto nacional en Educación de 6 puntos del PBI a 8,5; incrementar las políticas públicas de vivienda y tierras para mitigar el problema de casi 10 millones de familias que no cuentan con espacio propio para desarrollar su vida; sostener los derechos de los trabajadores sin reforma laboral que flexibilice las normas en favor de los empresarios; mantener políticas inclusivas de género para erradicar la violencia contra las mujeres y las leyes de salud reproductiva, incluyendo el aborto, seguro, legal y gratuito, y la educación sexual en los programas escolares,y, sin demasiada convicción personal, mantener las políticas de Memoria, Verdad y Justicia que incluyen el apoyo a los juicios por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico-militar entre 1976 y 1983.

Con el visto bueno de Cristina Fernández y Alberto Fernández, Massa logró su candidatura presidencial, un pendiente que mantenía desde 2019, cuando el actual presidente lo convenció de sumarse al Frente de Todos sobre el filo de aquellas elecciones. Dos fueron las frases que convencieron a Massa: «Sin Cristina no se puede, con ella sola no se puede» y «el próximo turno electoral es el tuyo», según le susurró Alberto Fernández a Massa en una reunión privada y urgente realizada el 12 de junio de 2019 en las oficinas de campaña de la fórmula peronista, a pocas horas del cierre legal de presentación de alianzas.

Massa había roto con el gobierno de Cristina Fernández en 2009 por un conflicto con Alberto Fernández, entonces jefe de gabinete, y más tarde se enemistó con la propia mandataria. En 2010 Wikileaks reveló cables de la embajada de Estados Unidos en los que se señala que Massa se refirió, en esa sede diplomática, al expresidente Néstor Kirchner como un psicópata sediento de poder. En 2013 fundó el Frente Renovador (FR), como una escisión del peronismo, se presentó como candidato presidencial en 2015 y recién en 2019 logró el reconocimiento electoral del FR en todo el país. En las elecciones de 2015 anunció que buscaría terminar con el poder de la agrupación La Cámpora y que metería presa a Cristina Fernández. Hoy es el candidato de casi todo el peronismo, kirchnerismo incluido.

Patricia Bullrich derrotó a Horacio Rodríguez Larreta en las primarias del 13 de agosto y se posicionó como candidata presidencial de Juntos por el Cambio con la bendición de Macri y el apoyo del establishment económico. Su discurso de mano dura y su exacerbado antikirchnerismo y antiperonismo en general supo pescar adeptos en las aguas de la grieta ideológica moldeada por los medios de comunicación desde 2008. Su discurso es el del «ellos o nosotros» que marcó nítidamente los últimos 15 años de la política argentina, tanto en las presidenciales como en las legislativas.

Bullrich se apoya ahora en los gobernadores logrados por Juntos por el Cambio en los últimos comicios provinciales: Maximiliano Pullaro, en Santa Fe, y Alfredo Cornejo, en Mendoza, dos territorios hostiles al peronismo y bien cultivados por la oposición. Es decir, cuenta con la estructura de la Unión Cívica Radical (UCR), el centenario partido que aún sigue en la coalición opositora. En materia económica, Bullrich tiene a Carlos Melconian como carta de presentación. Se trata de un economista y consultor de renombre en el mundillo de las finanzas, que fue presidente del Banco Nación en la primera etapa de Macri y habría sido ministro de Economía si el riojano hubiera vencido a Kirchner en 2003. Hombre de confianza del mercado, con fluidos contactos en Washington y llegada directa al FMI, Melconian espera abrochar un nuevo acuerdo con esa entidad si llega a coronar a su reina en la Casa Rosada.

El único problema es que las encuestas ubican a Bullrich, por ahora, fuera del balotaje, sin chances de acceder a la segunda vuelta el 12 de noviembre, en la que colocan a Massa y a Milei.

El disruptor

Como lo señalara recientemente a Brecha el investigador de la comunicación Martín Becerra, «los medios habilitaron a Milei para confrontar con el kirchnerismo. Pero ahora se les fue de las manos».

La enorme mayoría de las empresas periodísticas ataca con dureza por estos días al economista ultraliberal convertido en candidato. Desde medios a la izquierda del espectro político, como Página 12 y Tiempo Argentino, se denuncia sus intenciones de avanzar sobre las minorías y sus posiciones en cuestiones de género y sobre los juicios de lesa humanidad, no solo por las intervenciones del propio Milei en las que compara la década del 70 con una «guerra entre dos bandos» (llamando «mogólicos» a sus opositores), sino, además, por las posturas de su compañera de fórmula. Victoria Villarruel no solo es parte de la familia militar (su padre participó del infame Operativo Independencia, en Tucumán, en 1975 y su tío fue capitán en el Regimiento de La Tablada, acusado luego por delitos de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino de detención El Vesubio). Sus parentescos no la involucran en esos delitos, pero sí dan un trasfondo de su actuación como fundadora del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas en 2006, a raíz de la reapertura de los juicios por delitos de lesa humanidad durante el gobierno de Néstor Kirchner. Desde entonces Villarruel plantea la anulación de los juicios contra los militares responsables de violar los derechos humanos y exige, como mínimo, equiparar la violencia estatal de la dictadura con las acciones de los grupos guerrilleros de izquierda.

Los diarios La NaciónEl Cronista ComercialInfobae, Perfil y Clarín suelen dar oxígeno –con mayor frecuencia desde agosto pasado, con el resultado de las primarias definido– a columnistas que cuestionan la dolarización y la eliminación del Banco Central, dos de las premisas más promocionadas por Milei en su campaña. Además de Melconian, los economistas ligados a la UCR, la Asociación de Bancos de Argentina, la Unión Industrial Argentina, la Sociedad Rural Argentina y consultoras económicas que suelen atender negocios en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires tomaron las páginas de los diarios para advertir con sesudos análisis y gráficos que la dolarización defendida por Milei es nociva para la economía argentina.

La crisis de los partidos

En cierta consonancia con la tesis de Horowicz sobre el partido nacional del ajuste, este año se publicó el libro El loco: la vida desconocida de Javier Milei y su irrupción en la política argentina, del periodista Juan González. En ese texto, el autor enlaza las vinculaciones entre Milei, Bullrich y Massa a partir del paso de sus operadores políticos por distintas agrupaciones políticas en los últimos diez años. Por sus páginas desfilan funcionarios del gobernador Axel Kicillof que ponen a disposición del partido de Milei, La Libertad Avanza, fiscales y estructuras territoriales partidarias para menguar el crecimiento de Juntos por el Cambio. Experonistas enrolados en Juntos por el Cambio como Emilio Monzó, expresidente de la Cámara de Diputados, que acerca candidatos peronistas a las filas de Milei en territorios donde la oposición macrista busca limar al kirchnerismo.

El resultado de estas operaciones es la utilización de partidos políticos como sellos de goma gracias a la ley nacional electoral, modificada en 2004, 2009 y 2012 por el kirchnerismo. Según los críticos de la norma, esta permite que los partidos políticos sean objeto de comercialización entre los operadores políticos. José Bonacci, titular del partido Unite –que integra La Libertad Avanza–, afirma en el libro de González que sus ingresos personales se justifican porque es «propietario de una radio AM, una FM, una remisería y un partido político». El alquiler de partidos políticos permitió los pases con los que el kirchnerismo y el macrismo buscaron dañarse mutuamente, alimentando sin proponérselo el crecimiento exponencial de un partido mínimo como La Libertad Avanza y de su líder, Javier Milei. De esta manera, sostiene El loco, la lógica del mercado se impuso en la de la burocracia legal electoral.

Nuevo parlamento

Más allá de una muy probable segunda vuelta para definir la presidencia, el domingo quedará sellada la suerte del parlamento nacional que funcionará hasta 2025, cuando se renueve por mitades. Los encuestadores analizan un escenario en el que el corte de boleta (la posibilidad habilitada por la ley argentina de votar al mismo tiempo, por ejemplo, a candidatos a intendente, gobernador y presidente de diferentes partidos) puede modificar el resultado de las presidenciales, pero no incidirá en la elección de legisladores nacionales en los principales distritos, como la provincia de Buenos Aires.

Pero hay municipios bonaerenses donde punteros políticos reparten a domicilio boletas electorales completas en favor de Milei presidente, cortan la de intendente y la reemplazan por el candidato o la candidata de Juntos por el Cambio. Un caso concreto es el del municipio de San Martín –bastión político del peronismo desde 2007–, donde Milei lleva su boleta completa, pero para la intendencia el último tramo de la lista es reemplazado por el candidato de Bullrich, Mario D’Alessandro, un mediático abogado televisivo que interviene en la causa por la sucesión de los bienes de Diego Maradona. Lo mismo ocurre en Mar del Plata, donde el actual intendente macrista de Juntos por el Cambio, Guillermo Montenegro, va sumado a La Libertad Avanza, la boleta de Milei.

El voto a la boleta completa de un partido aún tiene predominancia gracias a que hay un efecto de tracción desde la figura del candidato presidencial hacia los lugares más bajos de la lista, «pero es una costumbre que está cambiando desde hace varias elecciones», señala a Brecha la politóloga especialista en campañas electorales Ana Iparraguirre. Según las encuestas, de todos modos, en lo que hace a legisladores nacionales, provinciales y del Mercosur, hay aún entre los votantes un acompañamiento generalizado a la lista del candidato presidencial. Se espera, entonces, una conformación parlamentaria sumamente pareja a nivel nacional. El gran ganador sería La Libertad Avanza, que hoy cuenta con solo dos diputados nacionales y podría alcanzar un bloque de diez. Los que perderían escaños serían Juntos por el Cambio y el oficialista Unión por la Patria, que, además, perdería su posición como primera minoría y debería tejer acuerdos con otras fuerzas para lograr el tratamiento de sus proyectos legislativos. Una vez definidos los legisladores que ingresarán al parlamento, tanto Bullrich como Milei imaginan que los acuerdos entre sus fuerzas serán relativamente más sencillos que con el peronismo. Sin embargo, las urnas aún no hablaron. El domingo será el gran día.

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